Antonella—An…—Dijiste que te cuidarías. ¡Oh, por Dios, me va a dar algo!Me va a dar un ataque al corazón. Sabía que no debía confiar en él, ahora mira lo que ha pasado.Salgo corriendo para el baño porque obvio debo asearme muy bien.—Lo siento, princesa. —Entra Damián conmigo en la ducha—. Ahora mismo mandaré a comprar las pastillas de emergencia por si acaso, aunque no creo que quedes embarazada, ya que no estás ovulando. —Posa un cálido beso en mis labios.—Lo sé, pero igual las tomaré. No quiero bebés, Damián —Lo señalo.—¿Por qué no? ¿Te imaginas un pequeño Lancaster aquí en casa?¿Desde cuándo le interesa un pequeño Lancaster en la casa? ¡Nunca le han gustado los niños!—No, no me imagino, así que borra esa idea de tu cerebro. —Entrecierro sus ojos.Ni piense él que voy a tener bebés. Aunque debe ser hermoso y algo divertido, verlo convertido en padre.«¿Qué te pasa, Antonella? Ya cállate».—Como tú digas. Mañana iremos al médico a ponerte en control. —Me toma de la cintura p
AntonellaSalimos de casa casi al mediodía. Ambos vamos en la parte trasera de la camioneta. Damián tiene por costumbre no salir de casa sin el ejército de hombres que cuidan su espalda. Es un hombre precavido, sin ellos no se mueve de un lugar.No sé a dónde me llevará, le he preguntado miles de veces y miles de veces se ha negado. Sujeta mi delicada mano para dejar un beso en ella. ¿Desde cuándo se ha vuelto tan meloso? Me agrada esa actitud que tiene, mejor dicho, me encanta. Quiero que lo nuestro funcione. Estar con él no se trata de un contrato, esto ya va más allá de eso. Me dio la oportunidad de irme, y no lo hice. No lo hice porque no quise.Sé que muchas personas piensan que él es malo, pero están muy equivocados, porque este hombre es magnífico, y me lo ha demostrado no solo con palabras, sino con hechos. Voy a mostrarle al mundo entero que no porque una persona sea fría y una cabrona en los negocios la hace mala.Tiene su bruteza en ciertas cosas, su lado salvaje, ordinario
AntonellaYa casi es la hora de salida. Termino de copiar unos deberes para salir. Mis amigas entran al salón con rostros de tragedia. Me alerto de inmediato y me levanto de mi lugar. Sus miradas me preocupan. Algo malo pasó y yo aún no me he enterado.—Chicas, ¿qué sucede?Ambas se miran. Parecen estar en un trance.Observo al otro grupo, que viene con los celulares en mano. Se detienen al verme.—No sé cómo puedes vivir con un hombre como ese tal Damián.Frunzo mi ceño y luego le lanzo una mirada asesina.—¿Disculpa? —Mi tono de voz refleja mi molestia.—Es un animal, un salvaje. Me das lástima.Vale, ya fue suficiente.—Vuelves a decir una sola palabra en contra de mi esposo y te arranco la cabeza.La chica ríe fuerte.—¿Cómo puedes defender a ese animal?Es la gota de agua que rebalsó el vaso.Me abalanzo encima de la chica y le doy un puñetazo en su cara para que no se meta con él. La única que tiene derecho a llamarlo animal, salvaje, ordinario y todo lo malo soy yo, no esa inút
DamiánAntonella, ayer me dejó sin palabras. Verla ahí, enfrentando a su familia por mí, fue hermoso. Se veía inocente, tierna, como una bebé que luchaba por su juguete para que nadie se lo arrebatara. En la universidad peleó con una chica porque hablaba cosas feas sobre lo que hice. Pero qué loca, después dice que yo soy el impulsivo, ¿y dónde queda ella? Creo que se le está pegando lo malo de mí.Necesito mejorar. Necesito cambiar no por mí, sino por ella. Mi cielo se merece todo lo bueno. Si ella está dispuesta a luchar, yo también. Nadie puede tocarla. Nadie puede hacerla sentir mal, ni siquiera yo mismo. Es mi princesa, la intocable. Fui tan idiota en caer en los juegos de Nicolás. Por su culpa pasó todo esto y mi cielo tuvo que opacarse por lo que la gente hablaba.Hoy me voy de viaje a Hawái. Allá tengo otro asunto que resolver, me he enterado de algunas cosas referentes a los hombres que intentaron lastimar a Antonella, eso me han mantenido preocupado desde hace días.Salgo de
AntonellaCuando desperté, ya Damián se había ido. No llevo ni una hora sin él y ya estoy muriendo de la tristeza. Entro al vestidor para comenzar a vestirme. Me di una ducha y ya mismo iré al ginecólogo. Mi amiga se encargó de pedir la cita por mí. No voy a dejar que ese tonto me embarace, al menos no ahorita. Primero mis estudios y luego eso. Por cierto, pasaré por la farmacia a comprar una pastilla de emergencia.«Damián, te voy a ahorcar».Agarro mi bolso, mi teléfono y las llaves de la casa, bajo corriendo las escaleras y salgo. Franco ya me espera en la camioneta como de costumbre.Después de haber ido al ginecólogo y de haber comprado ya las patillas, le pido a Franco que me lleve al centro comercial para ir viendo lo que compraré para la fiesta de Damián, incluyendo su regalo, estoy tan emocionada que ya hasta pretendo adelantar el obsequio. En un mes será su cumpleaños años. Hablé con Daniela, su hermana, para organizarle una fiesta sorpresa. Sé que no le gustan que le festej
Antonella El sonido de la alarma me despierta, y no puedo creer que solo haya logrado dormir una hora.Pasé la mayor parte de la noche conversando con mi infierno y también haciendo el amor.Debo confesar que muchas cosas entre nosotros se hace mejor, así como cada encuentro sexual entre nosotros es mucho mejor que el anterior, y también como el hecho de que ya conversamos más que los meses anteriores.Me ha demostrado sus mejoras en este tiempo, y me doy cuenta de que Damián en serio quiere ser un mejor hombre. —¿Podrías apagar esa alarma? —me pide al mismo momento que me cubre la cabeza con la almohada, yo busco la forma de apagarla, pero el reloj no me ayuda —Ay, cielo —Damián agarra la alarma y la estampa contra la pared—. Así se apaga esa porquería, Antonella. —Enrolla su mano en mi cintura y me lleva con él de vuelta a dormir.Lo miro por un instante. Me cuesta creer que esté casada con él, y que con el tiempo los sentimientos entre nosotros hayan cambiado para bien.—Eres ese
DamiánYa quiero salir de esta aburrida reunión e ir a mi casa para estar con mi cielo. No tengo ni tres horas fuera y ya estoy desesperado. Vine porque se suponía que era un tema muy importante del cual yo debería estar enterado, pero hasta el momento solo hablan estupideces.Me pregunto qué estará haciendo mi princesa. De seguro escucha música a todo volumen, y bailando como una demente por toda la casa. O puede que aprovechando mi ausencia se halla ido con sus amigas al cetro comercial a comprar ropa.Santo dios, Antonella va a terminar dejándome en la ruina si sigue comprando de ese modo ropa.—Señor Lancaster, ¿qué le ha parecido la reunión?¿En serio me preguntan eso?Trino me observa con cara de “no la vayas a cagar”.—Patética. —Todos se miran. ¿Qué esperaban? ¿Felicitaciones?—. ¿Para eso me hicieron salir de mi casa?—Señor, la idea era que usted estuviera enterado de los planes que tendremos para el próximo mes.Asiento.—Creo que eso yo ya lo tenía claro desde hace días, in
Damián Al llegar a casa, observo a mis mujeres y a las amigas de Nella reír a carcajadas. Con estas mujeres nadie se aburre. Camino en dirección a ellas y saludo a mi hermosa madre, a mi princesa mayor y luego a mi cielo.—¿De qué ríen? —Inquiero al sentarme a su lado.—Cosas de mujeres. Me alegra que estés aquí —contesta mi cielo.«Si supiera lo estresado que estaba por querer verte.»—Nosotras ya nos íbamos. —Amelia se pone de pie.—¿Tan rápido? —Mi princesa le hace cara triste.—Sí, tenemos que ir a ya sabes qué.Odio cuando hablan de ese modo.—Tienes razón. Las veo el lunes, nenas. —Se levanta.Las tres caminan hasta la salida.Se despide de ambas para luego regresar con nosotros.—Cielo, hoy Renzo fue verme —le informo.Sus ojos detonan preocupación. Mi podre angelito está traumada. Cada vez que él iba no terminaba en nada bueno.—Hoy harán una cena en casa de tus padres y quieren que vayamos todos —finalizo.Poco a poco sus ojitos se iluminan.—¿Alan estará? —inquiere Daniela.