DamiánAntonella, ayer me dejó sin palabras. Verla ahí, enfrentando a su familia por mí, fue hermoso. Se veía inocente, tierna, como una bebé que luchaba por su juguete para que nadie se lo arrebatara. En la universidad peleó con una chica porque hablaba cosas feas sobre lo que hice. Pero qué loca, después dice que yo soy el impulsivo, ¿y dónde queda ella? Creo que se le está pegando lo malo de mí.Necesito mejorar. Necesito cambiar no por mí, sino por ella. Mi cielo se merece todo lo bueno. Si ella está dispuesta a luchar, yo también. Nadie puede tocarla. Nadie puede hacerla sentir mal, ni siquiera yo mismo. Es mi princesa, la intocable. Fui tan idiota en caer en los juegos de Nicolás. Por su culpa pasó todo esto y mi cielo tuvo que opacarse por lo que la gente hablaba.Hoy me voy de viaje a Hawái. Allá tengo otro asunto que resolver, me he enterado de algunas cosas referentes a los hombres que intentaron lastimar a Antonella, eso me han mantenido preocupado desde hace días.Salgo de
AntonellaCuando desperté, ya Damián se había ido. No llevo ni una hora sin él y ya estoy muriendo de la tristeza. Entro al vestidor para comenzar a vestirme. Me di una ducha y ya mismo iré al ginecólogo. Mi amiga se encargó de pedir la cita por mí. No voy a dejar que ese tonto me embarace, al menos no ahorita. Primero mis estudios y luego eso. Por cierto, pasaré por la farmacia a comprar una pastilla de emergencia.«Damián, te voy a ahorcar».Agarro mi bolso, mi teléfono y las llaves de la casa, bajo corriendo las escaleras y salgo. Franco ya me espera en la camioneta como de costumbre.Después de haber ido al ginecólogo y de haber comprado ya las patillas, le pido a Franco que me lleve al centro comercial para ir viendo lo que compraré para la fiesta de Damián, incluyendo su regalo, estoy tan emocionada que ya hasta pretendo adelantar el obsequio. En un mes será su cumpleaños años. Hablé con Daniela, su hermana, para organizarle una fiesta sorpresa. Sé que no le gustan que le festej
Antonella El sonido de la alarma me despierta, y no puedo creer que solo haya logrado dormir una hora.Pasé la mayor parte de la noche conversando con mi infierno y también haciendo el amor.Debo confesar que muchas cosas entre nosotros se hace mejor, así como cada encuentro sexual entre nosotros es mucho mejor que el anterior, y también como el hecho de que ya conversamos más que los meses anteriores.Me ha demostrado sus mejoras en este tiempo, y me doy cuenta de que Damián en serio quiere ser un mejor hombre. —¿Podrías apagar esa alarma? —me pide al mismo momento que me cubre la cabeza con la almohada, yo busco la forma de apagarla, pero el reloj no me ayuda —Ay, cielo —Damián agarra la alarma y la estampa contra la pared—. Así se apaga esa porquería, Antonella. —Enrolla su mano en mi cintura y me lleva con él de vuelta a dormir.Lo miro por un instante. Me cuesta creer que esté casada con él, y que con el tiempo los sentimientos entre nosotros hayan cambiado para bien.—Eres ese
DamiánYa quiero salir de esta aburrida reunión e ir a mi casa para estar con mi cielo. No tengo ni tres horas fuera y ya estoy desesperado. Vine porque se suponía que era un tema muy importante del cual yo debería estar enterado, pero hasta el momento solo hablan estupideces.Me pregunto qué estará haciendo mi princesa. De seguro escucha música a todo volumen, y bailando como una demente por toda la casa. O puede que aprovechando mi ausencia se halla ido con sus amigas al cetro comercial a comprar ropa.Santo dios, Antonella va a terminar dejándome en la ruina si sigue comprando de ese modo ropa.—Señor Lancaster, ¿qué le ha parecido la reunión?¿En serio me preguntan eso?Trino me observa con cara de “no la vayas a cagar”.—Patética. —Todos se miran. ¿Qué esperaban? ¿Felicitaciones?—. ¿Para eso me hicieron salir de mi casa?—Señor, la idea era que usted estuviera enterado de los planes que tendremos para el próximo mes.Asiento.—Creo que eso yo ya lo tenía claro desde hace días, in
Damián Al llegar a casa, observo a mis mujeres y a las amigas de Nella reír a carcajadas. Con estas mujeres nadie se aburre. Camino en dirección a ellas y saludo a mi hermosa madre, a mi princesa mayor y luego a mi cielo.—¿De qué ríen? —Inquiero al sentarme a su lado.—Cosas de mujeres. Me alegra que estés aquí —contesta mi cielo.«Si supiera lo estresado que estaba por querer verte.»—Nosotras ya nos íbamos. —Amelia se pone de pie.—¿Tan rápido? —Mi princesa le hace cara triste.—Sí, tenemos que ir a ya sabes qué.Odio cuando hablan de ese modo.—Tienes razón. Las veo el lunes, nenas. —Se levanta.Las tres caminan hasta la salida.Se despide de ambas para luego regresar con nosotros.—Cielo, hoy Renzo fue verme —le informo.Sus ojos detonan preocupación. Mi podre angelito está traumada. Cada vez que él iba no terminaba en nada bueno.—Hoy harán una cena en casa de tus padres y quieren que vayamos todos —finalizo.Poco a poco sus ojitos se iluminan.—¿Alan estará? —inquiere Daniela.
AntonellaPor La mañana despierto más feliz de lo normal, admito que aquella cena no pudo ser mejor de lo que fue. Haber visto a mi familia y a Damián compartir juntos después de tanto tiempo me lleno del alma de felicidad. Ahora sí puedo decir que estoy completo y que todo en mi vida resulta ser excelente.El desayuno está preparado y todo yace en la mesa, principalmente el café del señor posesivo. Si no ve café, entra en crisis. Mi suegra comienza a servirle el desayuno.«Tan viejo y aun la mamá lo consiente. ¡Qué vergüenza!»Dani aún no ha aparecido, lo cual me hace pensar que debe estar de piernas cruzadas con las de mi hermano. Anoche no dejaban de lanzarse miradas pervertidas en frente todos, incluso se hacían insinuaciones. ¡Qué asco!—¿Qué piensas, cielo?«Si supiera que en su hermana y en mi hermano».—En lo que haremos hoy. ¿Qué te parece si vamos de paseo?Me sonríe para asentir.—Genial. ¿Quieres ir, madre? —Bebe de su café.—Por supuesto, mi amor. —Acaricia la mejilla de
Antonella Después de una caminata por la montaña, hemos llegado a casa muy cansados. Yo estoy casi arrastrándome. Damiana es todo lo contrario. Ella está como si no hubiese caminado, y su hijo igual. ¿Esta familia de que está hecha? Me tiro en el suelo bocarriba, con los brazos bien extendidos. Ya no puedo más, mis piernas duelen demasiado. Me encanta caminar, pero jamás había caminado tanto. —¿Estás bien? —Damián se agacha y me sonríe. ¡¿Cómo puede agacharse?! —Estoy muerta —contesto. Se burla. —Vamos, levántate, cielo. Te subiré hasta la habitación. —Me pongo de pie con rapidez—. Habilidosa, todo fue actuado para que yo te cargara. Me encojo de hombros, permitiendo que me cargue. —Solo actué para que me subieras a la habitación. Se detiene. —¡Interesada mujer! Ya lo sabía. Le doy un beso antes de que me baje. —¿Contento? Asiente. —Un poco. Estoy guindada de su cuello y con mi cabeza apoyada en su pecho. «Una foto así, por favor». —Luces tan tierna de esa forma —sus
AntonellaMe levanto de golpe cuando el sonido de la alarma me despierta. Aun toda dormida, lo tomo y lo estampo contra la pared. Eso me lo enseñó Damián. Con todo el pesar del mundo, me pongo de pie, camino al baño y hago mis necesidades; me cepillo y entro en la ducha. Al terminar, salgo y observo a mi infierno, que todavía yace dormido. ¡Cada vez está más flojo! ¡Ya ni quiere trabajar!Entro al vestidor y elijo un jean azul y una franela. Busco zapatos deportivos y, por último, un bolso pequeño, donde solo guardo cuando mucho mi celular. Salgo y comienzo a peinar mi larga cabellera. Cuando estoy lista, me paro a un lado de mi infierno para despertarlo.—Amor —Intento despertarlo—. Amor, despierta. —No me hace caso, así que alzo la voz hasta que logro hacerlo despertar.—¡Cielo, eres tan molesta! —Le hago caras tristes, Damián se acerca a mi lado y me da un beso en la frente—. Lo siento, mi amor.Agarro mi bolso, camino a la salida y abro la puerta, pero antes de salir me detengo a