Damián Al llegar a casa, observo a mis mujeres y a las amigas de Nella reír a carcajadas. Con estas mujeres nadie se aburre. Camino en dirección a ellas y saludo a mi hermosa madre, a mi princesa mayor y luego a mi cielo.—¿De qué ríen? —Inquiero al sentarme a su lado.—Cosas de mujeres. Me alegra que estés aquí —contesta mi cielo.«Si supiera lo estresado que estaba por querer verte.»—Nosotras ya nos íbamos. —Amelia se pone de pie.—¿Tan rápido? —Mi princesa le hace cara triste.—Sí, tenemos que ir a ya sabes qué.Odio cuando hablan de ese modo.—Tienes razón. Las veo el lunes, nenas. —Se levanta.Las tres caminan hasta la salida.Se despide de ambas para luego regresar con nosotros.—Cielo, hoy Renzo fue verme —le informo.Sus ojos detonan preocupación. Mi podre angelito está traumada. Cada vez que él iba no terminaba en nada bueno.—Hoy harán una cena en casa de tus padres y quieren que vayamos todos —finalizo.Poco a poco sus ojitos se iluminan.—¿Alan estará? —inquiere Daniela.
AntonellaPor La mañana despierto más feliz de lo normal, admito que aquella cena no pudo ser mejor de lo que fue. Haber visto a mi familia y a Damián compartir juntos después de tanto tiempo me lleno del alma de felicidad. Ahora sí puedo decir que estoy completo y que todo en mi vida resulta ser excelente.El desayuno está preparado y todo yace en la mesa, principalmente el café del señor posesivo. Si no ve café, entra en crisis. Mi suegra comienza a servirle el desayuno.«Tan viejo y aun la mamá lo consiente. ¡Qué vergüenza!»Dani aún no ha aparecido, lo cual me hace pensar que debe estar de piernas cruzadas con las de mi hermano. Anoche no dejaban de lanzarse miradas pervertidas en frente todos, incluso se hacían insinuaciones. ¡Qué asco!—¿Qué piensas, cielo?«Si supiera que en su hermana y en mi hermano».—En lo que haremos hoy. ¿Qué te parece si vamos de paseo?Me sonríe para asentir.—Genial. ¿Quieres ir, madre? —Bebe de su café.—Por supuesto, mi amor. —Acaricia la mejilla de
Antonella Después de una caminata por la montaña, hemos llegado a casa muy cansados. Yo estoy casi arrastrándome. Damiana es todo lo contrario. Ella está como si no hubiese caminado, y su hijo igual. ¿Esta familia de que está hecha? Me tiro en el suelo bocarriba, con los brazos bien extendidos. Ya no puedo más, mis piernas duelen demasiado. Me encanta caminar, pero jamás había caminado tanto. —¿Estás bien? —Damián se agacha y me sonríe. ¡¿Cómo puede agacharse?! —Estoy muerta —contesto. Se burla. —Vamos, levántate, cielo. Te subiré hasta la habitación. —Me pongo de pie con rapidez—. Habilidosa, todo fue actuado para que yo te cargara. Me encojo de hombros, permitiendo que me cargue. —Solo actué para que me subieras a la habitación. Se detiene. —¡Interesada mujer! Ya lo sabía. Le doy un beso antes de que me baje. —¿Contento? Asiente. —Un poco. Estoy guindada de su cuello y con mi cabeza apoyada en su pecho. «Una foto así, por favor». —Luces tan tierna de esa forma —sus
AntonellaMe levanto de golpe cuando el sonido de la alarma me despierta. Aun toda dormida, lo tomo y lo estampo contra la pared. Eso me lo enseñó Damián. Con todo el pesar del mundo, me pongo de pie, camino al baño y hago mis necesidades; me cepillo y entro en la ducha. Al terminar, salgo y observo a mi infierno, que todavía yace dormido. ¡Cada vez está más flojo! ¡Ya ni quiere trabajar!Entro al vestidor y elijo un jean azul y una franela. Busco zapatos deportivos y, por último, un bolso pequeño, donde solo guardo cuando mucho mi celular. Salgo y comienzo a peinar mi larga cabellera. Cuando estoy lista, me paro a un lado de mi infierno para despertarlo.—Amor —Intento despertarlo—. Amor, despierta. —No me hace caso, así que alzo la voz hasta que logro hacerlo despertar.—¡Cielo, eres tan molesta! —Le hago caras tristes, Damián se acerca a mi lado y me da un beso en la frente—. Lo siento, mi amor.Agarro mi bolso, camino a la salida y abro la puerta, pero antes de salir me detengo a
DamiánMi esposa no debe tardar en llegar. Viene hoy a la empresa a ver los planos y la maquetación de su empresa. Así es, decidí darle como obsequio a mi esposa una futura empresa, ¿Quién le regala una empresa a su esposa? Solo yo. Creo que ella será quien haga brillar esa empresa nueva. Antonella es una mujer inteligente y muy creativa. Tengo la seguridad de que es la indicada para gobernarla. Mi hermana se ocupará de adiestrarla para su futuro cargo como la directora de la compañía.Confieso, que jamás había hecho esto, pero tengo que aceptar que ella, mi pequeño cielo, se lo merece. Ha sido una extraordinaria mujer que me ha enseñado a ver las cosas de otro modo. He mejorado en tan poco tiempo y, lo más importante, ha tocado mi corazón. Esperé por ella más de cuatro años. La deseé como a ninguna otra mujer y ahora la tengo para mí, solo mía.La opresión en mi pecho cada vez se hace más fuerte, es como si quisiera gritarle al mundo y a ella lo que siento, pero no lo hago. Siempre m
Damián Luego de Antonella haberse ido, no me he vuelto a concentrar en mi trabajo debido a que siento mal. Estar peleado con mi mujer no es algo que me haga gracia, mucho menos cuando fui yo quien le hablo de esa manera tan fuerte. Sé que ella quiere hacerme ser un mejor hombre, reconozco que en ocasiones, o mejor dicho, la mayoría de las veces no soy bueno con mis empleados, incluso Trino por lo general suele reprenderme como ella.Sí, quizás deba aprender a valorar a mis empleados, después de todo gracias a ellos y a su gran trabajo es que esta empresa funciona.Dejo de pensar tanto en esto y me centro en la puerta la cual alguien está tocando.—Adelante —digo desde mi lugar.—¿Se puede saber qué le hiciste a Antonella? —Trino toma asiento frente a mí.—Te lo resumiré. Prácticamente, le dije que no se metiera en mis asuntos del trabajo. Ella admiró la maquetación que hizo Fernando, y tú sabes cómo soy yo. Intentó hacerme cambiar de opinión, pero yo solo la traté mal.Acaricia su
AntonellaLlegamos al restaurante de la universidad para ir a merendar algo. Mi estómago ruge como un león salvaje. Esta mañana no me dio oportunidad de comer en casa. Por culpa de mi marido salí tarde. Damián quiere hacerme suya a cada instante y en cada lugar de la casa. Un día de estos presiento que lo haremos en el jardín. Anoche mismo solucionamos nuestras diferencias. No podía seguir enojada con él. Sería estúpido de mi parte seguir enfadada por algo que más adelante se puede mejorar. No todo puede ser perfecto entre nosotros. Sé que en su empresa las decisiones las tomas él, y eso no lo puedo cambiar, aunque si me gustaría que no los tratara tan fuerte y fuese más flexible.Hoy saldré a comprar lo que me falta para el cumple de Damián. Ya falta poco y necesito todo listo. Tengo muchas sorpresas para él y me estoy preparando para que nada salga mal. Quiero asegurarme de que no habrá ningún imbécil con planes de arruinar la noche. Eso sería mi fin.—¿Qué más necesitas, nena?
Damián—¿Se puede saber qué piensas? —Inquiero al verla tan pensativa.Ella voltea verme y muerde su labio. —No sé cómo preguntarte.—Sabes que puedes preguntarme lo que quieras, Antonella, yo siempre te responderé con la verdad.No sé qué le preocupa.—¿Por qué yo? —frunzo mi ceño por no comprenderla, de hecho casi nunca logro comprender sus interrogantes repentinas.—No te entiendo, cielo.Ella se acomoda mejor.—Me refiero a por qué casarte conmigo cuando tienes detrás de ti mujeres hermosas y con fascinantes cuerpos. Yo ni les llego a los talones.Me siento y le pido que suba sobre mis piernas de frente a mí.—Muy fácil, porque solo tú causaste un gran efecto que ellas no.Respondo, ella parece no complacida. Quizás resumí mucho y esperaba algo más detallado, preciso.—Debe haber algo más.Asiento.—No sé cómo expresarlo. —Subo el tirante de mi camisa—. Primero, es cierto que no le llegas ni a los talones a esas hermosas mujeres —ella abre sus ojos, creo que no me estoy explicand