Andrew Baker
¿Había escuchado eso? ¿Mi hermano era un gigoló? ¿Tenía sexo con Úrsula? ¿Desde cuándo? Los dientes tiritaban de furia. Úrsula intentaba zafarse del agarre de Aiden. Después de lo que dijo Charlotte mi ira aumentó.
—Aléjate de mi hermano.
Apenas pude hablar cuando los pensamientos más bizarros aparecían en mi mente. Mi pequeño hermano seducido por la prostitución...
Tomé el brazo de Charlotte y me puse delante de ella en modo de protección. Aiden estaba pálido.
—Andrew...yo...—intentó explicarse Úrsula. Pero negué levantando al mismo tiempo una mano en el aire para que se detuviera.
—Escuché claramente todo. No es necesario que lo intenté cambiar... haga el favor de largarse ahora mismo de la oficina, o
Charlotte MurphyEstábamos los cuatro en la mesa en medio de la terraza, una noche estrellada -me lo contó Aiden- para nuestra suerte y el temperamento de Andrew se había apaciguado por el momento. Aiden sostenía mi mano por debajo de la mesa, y con su dedo acariciaba mi anillo de compromiso. Estaba feliz a excepción del momento de Úrsula.—¿Estás bien? —su voz llenó mis oídos.—Si...—¿Qué tienen ustedes? Andan muy risitas y susurradores....La voz de Lizzy nos hizo pinchar la burbuja en la que estábamos.—Nada. ¿Cuántos cumples? —cambió de tema rápido Aiden a Lizzy.—Eso no se dice porque...—Treinta años...—Andrew la interrumpió.—¡No es cierto! —exclamó Lizzy entre risas y su to
Aiden Baker Estaba nervioso. Simplemente nervioso. Estaba al lado de mi padre en la parrilla de acero inoxidable que le habíamos regalado en la navidad pasada. Desde aquí podía ver a Charlotte sentada platicando animadamente con Lizzy, mi hermana, mi madre y Andrew. Ava correteaba con el papalote que le había traído Lizzy. Se veía feliz corriendo por todo el jardín. —¿A qué horas vamos a anunciar tu compromiso? Quiero ver la cara de tu madre y la de tu hermana cuando escuchen y vean el anillo de compromiso de mi madre en el dedo anular de Charlotte. Podía ver la sonrisa de mi padre expandiéndose poco a poco por todo su rostro. —Gracias. —¿Por qué? —Por el anillo. Podía comprar uno, ¿lo sabes? —Pero no uno con historia. Ese anillo ha pasado más de cinco generaciones, y esta no será la excepción. ¿Hablaste lo de la operación? Benjamín llega mañana y le envié el informe médico de ella
Las noticias habían corrido como pólvora cuando Aiden Baker y Charlotte Murphy anunciaban su compromiso. Las revistas estaban locas por obtener la primicia del evento, y los reporteros ansiaban saber más de la mujer que había atrapado el corazón del multimillonario: Aiden Baker.El mundo se sorprendió al descubrir que la hermosa mujer de ojos marrones, maestra de piano de uno de los mejores conservatorios de música de la ciudad, era una ex concertista, que debido a un accidente había quedado ciega. Y el amor por la nueva protagonista, para muchas eran como un cuento de hadas y con el príncipe al rescate.Era una historia que estaba en boca de todo mundo.Hasta qué...—Eso no puede ser cierto. Yo...yo...—Tartamudeó, negó confundido, ladeó su rostro, de un lado y luego del otro, se pasó ambas manos por el uniforme naranja chillón, las manos c
Charlotte Murphy El miedo que me embargaba era demasiado grande. Tenía temor de no poder recuperar lo que una vez tuve. Prometía dentro de mí que si la operación era exitosa, me dedicaría a ser feliz. A seguir valorando lo que tenía alrededor y verlo con un nuevo color. Aiden acariciaba mi espalda para tranquilizar los nervios mientras esperábamos al doctor en su consultorio. —Calma. —susurró cerca de mí. Debió sentir mi cuerpo tenso. —No me pidas eso, es imposible detener mis nervios. Había decidido operarme antes de nuestra boda. Quería ver a Aiden esperando en el altar. Quería ver mi vestido de novia y al resto del mundo. Sabía que tenía seis meses para la boda, a pesar de las quejas de Aiden que quería festejarlo en tres meses, se cambió a seis. Quería estar bien de mi vista cuando diéramos el «si» ante el mundo, a nosotros mismos. No quería estar recién operada. Necesitaría ad
Aiden BakerCUATRO DÍAS DESPUÉS.«DÍA DE LA OPERACIÓN»Estábamos todos en la sala de espera, Charlotte había entrado hace doce horas al quirófano. Casi no pude estar a su lado, tenía Benjamín que hacerle muchos estudios desde el día de ayer. Aflojé mi corbata, estaba empezando a impacientarme.—Hijo, tienes que tranquilizarte. —mi madre apretó mi mano.—No puedo madre. Tengo los nervios a tope, tengo que saber que ella está bien.—No puedes entrar en medio de una operación para preguntar eso, hermano. —soltó Andrew mientras me entregaba un vaso con café de una máquina. Lizzy estaba sentad
Aiden BakerLas luces golpeaban mi rostro. Mi respiración empezaba agitarse de nuevo, la ansiedad, el pánico me invadieron. Lo único que quería era entender por qué la vida me trata así, ¿Por qué me ha quitado lo más hermoso que he tenido en mi vida?—¿Hijo? —la voz de mi madre era susurrante, sentí como apretó mi brazo para llamar mi atención.Me senté bruscamente en el sillón. Todos estaban dormidos en la misma sala de espera. Arrugué mi entrecejo. La respiración se agitaba aún más y recordé las palabras de Benjamín.—Madre...—las lágrimas empezaban a enfilar para soltar el dolor que se estaba arremolinando en mi pecho y garganta.—Tranquilo. Charlotte aún sigue en la operación....Me quedé estupefacto.
Charlotte Murphy Sentí su tacto. Si, era tan cálido, y su aroma siempre tan agradable. Un aroma que mi sistema ya tenía registrado. Y podría olerlo sea donde sea, siempre sería de él. Aiden. Acariciaba mis dedos, y subía y bajaba con su yema, se brincaba al otro dedo, y repetía lo mismo con los demás. Supongo que quería despertarme. Pero yo quería seguir sintiéndolo. Necesitaba que lo hiciera, estábamos en un punto donde sabríamos si podría mirarlo de nuevo. ¿Y si no, Charlotte? Tendría que describirme detalladamente nuestra boda. Y habría conflicto si se le pasara algo importante. Se lo recordaría por el resto de nuestras vidas. Sonreí mentalmente a ello. —¿Charlotte? —Mmmm. —Despierta, nena. —Si... Realmente quería seguir durmiendo, pero el tono de Aiden era de ansiedad. No sabía si era por qué había pasado algo más, o era porque ya iban a retirar la venda y sabríamos si
Aiden Baker Creo que son los minutos más eternos de mi vida. Benjamín le preguntaba a Charlotte si podía ver. Él arrugó su frente intrigado en alguna respuesta por parte de ella. En sí la operación fuera un éxito, todo dependía de ella. —¿Charlotte? —susurré cerca de su oído. —No veo. El nudo en mi estómago se engarrotó de golpe. Sentí como la frustración, la decepción y el temor subían por mi garganta. —¿Qué es lo que miras? ¿Negro? ¿Manchas? ¿Tiras de luz? Sus ojos se cristalizaron, y al cerrarse se desparramaron las lágrimas por sus mejillas. El sollozo no pudo ser ocultado a tiempo cuando su mano se fue a su boca. —Tranquila. Es cuestión de tiempo...—murmuró Benjamín también sorprendido. —¿De tiempo? ¿Cuánto? —Pregunté al mismo tiempo que ella extendió sus manos en mi búsqueda. La abracé mientras su rostro se escondía en mi pecho. —Demos más tiempo, Baker. Descansa Charlotte,