Aiden Baker
Las luces golpeaban mi rostro. Mi respiración empezaba agitarse de nuevo, la ansiedad, el pánico me invadieron. Lo único que quería era entender por qué la vida me trata así, ¿Por qué me ha quitado lo más hermoso que he tenido en mi vida?
—¿Hijo? —la voz de mi madre era susurrante, sentí como apretó mi brazo para llamar mi atención.
Me senté bruscamente en el sillón. Todos estaban dormidos en la misma sala de espera. Arrugué mi entrecejo. La respiración se agitaba aún más y recordé las palabras de Benjamín.
—Madre...—las lágrimas empezaban a enfilar para soltar el dolor que se estaba arremolinando en mi pecho y garganta.
—Tranquilo. Charlotte aún sigue en la operación....
Me quedé estupefacto.
Charlotte Murphy Sentí su tacto. Si, era tan cálido, y su aroma siempre tan agradable. Un aroma que mi sistema ya tenía registrado. Y podría olerlo sea donde sea, siempre sería de él. Aiden. Acariciaba mis dedos, y subía y bajaba con su yema, se brincaba al otro dedo, y repetía lo mismo con los demás. Supongo que quería despertarme. Pero yo quería seguir sintiéndolo. Necesitaba que lo hiciera, estábamos en un punto donde sabríamos si podría mirarlo de nuevo. ¿Y si no, Charlotte? Tendría que describirme detalladamente nuestra boda. Y habría conflicto si se le pasara algo importante. Se lo recordaría por el resto de nuestras vidas. Sonreí mentalmente a ello. —¿Charlotte? —Mmmm. —Despierta, nena. —Si... Realmente quería seguir durmiendo, pero el tono de Aiden era de ansiedad. No sabía si era por qué había pasado algo más, o era porque ya iban a retirar la venda y sabríamos si
Aiden Baker Creo que son los minutos más eternos de mi vida. Benjamín le preguntaba a Charlotte si podía ver. Él arrugó su frente intrigado en alguna respuesta por parte de ella. En sí la operación fuera un éxito, todo dependía de ella. —¿Charlotte? —susurré cerca de su oído. —No veo. El nudo en mi estómago se engarrotó de golpe. Sentí como la frustración, la decepción y el temor subían por mi garganta. —¿Qué es lo que miras? ¿Negro? ¿Manchas? ¿Tiras de luz? Sus ojos se cristalizaron, y al cerrarse se desparramaron las lágrimas por sus mejillas. El sollozo no pudo ser ocultado a tiempo cuando su mano se fue a su boca. —Tranquila. Es cuestión de tiempo...—murmuró Benjamín también sorprendido. —¿De tiempo? ¿Cuánto? —Pregunté al mismo tiempo que ella extendió sus manos en mi búsqueda. La abracé mientras su rostro se escondía en mi pecho. —Demos más tiempo, Baker. Descansa Charlotte,
Charlotte Murphy Sentí como el aroma se impregnó en mis fosas nasales, el olor me daba náuseas y estuve a punto de levantarme, pero no me podía mover. Mi cuerpo estaba inerte. No podía abrir mis ojos ya que algo me los cubría fuertemente. Las notas musicales de piano empezaron a escucharse. Intenté moverme pero era imposible. Moví dificultosamente mis pies...y para mi sorpresa estaba descalza. ¿Qué está pasando? Intenté hablar pero no pude. Es como si estuviera en trance. O algo parecido. El miedo empezó a llenarme por completo. ¿Dónde estaba? ¿Por qué mi cuerpo no se podía mover? ¿Dónde estaba Aiden? Sentí un pinchazo en mi brazo, y lo que haya sido, quemaba por dentro. Intenté luchar pero ni un centímetro pude moverme, o reaccionar. La oscuridad me abrazó en segundos.... Estaba descalza y el césped estaba a mis pies. Picaba, pero al mismo tiempo me agradaba. Levanté la vista, y a
Andrew Baker —¡NO ME IMPORTA! ¡QUIERO A TODO EL PUTO MUNDO BUSCÁNDOLA HASTA DEBAJO DE LAS PIEDRAS! ¡ELLA TIENE QUE APARECER! El grito desesperado de mi hermano Aiden fue abrumador. Ya habían pasado cinco horas desde el secuestro de Charlotte y no teníamos ninguna señal, o pista para llegar a ella. Lizzy lloraba desconsoladamente a mi lado, y del otro lado mi madre abrazada de mi hermana quien estaba peor que Lizzy. Mi padre estaba al móvil y se apretaba el puente de la nariz. Estábamos desconcertados y muy desesperados por saber de Charlotte. El pánico estaba latente. Toda la gente de servicios especiales y nuestros equipos de seguridad estaban en movimiento buscando toda pista. Desde las cámaras, hasta los vuelos internacionales...temíamos por que sacaran a Charlotte fuera del país...pero sinceramente pensaba que no. Si era Mitchell, él buscaría la manera de cobrar lo que habíamos hecho...me detuve. —No lo creo
Charlotte Murphy Un golpe en mi rostro fue lo que me trajo lejos del sueño en el que me encontraba. No podía abrir mis ojos, aún seguían cubiertos con algo. El dolor se hizo más fuerte en toda mi cabeza, me sentí mareada. —¿Estás despierta? —su voz me puso alerta. —¿A-Austin? —apenas pude susurrar. Apreté mis ojos con fuerza. —Mira, mira. Creí que te habías muerto en ese departamento y el infierno que desaté. Que bien se siente estar aquí pero no como el torturado. Si no como el…torturador. Comencé a temblar. Esto no estaba pasando. ¿Pasar dos infiernos en sus manos? ¡No¡¡No! ¡No era justo! —¿Sabes algo? Tu querido prometido y tu cuñado me trajeron aquí hace dos meses, y me torturaron como no tienes idea. Si pudieras ver las quemaduras que me ocasionó tu cuñado, aunque me queda decir que el muy idiota no se dio cuenta que la freidora estaba encendida, pero en sí, la tortura es tortura al f
Aiden Baker Estaba empezando a desesperarme, la bodega estaba rodeada con el equipo especial. No tenían escapatoria. El grito desgarrador de Charlotte hizo que me levantara de mi lugar para salir y entrar a destrozar al maldito. El corazón latía desesperado al grado de llorar de la impotencia. La mano de Andrew me detuvo. —Espera, no lo arruines. Deja que actúen ellos. —¡Es ella! ¡Está gritando mi nombre! ¡Está esperando que la salve! ¡Y yo aquí! ¡Está gritando! —las lágrimas de furia salieron de mí. Andrew estaba sorprendido, nunca me había visto llorar. Solté un golpe en el asiento del carro. Otro grito desgarrador con mi nombre. No pude aguantar. Todo sucedió en cámara lenta. Bajé del auto blindado, y escuché que me detuviera. Pero no me importaba, solo ella importaba, y tenía que salvarla. Cueste lo que cueste... Empujé la puerta con mi hombro con tal fuerza que se abrió en el primer i
Voces... —¡Uno! ¡Dos! ¡Despejen! Charlotte...regresa nena —¡De nuevo, maldita sea! ¡Uno, dos, despejen! Un susurro... Charlotte, no me dejes, regresa a mi...todavía nos falta mucho que vivir...respira...solo tienes que respirar... —¡Sigan intentando! ¡Uno, dos, despejen! —¡Tenemos el pulso! ¡Está de regreso! —Gracias nena, gracias...gracias por no dejar a este hombre... gracias.... Llanto. Susurros. —Ves, Charlotte es fuerte. Silencio. *** El sonido de la maquina era el único ruido en toda la habitación. La luz de la tarde se había esfumado. Charlotte había llegado con el pulso débil. Con un golpe en el cráneo, llevándola a un estado de coma por dos largos meses. Sus signos vitales seguían estables. La alimentaban por una sonda y el respirador y llevaba un mes sin él. —Nena regresa por favor... Charlotte escuchó la súplica. Su
FinalCharlotte fue la mujer más hermosa vestida de novia que Aiden pudiera ver, su cabello castaño en ondas perfectas caía de un lado y el resto por su espalda, apretó con fuerza el ramo de rosas blancas, Aiden se volvió hacia ella y atrapó la mano para poner el anillo de su unión.—Con este anillo quiero confirmar que es lo mejor que nos ha pasado, que doy gracias al destino por habernos cruzado hace años atrás, te has metido debajo de mi piel, has calado en lo más profundo de mi ser, que has puesto mi mundo al revés y me encanta que lo sigas haciendo cada vez que te veo sonreír, esos hoyuelos que me vuelven loco…toda tú, eres lo más puro que he podido tener en mi vida, espero…—Aiden se le quebró la voz, Charlotte se dio cuenta y a ella se le cristalizaron sus ojos marrones, su respiración era inestab