Las noticias habían corrido como pólvora cuando Aiden Baker y Charlotte Murphy anunciaban su compromiso. Las revistas estaban locas por obtener la primicia del evento, y los reporteros ansiaban saber más de la mujer que había atrapado el corazón del multimillonario: Aiden Baker.
El mundo se sorprendió al descubrir que la hermosa mujer de ojos marrones, maestra de piano de uno de los mejores conservatorios de música de la ciudad, era una ex concertista, que debido a un accidente había quedado ciega. Y el amor por la nueva protagonista, para muchas eran como un cuento de hadas y con el príncipe al rescate.
Era una historia que estaba en boca de todo mundo.
Hasta qué...
—Eso no puede ser cierto. Yo...yo...—Tartamudeó, negó confundido, ladeó su rostro, de un lado y luego del otro, se pasó ambas manos por el uniforme naranja chillón, las manos c
Charlotte Murphy El miedo que me embargaba era demasiado grande. Tenía temor de no poder recuperar lo que una vez tuve. Prometía dentro de mí que si la operación era exitosa, me dedicaría a ser feliz. A seguir valorando lo que tenía alrededor y verlo con un nuevo color. Aiden acariciaba mi espalda para tranquilizar los nervios mientras esperábamos al doctor en su consultorio. —Calma. —susurró cerca de mí. Debió sentir mi cuerpo tenso. —No me pidas eso, es imposible detener mis nervios. Había decidido operarme antes de nuestra boda. Quería ver a Aiden esperando en el altar. Quería ver mi vestido de novia y al resto del mundo. Sabía que tenía seis meses para la boda, a pesar de las quejas de Aiden que quería festejarlo en tres meses, se cambió a seis. Quería estar bien de mi vista cuando diéramos el «si» ante el mundo, a nosotros mismos. No quería estar recién operada. Necesitaría ad
Aiden BakerCUATRO DÍAS DESPUÉS.«DÍA DE LA OPERACIÓN»Estábamos todos en la sala de espera, Charlotte había entrado hace doce horas al quirófano. Casi no pude estar a su lado, tenía Benjamín que hacerle muchos estudios desde el día de ayer. Aflojé mi corbata, estaba empezando a impacientarme.—Hijo, tienes que tranquilizarte. —mi madre apretó mi mano.—No puedo madre. Tengo los nervios a tope, tengo que saber que ella está bien.—No puedes entrar en medio de una operación para preguntar eso, hermano. —soltó Andrew mientras me entregaba un vaso con café de una máquina. Lizzy estaba sentad
Aiden BakerLas luces golpeaban mi rostro. Mi respiración empezaba agitarse de nuevo, la ansiedad, el pánico me invadieron. Lo único que quería era entender por qué la vida me trata así, ¿Por qué me ha quitado lo más hermoso que he tenido en mi vida?—¿Hijo? —la voz de mi madre era susurrante, sentí como apretó mi brazo para llamar mi atención.Me senté bruscamente en el sillón. Todos estaban dormidos en la misma sala de espera. Arrugué mi entrecejo. La respiración se agitaba aún más y recordé las palabras de Benjamín.—Madre...—las lágrimas empezaban a enfilar para soltar el dolor que se estaba arremolinando en mi pecho y garganta.—Tranquilo. Charlotte aún sigue en la operación....Me quedé estupefacto.
Charlotte Murphy Sentí su tacto. Si, era tan cálido, y su aroma siempre tan agradable. Un aroma que mi sistema ya tenía registrado. Y podría olerlo sea donde sea, siempre sería de él. Aiden. Acariciaba mis dedos, y subía y bajaba con su yema, se brincaba al otro dedo, y repetía lo mismo con los demás. Supongo que quería despertarme. Pero yo quería seguir sintiéndolo. Necesitaba que lo hiciera, estábamos en un punto donde sabríamos si podría mirarlo de nuevo. ¿Y si no, Charlotte? Tendría que describirme detalladamente nuestra boda. Y habría conflicto si se le pasara algo importante. Se lo recordaría por el resto de nuestras vidas. Sonreí mentalmente a ello. —¿Charlotte? —Mmmm. —Despierta, nena. —Si... Realmente quería seguir durmiendo, pero el tono de Aiden era de ansiedad. No sabía si era por qué había pasado algo más, o era porque ya iban a retirar la venda y sabríamos si
Aiden Baker Creo que son los minutos más eternos de mi vida. Benjamín le preguntaba a Charlotte si podía ver. Él arrugó su frente intrigado en alguna respuesta por parte de ella. En sí la operación fuera un éxito, todo dependía de ella. —¿Charlotte? —susurré cerca de su oído. —No veo. El nudo en mi estómago se engarrotó de golpe. Sentí como la frustración, la decepción y el temor subían por mi garganta. —¿Qué es lo que miras? ¿Negro? ¿Manchas? ¿Tiras de luz? Sus ojos se cristalizaron, y al cerrarse se desparramaron las lágrimas por sus mejillas. El sollozo no pudo ser ocultado a tiempo cuando su mano se fue a su boca. —Tranquila. Es cuestión de tiempo...—murmuró Benjamín también sorprendido. —¿De tiempo? ¿Cuánto? —Pregunté al mismo tiempo que ella extendió sus manos en mi búsqueda. La abracé mientras su rostro se escondía en mi pecho. —Demos más tiempo, Baker. Descansa Charlotte,
Charlotte Murphy Sentí como el aroma se impregnó en mis fosas nasales, el olor me daba náuseas y estuve a punto de levantarme, pero no me podía mover. Mi cuerpo estaba inerte. No podía abrir mis ojos ya que algo me los cubría fuertemente. Las notas musicales de piano empezaron a escucharse. Intenté moverme pero era imposible. Moví dificultosamente mis pies...y para mi sorpresa estaba descalza. ¿Qué está pasando? Intenté hablar pero no pude. Es como si estuviera en trance. O algo parecido. El miedo empezó a llenarme por completo. ¿Dónde estaba? ¿Por qué mi cuerpo no se podía mover? ¿Dónde estaba Aiden? Sentí un pinchazo en mi brazo, y lo que haya sido, quemaba por dentro. Intenté luchar pero ni un centímetro pude moverme, o reaccionar. La oscuridad me abrazó en segundos.... Estaba descalza y el césped estaba a mis pies. Picaba, pero al mismo tiempo me agradaba. Levanté la vista, y a
Andrew Baker —¡NO ME IMPORTA! ¡QUIERO A TODO EL PUTO MUNDO BUSCÁNDOLA HASTA DEBAJO DE LAS PIEDRAS! ¡ELLA TIENE QUE APARECER! El grito desesperado de mi hermano Aiden fue abrumador. Ya habían pasado cinco horas desde el secuestro de Charlotte y no teníamos ninguna señal, o pista para llegar a ella. Lizzy lloraba desconsoladamente a mi lado, y del otro lado mi madre abrazada de mi hermana quien estaba peor que Lizzy. Mi padre estaba al móvil y se apretaba el puente de la nariz. Estábamos desconcertados y muy desesperados por saber de Charlotte. El pánico estaba latente. Toda la gente de servicios especiales y nuestros equipos de seguridad estaban en movimiento buscando toda pista. Desde las cámaras, hasta los vuelos internacionales...temíamos por que sacaran a Charlotte fuera del país...pero sinceramente pensaba que no. Si era Mitchell, él buscaría la manera de cobrar lo que habíamos hecho...me detuve. —No lo creo
Charlotte Murphy Un golpe en mi rostro fue lo que me trajo lejos del sueño en el que me encontraba. No podía abrir mis ojos, aún seguían cubiertos con algo. El dolor se hizo más fuerte en toda mi cabeza, me sentí mareada. —¿Estás despierta? —su voz me puso alerta. —¿A-Austin? —apenas pude susurrar. Apreté mis ojos con fuerza. —Mira, mira. Creí que te habías muerto en ese departamento y el infierno que desaté. Que bien se siente estar aquí pero no como el torturado. Si no como el…torturador. Comencé a temblar. Esto no estaba pasando. ¿Pasar dos infiernos en sus manos? ¡No¡¡No! ¡No era justo! —¿Sabes algo? Tu querido prometido y tu cuñado me trajeron aquí hace dos meses, y me torturaron como no tienes idea. Si pudieras ver las quemaduras que me ocasionó tu cuñado, aunque me queda decir que el muy idiota no se dio cuenta que la freidora estaba encendida, pero en sí, la tortura es tortura al f