Érika Camel Aún no me podía creer que este hombre tuviera la poca vergüenza de aparecer frente a mi, después de haberme privado de la más elemental libertad durante 15 días completos. Era una suerte que mi padre no se encontrara en su habitual horario de visita esta mañana de lo contrario lo sacaría a patadas de la comisaría. La paciencia interminable de Alejandro Camel está llegando a su fin. Estaba tan furiosa, tan cansada de estar todo el tiempo de mal humor, que no le daría el gusto de que supiera cuánto me estaba afectando se presencia en este sitio. Casi veinte días habían pasado desde que no lo veía, veinte días de no estar en su presencia. ¿Cambio algo durante ese tiempo? Si, algo cambio en mi. No me creía como pude estar tan embobada por ese Alemán, como para perder del todo el sentido común. Si mi noción del peligro no se hubiera desactivado por estar en las nubes, pues me podría hacer dado cuenta que era peligroso lo qué hacía. —Hablemos de ese embarazo entonc
Derek Mayer Mirar la ciudad de New York desde la vidriera de el despacho de la empresa se había vuelto mi único momento de paz, aunque aún me costaba concentrarme solo en la vista. Mi mente trabajaba tan a prisa recopilando retazos de momentos que me llevaban a siempre al mismo punto… Érika. Llevaba una semana maldiciéndome por lo bajo. ¿Y como No? ¿Cómo había sido capaz de besarla? ¿Como pude provocarla tanto al punto de decirle que le quitaría a un hijo que no tengo idea si es mío?. Eso sin mencionar la idiotez de decirle que había regresado a mi compromiso con Rocci, a la cual no deseo ver ni en pintura. ¿Como me pude aprovechar de su encarcelamiento para humillarla. Solo tenía una explicación coherente a todas esas preguntas. Lo había hecho porque soy el más idiota y bruto de los hombres que han pisado la faz d de la tierra. Érika me lastimó, y cuando la vi tan tranquila, en calma y no arrastrándose como yo, pues me dio coraje que yo solo sufriera mientras que el
Erika Camel Estos barrotes más que cortarme la libertad, me cortan el oxígeno. Ya prácticamente no consigo respirar. Me cuesta relajarme y estoy en un estrés contante. Mi alimentación va de mal en peor, aunque me obligo a comer, únicamente me interesa mantenerme sana por mi embarazo. Aún así incluso aquí tengo rutinas que no me permiten desmoronarme. No permitiré que nadie me vea destruida, por encima de todo soy una guerrera, una mujer fuerte que no se deja vencer por las adversidades. Me obligo a levantarme temprano del camastro que tengo por cama, me estiro y hago un poco de yoga para no estar completamente sedentaria, eso no es propio de mi. Luego me cepillo los dientes y me cepillo prolijamente el cabello en espera que uno de los guardias me lleve a los baños comunes para tomar una ducha y ponerme ropa limpia. Lo peor no es estar recluida, es la pérdida total de tu propia privacidad. Esa es la imagen que muestro, pero en mi interior las cosas son muy distintas. Ya casi se
Derek Mayer Salimos al parqueo, y me encamine dando grandes zancadas hacia mi auto. Dominico me seguía de cerca y abordó en el asiento del copiloto sin perder el tiempo. Puse el motor del auto en marcha y conduje a través de la plataforma de salida con destino a la avenida. Parece que le Karma escogió un momento oportuno para molestar, pues me es imposible avanzar un kilómetro sin toparme con un embotellamiento. El GPS del coche avisa que el tapón en la avenida demorará al menos otros treinta minutos. Golpeó el tiemon y maldigo por lo bajo por mi maldita suerte. Dominico tamborileaba con sus dedos en el tablero del coche, al ritmo de Roar. —¿Tienes que escuchar ciertamente esa música? ¿Esa precisamente?— pregunté tratando de transmitirle mi frustración. No era Justo, pero no quería ser el único enojado con el maldito tránsito de Manhattan. —¿Qué debería oír Bro? — preguntó con una sonrisa y moviéndose al ritmo de los acordes del pop—¿La novena sinfonía de Bethoven? ¿O tal vez a
Derek MayerPasaban las tres de la tarde cuando el auto se detuvo frente a la verja de la residencia de los Camel. Detuve el coche ansioso y sin saber cómo Demonios presentarme. Si el cielo antes estaba brillante con un sol caliente y tibio, para este momento las nubes amenazaban por desbordarse sobre la tierra en cualquier instante. Hasta el clima se oponía a mi visita. Maldije por lo bajo y mire a mi hermano tratando que dijera alguna estupidez para hacerme sentir menso tenso. —¿Nervioso? — fue la única palabra que articulo. Ni siquiera el término "Nervioso" cubría cómo me sentía. Me terminarían por salir unas cuantas canas después de esto. Ni siquiera venía a pedir la mano de Érika, aún no; pero me sentía más nervioso que si esa fuera la causa de mi visita.La propiedad entera delataba el poder de la familia que la habitaba. Hasta el propio Dominico se quedó sin habla.Y que mi hermano no tenga ningún chiste o sandez que decir si es absolutamente raro. Tres segundos después de
Derek Mayer Completamente solo en el despacho del padre de Érika Camel aguardo por que le avisen que estoy aquí esperando por ella y que no se niegue neciamente a encontrarse conmigo. Espero ansioso y con el corazón repicandome en el pecho desbocado a toda velocidad. Pudiera romper un récord de velocidad de contracciones del miocardio ahora mismo. Aún no puedo saber si se negará a verme después de nuestro tormentoso encuentro en la sala de interrogatorios de la comisaría de la semana pasada «en verdad fue desastrosa esa visita». Acepto que fue mi culpa, deseaba tanto hacerla rabiar y sacarla de la coraza de calma que me mostraba, y lo conseguí aunque ahora me arrepienta de ello. Debe continuar molesta y con razón. Hace menos de una semana que nos vimos y parece que fue hace una vida. Mi única esperanza es que no se niegue a verme y que se muestre coherente con lo que decía sentir por mí y no lo haya olvidado del todo. Repaso las paredes llenas de libreros perfectamente organizados
Érika Camel Cuando Julie subió a avisarme que Derek Mayer había llegado de visita, además que estaba aquí dentro de casa y hablando con papá no di crédito a esa visita tan sorpresiva. «¿Cómo diablos se había enterado tan pronto ese idiota de que ya yo estaba libre?»Aun no se cumplían tres horas de que estaba en libertad.No podía entender su falta de vergüenza. ¿A que venía? A decir que no estaba satisfecho con mi liberación? ¿O a llorar para que me dieran Cadena perpetua? Me llene de indignación, no podía con la desfachatez de ese hombre. Aparecer aquí me convencía del tipo de hombre que era «un maldito resentido rencoroso», como se atrevía a venir a esta casa después que por su obstinación estuve confinada y privada d emi libertad tres semanas completas. ¡Tres malditas semanas encerradas!. Solo me restaba confiar en su miedo... y que él muy idiota no fuera a hacer ninguna estupidez en mi contra o en contra d elos mios... porque ahí si que me iba a conocer en serio. Lo que vi
Érika Camel Continuó rondando mi habitación como una hiena en una jaula, «dudo que las leonas lleguen a este turbio estado mental». Doy vueltas esperando que aparezca alguien por esa puerta, solo le pido al cielo que no sea el mismísimo Derek quien e toque. No se atrevería tanto. Me tenso ante la idea, aunque no desee verlo ni en pintura, no puedo evitar la tensión sexual que nos rodea en cintó nos quedamos solos. Es como un iman poderoso tirando d emi voluntad hasta que me estrello contra él. Así que...¡No! De ninguna manera puedo estar a solas con él a puerta cerrada y con una cama enorme en medio de la discusión. «Papá no le permitiría subir » me calmo y deshecho la idea de que pueda acercarse a la segunda planta y tocar la puerta d emi habitación. Mi mente máquina todas las posibles causas de Derek para estar aquí pero solo descubro consecuencias. Es obvio que no vino a hacerse el buen ciudadano y a disculparse por sus modos trogloditas. Tampoco creo que en su vocabulario exis