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Capitulo 1: Mi Nombre es Simon

En un bosque oscuro donde solo la luna dejaba ver por momentos el lugar, se libraba una batalla campal donde se podía ver diferentes personas luchando por vivir, se veían cuerpos inertes por heridas mortales y guerreros con heridas muy graves que no les permitían moverse, corriendo de un lado a otro se veían los animales huyendo despavoridos por el aura de muerte que emanaban estos encapuchados.

El sonido del metal chocando y el grito de diferentes personas peleando retumbaba en todo el lugar, hachas, sables, mandobles y otras armas raras se entrelazaban y volaban sin cesar, a lo lejos se veía la pelea más importante de todas; solo dos luchadores, un hombre y una mujer empuñando espadas japonesas también conocidas como katanas disputaban su vida en ese enfrentamiento en el cual solo quedaría uno de ellos en pie. Luchaban ágilmente y como espadachines profesionales reflejando de esta manera el duro entrenamiento que tuvieron, las espadas chocaban y sonaban de tal forma que se escuchaba en todo el bosque, bloqueaban los golpes con sus espadas para evitar cortes mortales, saltaban y rodaban para esquivar los ataques que podrían causar heridas muy graves, pero sobre todo se miraban como si esa pelea fuera la más esperada en toda su vida.

El hombre se agacho mientras una espada paso cortando el viento sobre él, evitando así que le corte la cabeza, rodo sobre su espalda y le dio una patada en el vientre para alejar a su contrincante; se levantó y la miro preparado para lanzarse sobre ella mientras su oponente respiraba profunda y pesadamente retomando la serenidad, con una sonrisa macabra lo miro y corrió saltando sobre él, con su espada apuntando a la cabeza cayo colocando todo su peso esperando que ese golpe le dé la victoria pero el esquivó el golpe fácilmente moviéndose hacia un lado, luego agito el brazo horizontalmente con mucha fuerza intentando cortar a su enemigo, esta se agacho y con las manos en el suelo lanzo una patada girando sobre su cuerpo, logrando asestarle en la pierna y hacerlo caer.

Ella se colocó sobre él de manera tan rápida que no lo dejó reaccionar y coloco su espada apuntando sobre su cabeza, se veía el reflejo de la luna en el metal, ella sonríe y lo mira con unos ojos tan oscuros que podrían asustar hasta el más valiente y penetrar su alma como si fuera el mismo infierno. Con una gran sonrisa macabra lo mira dándole a entender que esta era su victoria, le dice orgullosamente. – ¡¿Cuáles son tus últimas palabras hermanito?!—

Hola mi nombre es simón y en este momento me encuentro en una situación un poco delicada, sé que es raro que les diga esto pero mi hermana está a punto de matarme y lo más raro es que parece que lo está disfrutando, sé que las clásicas peleas de hermanos terminan en una broma, comiendo dulces, riéndose o con el

llamado de atención de los padres; pero creo que esta pelea no terminara bien. Para que puedan entender porque estamos peleando, les contare todo lo que paso, aunque es una historia difícil de entender, tratare de explicárselas lo mejor posible porque ocurrieron muchas cosas que no parecen reales y que estoy seguro ustedes no van a creer.

Tengo veintidós años y siempre he tenido una vida rara pero tranquila, nunca he vivido en un solo lugar por más de dos meses ya que a mis padres siempre los cambiaban de ciudades y de países por el trabajo, he vivido en Francia, España, Alemania, Italia, Estados Unidos, México, Panamá, Perú, Chile, Argentina, Brasil y actualmente estoy en Colombia en la ciudad de Bogotá, aparte de estar en diferentes países he vivido en diferentes ciudades por eso nunca he podido hacer amigos en las escuelas en las que estuve y mucho menos amigos en mi ciudad, pero nunca me aburría ya que desde que tengo uso de razón siempre hemos ido a campamentos cada vez que nos mudábamos y en cada paraje diferente me enseñaban cosas nuevas, así fue desde que tengo cinco años de edad hasta que cumplí los dieciséis ya que nos establecimos en Bogotá y no nos volvimos a mudar, hubo una diferencia, cuando tenía seis años nació mi hermana y ya no podían acompañarme los dos a los campamentos. Sino que debían turnarse para llevarme ya que debían cuidar a mi hermana, ella nunca paso por los entrenamientos monstruosos que yo pase, sino que ella si tuvo una vida normal, pero a mí me encantaba el poder ir a de campamento, los entrenamientos de artes marciales y el aprender cada vez cosas nuevas, pero todo eso cambio cuando cumplí los diecisiete años, ya que no solo cambio mi rutina sino que cambio mi vida entera.

30/05/2016 – Bogotá

En un enorme castillo hecho de piedra y muy antiguo, con 3 torres a cada lado y con guardias con arcos recorriendo los muros vigilando que no lleguen extraños al castillo, ubicado en el medio de un bosque oscuro, vemos a Simón un joven de dieciséis año caminando entre las murallas ocultándose de todos para que nadie

lo vea, tenía puesto unos jeans azules, unos tenis blancos con negros y una chaqueta negra con una capucha que le cubría la cara; un joven alto de un metro con setenta y cinco centímetros, delgado, de una tez trigueña y cabello negro ondeado. Estaba buscando una habitación en específico, con una sola misión en mente; matar al maestro del castillo para poder devolverle la paz al mundo, corría como una sombra ocultándose entre las paredes y en las diferentes escondites que encontraba durante todo su recorrido, nadie lo oía ni lo veía; iba enfocado en su tarea y nadie debía descubrirlo antes de que lo logre. Abría y cerraba puertas sin encontrar a su objetivo, hasta que llego a la última puerta en el segundo piso, era una puerta enorme de madera con puntas hechas de oro que sobresalían y dos aros plateados enormes que servían para abrir y cerrar, en la parte de arriba había un letrero de madera que decía “Didaskalo” que significaba maestro en griego, Simón se acerca y coloca su oído en la puerta para intentar oír algún ruido pero no logro escuchar nada así que abrió la puerta con la esperanza de encontrar al fin a quien debía matar, al ingresar todo estaba oscuro, solo la luz de las estrellas que entraban por las ventanas le brindaban un pequeño campo de visión, vio una enorme cama cubierta por unas cortinas rojas de seda, se acercó con un cuchillo en la mano preparado para asestarle un golpe definitivo que acabaría con su vida, al abrir las cortinas no encontró a nadie, pero sintió como algo se clavaba en su pecho; cerro los ojos porque el dolor no le permitía mantenerse en pie, cuando los abrió él estaba echado en la cama y había una sombra parado sobre el mirándolo con odio y retorciendo el cuchillo en su pecho, él estaba confundido no sabía que había pasado ni estaba seguro de como termino en esa situación, solo sabía que ese será su último suspiro; mientras el aliento se le iba, mientras perdía mucha sangre por la estocada sentía un dolor atroz recorrer por todo su cuerpo y el frío de la muerte invadiéndolo, antes de cerrar definitivamente sus ojos y decirle adiós a este mundo la sombra se acercó y le dijo –al fin llego tu hora—, en ese momento cayó un trueno que iluminó la habitación dejándole ver el rostro de su asesino, pero la sorpresa mayor se la llevó al darse cuenta que esa sombra era el mismo.

Sonó la alarma y me levanté sudando frio y asustado por la pesadilla que tuve, no tenía sentido ya que nunca he conocido un lugar así en mi vida pero debió haber sido a causa de la película que vi antes de meterme a dormir, aunque no entiendo

como dos hermanos gemelos pueden intentar matarse por el amor de una chica; no es algo que me llame mucho la atención ya que hasta ahora nunca me he enamorado, aunque en Francia conocí a una chica hermosa pero a causa de mis padres no pude volver a verla, tuvimos que viajar a España. En ese momento la puerta de mi cuarto se abrió bruscamente, era mi hermana Odeil, tiene 11 años, medía un metro con cincuenta centímetros, era blanca y tenía el cabello anaranjado con unos ojos verdes muy profundos, entro gritando

—¡Hermanito! ¡Hermanito! Mañana es tu cumpleaños baja que mis padres te han preparado el desayuno y quieren decirte algo—aun soñoliento porque la pesadilla no me dejó dormir

–está bien enana ahora bajo—ella tiene un complejo con su tamaño a pesar de que es una chica muy alta para la edad que tiene, con las mejillas infladas y molesta me grita

—¡No me digas enana!—y bajó molesta.

Me levanté aún con el pijama puesta y me puse las pantuflas, me estiré y caminé aún aletargado al baño para poder lavarme la cara y los dientes. Ya cuando me cambie, me coloque unos pantalones negros con mis zapatillas negras y una camiseta blanca con el logo de una pirámide en la parte de abajo, bajé pensando en que habrán preparado para el desayuno, cuando llegue al primer piso no escuchaba ningún ruido, así que baje más rápido pensando que ya habían salido y me habían dejado, entre a la cocina y todos saltaron y gritaron.

—¡SOPRESA!—

Sorprendido vi que estaban mis padres, mi hermana y algunos compañeros de la escuela; solo alcance a sonreír algo incómodo ya que no mantenía un contacto directo con ellos, solo conversábamos en las clases cuando debíamos hacer las tareas o algún trabajo grupal, solo reconocí a unos cuantos chicos, Néstor, un chico serio y muy estudioso según me contaron él era fanático de las novelas de misterio y de detectives, Christian, él es muy optimista y siempre sonríe por todo aunque siempre mantenía en secreto que le gustaban los animes(los dibujos japoneses) porque tenía miedo de que lo miren como un raro, Camilo, él es muy egocéntrico y se cree el centro del universo, siempre usa cremas y lo ves muy bien vestido ya que quiere enamorar a todas las chicas de la escuela, Mónica, la nerd del salón, era la mejor en todos los cursos y siempre intentaba ayudar a todos a que puedan mejorar sus notas y a Liliana, ella es un poco más fastidiosa, muy egocéntrica ya que ha viajado por todo el mundo por sus padres que son millonarios, así que siempre presumía todo lo que tenía. Ellos son mis amigos, por así decirlo, fue un momento muy bonito porque nunca había tenido una experiencia así, pero es algo que nunca voy a olvidar, los abrace uno por uno y les agradecí por haber venido a mi casa, luego abrace a mis padres y les dije muchas gracias por todo.

—¿Hicieron las tareas de hoy?—Les pregunte preocupado porque yo no la hice.

—¿Había tarea?—Respondió Christian despistado como siempre –Liliana tu siempre la haces préstame para copiarla por favor—

—Si prestaras más atención a las clases en vez de a tu celular estoy segura que serias uno de los más inteligentes—Le respondió Liliana con una sonrisa pícara en el rostro.

—Mis padres ya se fueron y mi hermana ya se fue a clases, ¿Pongo la Polistation?—les dije con ánimo de distraerme y olvidarme del sueño que tuve.

—¡SI!—grito Mónica emocionada mientras jalaba del brazo a Camilo y a Néstor.

—¡Auch! Cuidado que me despeinas—le grito Camilo.

—Yo puedo ir solo no me jales—dijo Néstor —Juguemos Gremio de Asesinos.

Mejor Juguemos algo donde todos podamos divertirnos—le respondí.

Como nosotros teníamos clases más tarde aprovechamos para jugar y distraernos un rato. Planeamos salir ese día en la noche para poder celebrar por mi cumpleaños, como mis padres nunca me habían dado objeciones ya que ellos me enseñaron a protegerme supuse que me darían permiso; nos distrajimos jugando así que se nos hizo tarde y tuvimos que ir corriendo a clases y las horas pasaron muy lentamente.

Primero tuvimos clase de matemática, esa materia nunca fue un problema ya que aprendo muy rápidamente, pero el profesor parece que me odia ya que durante todo el semestre busco hacerme desaprobar, luego clase de química, donde siempre realizamos experimentos raros, solo que esta vez Christian combino varios químicos sin saber que eran, causando que libere un gas verde que parecía toxico; así que la profesora cancelo la clase e hizo que todos salgamos para evitar que alguno se intoxique.

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