Esa llamada en conferencia fue como el empujoncito en la espalda que te precipita por el tobogán más alto del mundo. Antes que pudiera caer bien en la cuenta, me deslizaba a toda velocidad y no tenía forma de detenerme.
Llamé a Trisha antes de ir a dormir y tuve que alejar el teléfono de mi oreja hasta que terminó con sus grititos y exclamaciones.
—¿Cuánto precisas que me quede?
—¿Tres días?
—¿No dijiste que los Cazadores se quedarán cinco?
—Sí, pero…
—Entonces me quedaré al menos seis.
—No puedes faltar tantos días al trabajo, Trish.
—¿No te conté que renuncié? Sí, me harté de ese hijo de perra mano larga. Conseguí un par de entrevistas pero serán por Zoom, de modo que no importa dónde esté.
—Entonces tal vez puedas venir antes. Déjame consultarlo con Amy.
—¡Sí! ¡Genial!
Aparté el teléfono otra vez hasta que mi audición no corriera peligro para despedirme.
En la mañana desayuné aguardando a los Coll
Amy y Trisha llegaron a Casa Blotter al mediodía, cuando yo ya me había mordido las uñas hasta los codos y caminaba por las paredes de impaciencia. Al parecer, la médium había decidido hablar con mi amiga sobre los Blotter y explicarle bien la situación antes de salir de Boston, porque quería ver la reacción de Trisha y asegurarse que era la indicada para ayudarnos.Fue por eso que, para mi gran sorpresa, Trisha no saltó del auto conjurando a gritos a fantasmas y demonios, sino que se apeó del deportivo rojo filmando en su teléfono con una app SLS, que supuestamente detectaba formas humanas aunque no fueran visibles. Para el temperamento de Trisha, estaba siendo la discreción personificada.Susan todavía merodeaba por la mansión, con la excusa de ver que las invitadas tuvieran cuanto necesitaran en sus habitaciones, así que no pudimos hablar hasta que se fue y nos s
Amy se demoró cerca de una hora en el sótano. Cuando al fin subió, aceptó café con sonrisa fatigada y se sentó con nosotras a la mesa de la cocina soltando un largo suspiro.—Pennhurst —dijo, y sonaba tan exhausta como se veía—. Allí fue donde se le pegó a Price.Revolví la despensa por mantecados y tuve suerte de hallar la última bandeja. Tenía que pedirle a Susan que comprara más para el fin de semana, o iba a sufrir síndrome de abstinencia.—¿Te contó algo más? —pregunté.Amy alzó las cejas como tratando de ordenar sus ideas.—Nació allí cuando el asilo todavía estaba en funcionamiento, y allí se quedó después que la corte lo cerró. Toneladas de mala vibra residual para comer hasta hartarse. Nunca le había prestado atenci&oa
Me costó dormirme. Amy se demoró en el primer piso después de cenar, para explicarles bien a Ann y Edward lo que se pondría en movimiento apenas Price cruzara las puertas de Casa Blotter. Trisha arrastró los pies por el corredor del segundo piso hasta su habitación, todavía quejándose que le dolían las rodillas. Y golpeaba a mi puerta cinco minutos después, dando saltitos de entusiasmo por las comodidades de su baño.—¡Ya mismo me tomaré un baño con aceites relajantes! —exclamó.—Baja la voz —la regañé, señalando la habitación de los mellizos—. ¡Es tarde!—Oh, lo siento —susurró cubriéndose la boca—. ¿Los niños fantasmas van a la cama temprano? ¿En verdad duermen?—Lo ignoro. Deberías preguntarles tú misma mañana. Temprano por la mañana, porque te despertaré a las siete.—¿Estás loca? ¡Mi religión no me lo permite! Levantarme antes de las diez es un pecado mortal.—Como gustes. Los famosos llegan a las nueve.Me miró como si la hubier
—Sus medicamentos, señor Price —pidió Amy desde el hogar. No hubiera podido sonreírle aunque le fuera en ello la vida.Price se volvió hacia ella ceñudo. —¿Perdón?—Debe darme sus medicinas.—Pero las necesito al mediodía para tomarlas.Amy sostuvo su mirada un instante y se volvió hacia mí. —¿Me darías la bolsa, por favor?Me apresuré hacia ella para devolverle la bolsita de tela, y me quedé tan cerca del calefactor como podía sin caerme dentro del hogar. Oh, sí, qué bueno era sentir esas llamas después de estar afuera en aquella mañana helada.Price respiró hondo, molesto. Su voz atronó toda la casa.—¡Isaac! ¡Nuestras medicinas!El segundón se apresuró a bajar un momento después como buen caniche obediente,
No me gustaba eso de regresar a la mansión como si no estuviera ocurriendo nada, pero lo hice. No es que me costara separarme del príncipe Cazador. Se relacionaba más con ese hueco en el estómago que me aconsejaba no dejarlos solos, sin vigilancia.Encontramos a Trisha desayunando en pijamas en la cocina, compartiendo la mesa con los mellizos, que intentaban usar sus pizarras para practicar ortografía bajo la supervisión de Lizzie. Mi amiga nos recibió con una sonrisa radiante, tazón y waffle en sus manos y una mancha de mermelada en la punta de la nariz.—Me vendré a vivir aquí —dijo muy contenta cuando entramos—. Pasaré el resto de mi vida malcriando a estos niñatos adorables y platicando con Lizzie. Y si tienes algún problema, ya puedes buscarte un nuevo hogar.Sonreí, feliz de ver que mi amiga encajaba tanto mejor de lo que había esperad
Trisha soportó la limpieza sin chistar, a pesar que tardé mucho más de lo que le hubiera llevado a Amy. Abrió los ojos con una sonrisa serena que nunca le viera, sin prestar atención a los mechones húmedos que se le pegaban a las sienes y las mejillas. Le tomamos ambas manos para ayudarla a incorporarse en silencio, aguardando que hablara.—Podría irme flotando —dijo, y parecía brillar en la luz del sol que entraba por las ventanas de la cocina—. Pero mejor duermo una siesta.—Tienes una hora para descansar —asintió Amy.El abrazo de Trisha me tomó por sorpresa.—¡Gracias! —me susurró al oído, y se fue con un andar plácido que me dejó boquiabierta.—¿Ése es el efecto? —pregunté con curiosidad.—Si ya estás limpia, esto armoniza tus centros energéticos y te quita el stress. —Amy tomó la jarra de vidrio para ir por más agua—. Tu turno, Fran. Lo tuyo tomará un poco más, porque luego de limpiarte quiero protegerte con salvia, para que estés a cu
Huelga decir que Susan todavía no se había ido cuando regresamos a la mansión, riendo y hablando de la hora que pasáramos en la casa de huéspedes. Insistió en servirnos la cena mientras nos duchábamos, y casi tuve que sacarla a rastras para que nos dejara tranquilas.Apenas terminé de comer, bajé al sótano a ver cómo estaba Kujo. No sabía por qué, pero sentía la necesidad de cerciorarme que estaba bien.—¿Todavía huelo a salvia?—Apestas.—¡Serás desconsiderado! —protesté riendo.Joseph seguía allí y me demoré con ellos, contándoles cómo había ido la limpieza. Cuando volví a subir, me di cuenta que no me sentía cansada en absoluto, sino bien despierta, como para pasar toda la noche en vela.Amy y Trisha seguían en la
No debería sorprender a nadie que haya soñado con él toda la noche. Que trepaba a mi ventana, y me besaba apenas la abría para dejarlo entrar. Por supuesto que el sueño no terminaba ahí, pero les dejo la tarea de imaginar el resto. Desperté a las ocho treinta de una mañana fría y brillante, sintiendo que había dormido como doce horas seguidas, llena de energía, del mejor humor y lista para enfrentar lo que viniera.Me vestía mirando hacia afuera cuando recordé mi sueño y reí, meneando la cabeza. Mejor que me calmara un poco, porque iba a hacer el ridículo. El paisaje desde la ventana parecía llamarme, así que vestí mis ropas de correr y bajé ya trotando.Encontré a Amy en la cocina, preparando el desayuno. Ella también se veía contenta y rebosante de energía.—¿Sales tan temprano? &md