Tuve que jurar sobre siete libros santos que llamaría a Susan si necesitaba ayuda. Y Brandon terminó de ganarse a los Collins cuando los invitó a la barbacoa que planeábamos para la noche. Por suerte para mí, agradecieron y se disculparon porque tenían una reunión en la iglesia.
Los Cazadores coparon la cocina para hacer el almuerzo y revisar en sólo dos computadoras cuanto filmaran y fotografiaran. Estaba a punto de sentirme un poco fuera de lugar cuando Brandon me pidió ayuda, como si la precisara. Me dejó a cargo de lo que estaba haciendo y fue a sentarse a la mesa con Ricky. Para llamarme un momento después.
—Yo me encargo —dijo Cake, con una sonrisa cálida en su rostro endurecido de motoquero.
—Mira, amor, creo que capturamos algo —dijo Brandon cuando yo rodeaba la mesa hacia él—. ¿Quién podría estar en la biblioteca?
—Déjame ver —murmuré, parándome tras él. Apoyé las manos en sus hombros y me incliné un poco hacia adelante, pero no vi nada raro en l
Filmamos la entrevista en el estudio, después de la mejor barbacoa de la historia, y me llevó un rato relajarme lo suficiente para tener una verdadera conversación con Ricky. No era para menos: Brandon monitoreaba todo desde su laptop en mi escritorio, mientras Isaac y Ted filmaban también, para agregar tomas con movimiento a los primeros planos estáticos. Sin contar las luces, pantallas refractoras, el micrófono en el cuello de mi top y toda esa parafernalia. Cosas cotidianas para ellos, pero súper intimidantes para mí.Ricky había armado una lista de preguntas después de ver lo que mandara Deshaun, y nos esforzamos por seguirla, pero era obvio que nos iríamos un poco por las ramas.Hablamos de Kujo cerca de una hora, y hacia el final comentamos los cambios que sufriera desde que lo regresáramos a Pennhurst. Para ilustrarlo, expliqué el motivo de que Kujo hablara tanto durante mi última visita.—¿Quieres decir que puede alimentarse de la vibra negativa de la ge
Era excitante, desearles buenas noches a los Cazadores y cruzar el jardín con Brandon hacia la casa de huéspedes. Se quitó la camiseta de mangas largas tan pronto entramos, la hizo girar sobre su cabeza y la lanzó sobre el equipo que llenaba la sala.—¡Al fin solos! —exclamó a voz en cuello.—¡Al fin!Salté sobre su espalda y sujetó mis piernas contra sus costados, riendo conmigo. Me cargó por toda la casa antes de subir las escaleras hasta el dormitorio, donde me soltó de espaldas en la cama. Y allí me quedé, admirándolo. Desabrochó su cinturón mirándome a los ojos, en sus labios una sonrisa para derretir piedras.—¿Sabes? Haría el episodio doble sólo con tu entrevista, intercalando videos para mostrar de qué hablas. Los ochenta minutos enteros, tú hablando —dijo, abriendo sus jeans.Contuve el aliento. Mis dedos cosquilleaban de ganas de tocar su pecho desnudo, sus brazos, esos labios que moría por sentir en mi piel.—No creo que ayude al
Alguien le dio la señal a Brandon de que estaban listos, y una vez más su voz se impuso a los ruidos a su alrededor.—¡Grabando en cinco!A pesar de la advertencia de Isaac, la entrevista de Trisha resultó por demás interesante para mí, porque en realidad nunca nos habíamos sentado a conversar sobre lo que habíamos vivido en esos días.Amy salió de la casa de huéspedes, toda emperifollada para su propia entrevista, y fue a sentarse bajo la tercera tienda. La forma en que seguía esquivándome me desconcertaba. Sí, bien, ella y Trisha no coincidían sobre lo que ocurriera. Pero, ¿por qué eso la haría cambiar de actitud para conmigo?Trisha y Brandon pronto terminaron la primera parte de la entrevista, en la que cubrieron los hechos concretos en lo que más parecía una plática entre dos amigos. La clase de mater
—¡Treinta para almorzar!Brandon envió a Trisha con Isaac y Rick a nuestra tienda, mientras él se encaminaba en dirección opuesta hacia Amy. Allí estaban sirviendo el almuerzo, de modo que la invitó a caminar con él. Los vi alejarse a paso lento hacia la puerta trasera.No tuve ocasión de preguntarme qué estarían hablando. Trisha ya rodeaba la mesa de los monitores, de modo que me incorporé para arrojarle los brazos al cuello. Nos abrazamos estrechamente, como hacía mucho que no hacíamos.—Te quiero —susurré en su oído.—Yo también, maldita kamikaze.—Mira quién habla.Nos soltamos riendo. Para encontrar a Ricky filmándonos.—¿Bromeas? —gruñí.—Es la toma final perfecta para su entrevista —arguyó Ricky, sin apartar la vista
Fue toda una aventura para mí. Era la primera vez que me iba por tanto tiempo de la mansión, mi primer viaje a la Costa Oeste, la primera vez que viajaba con Brandon y la primera vez que volaba en un jet privado. Por suerte estaba Trisha, para que tantas novedades no resultaran tan abrumadoras.El lunes fue un día largo. Dejamos la mansión al mediodía y pasamos toda la tarde con la señora Williams, filmando la entrevista en su casa. Luego cenamos allí mismo, en Boston, y despegamos de Logan un par de horas después, agregándole tres horas a nuestro día al volar hacia el oeste. Un vuelo que se hizo eterno. Hasta que al fin aterrizamos en Los Ángeles en una mañana soleada.La esposa de Isaac había invitado a Trisha a quedarse con ellos hasta que tuviera dónde vivir. Todos coincidíamos en que seguramente quería conocer a la persona con quien su marido pasar&iacut
Pasamos los dos mejores días de la historia en casa de Brandon, descansando, tonteando y estando juntos. Pero el jueves llegaba con compromisos, y tuvo que sentarse a su computadora al mediodía, a ponerse al día con el millón de cosas que tenía pendientes. Terminé de limpiar la cocina y salí a la galería con la computadora, vistiendo sólo una de sus camisetas sobre la ropa interior.Casi me había puesto al día con mi diario cuando se asomó por una de las puertas corredizas teléfono en mano, sin llevar nada más que esos bóxer negros ajustados que destruían mi concentración en menos de un segundo. Lo que me hizo alzar la vista y descubrirlo allí fue el típico sonido de la cámara de su teléfono. Mis labios se curvaron automáticamente cuando vino a agacharse frente a mi sillón, alzando la vista hacia mí con una sonrisa como para alimentar diez nuevas generaciones de mariposas infernales.—Sabe Dios cuánto soñaba con verte exactamente así —dijo—. Voy a hacer un poster con l
El lugar donde se realizaría la boda quedaba en Topanga Canyon, en Santa Mónica, a una hora de Los Feliz cuando se alineaban las estrellas. Así que salimos a las ocho treinta de la mañana, rezando para que los dioses del tránsito nos permitieran llegar antes de las once. Tuvimos suerte y llegamos a las diez.El lugar era increíble. Alcancé a ver la plataforma de madera elevada en forma de anfiteatro, rodeada de árboles, donde tendría lugar la ceremonia. Y hasta tuve un vistazo del prado donde se haría la fiesta, sombreado por larguísimas tiras de tela blanca.Pero una chica, con una credencial al pecho que decía Fay, apareció corriendo, le dirigió una sonrisa fugaz a Brandon, y me secuestró. Jamás llegué a ver dónde se cambiarían los hombres, porque Fay me llevó al edificio principal. En el segundo piso, el amplio salón de fiestas había sido convertido en un vestuario, con todos los percheros de los vestidos, cambiadores y largas mesas con espejos y luces, par
No fue el fin de semana tranquilo que yo esperaba. El equipo de Líneas Ley tenía todo listo para partir el martes por la mañana, y los Cazadores dejarían la ciudad antes del fin de semana. Así que Brandon quería asegurarse de que todo estaba listo, hasta el último detalle, para los tres proyectos. Él y yo viajaríamos con Isaac y Trisha por dos o tres semanas. Entonces regresaríamos a Casa Blotter, donde Brandon tenía que terminar de acondicionar la casa de huéspedes, para comenzar a filmar las entrevistas a fines de junio y durante todo el mes de julio.El sábado, me hice cargo de la cocina para ayudar a Guadalupe. Cuando Brandon me encontró con el delantal puesto, sentada con la laptop en la isla, de guardia para lavar lo que ensuciaran, no me dijo una palabra.—Escuchen, muchachos —lo oí decir cuando volvió a su oficina—. El otro dí