—¡Treinta para almorzar!
Brandon envió a Trisha con Isaac y Rick a nuestra tienda, mientras él se encaminaba en dirección opuesta hacia Amy. Allí estaban sirviendo el almuerzo, de modo que la invitó a caminar con él. Los vi alejarse a paso lento hacia la puerta trasera.
No tuve ocasión de preguntarme qué estarían hablando. Trisha ya rodeaba la mesa de los monitores, de modo que me incorporé para arrojarle los brazos al cuello. Nos abrazamos estrechamente, como hacía mucho que no hacíamos.
—Te quiero —susurré en su oído.
—Yo también, maldita kamikaze.
—Mira quién habla.
Nos soltamos riendo. Para encontrar a Ricky filmándonos.
—¿Bromeas? —gruñí.
—Es la toma final perfecta para su entrevista —arguyó Ricky, sin apartar la vista
Fue toda una aventura para mí. Era la primera vez que me iba por tanto tiempo de la mansión, mi primer viaje a la Costa Oeste, la primera vez que viajaba con Brandon y la primera vez que volaba en un jet privado. Por suerte estaba Trisha, para que tantas novedades no resultaran tan abrumadoras.El lunes fue un día largo. Dejamos la mansión al mediodía y pasamos toda la tarde con la señora Williams, filmando la entrevista en su casa. Luego cenamos allí mismo, en Boston, y despegamos de Logan un par de horas después, agregándole tres horas a nuestro día al volar hacia el oeste. Un vuelo que se hizo eterno. Hasta que al fin aterrizamos en Los Ángeles en una mañana soleada.La esposa de Isaac había invitado a Trisha a quedarse con ellos hasta que tuviera dónde vivir. Todos coincidíamos en que seguramente quería conocer a la persona con quien su marido pasar&iacut
Pasamos los dos mejores días de la historia en casa de Brandon, descansando, tonteando y estando juntos. Pero el jueves llegaba con compromisos, y tuvo que sentarse a su computadora al mediodía, a ponerse al día con el millón de cosas que tenía pendientes. Terminé de limpiar la cocina y salí a la galería con la computadora, vistiendo sólo una de sus camisetas sobre la ropa interior.Casi me había puesto al día con mi diario cuando se asomó por una de las puertas corredizas teléfono en mano, sin llevar nada más que esos bóxer negros ajustados que destruían mi concentración en menos de un segundo. Lo que me hizo alzar la vista y descubrirlo allí fue el típico sonido de la cámara de su teléfono. Mis labios se curvaron automáticamente cuando vino a agacharse frente a mi sillón, alzando la vista hacia mí con una sonrisa como para alimentar diez nuevas generaciones de mariposas infernales.—Sabe Dios cuánto soñaba con verte exactamente así —dijo—. Voy a hacer un poster con l
El lugar donde se realizaría la boda quedaba en Topanga Canyon, en Santa Mónica, a una hora de Los Feliz cuando se alineaban las estrellas. Así que salimos a las ocho treinta de la mañana, rezando para que los dioses del tránsito nos permitieran llegar antes de las once. Tuvimos suerte y llegamos a las diez.El lugar era increíble. Alcancé a ver la plataforma de madera elevada en forma de anfiteatro, rodeada de árboles, donde tendría lugar la ceremonia. Y hasta tuve un vistazo del prado donde se haría la fiesta, sombreado por larguísimas tiras de tela blanca.Pero una chica, con una credencial al pecho que decía Fay, apareció corriendo, le dirigió una sonrisa fugaz a Brandon, y me secuestró. Jamás llegué a ver dónde se cambiarían los hombres, porque Fay me llevó al edificio principal. En el segundo piso, el amplio salón de fiestas había sido convertido en un vestuario, con todos los percheros de los vestidos, cambiadores y largas mesas con espejos y luces, par
No fue el fin de semana tranquilo que yo esperaba. El equipo de Líneas Ley tenía todo listo para partir el martes por la mañana, y los Cazadores dejarían la ciudad antes del fin de semana. Así que Brandon quería asegurarse de que todo estaba listo, hasta el último detalle, para los tres proyectos. Él y yo viajaríamos con Isaac y Trisha por dos o tres semanas. Entonces regresaríamos a Casa Blotter, donde Brandon tenía que terminar de acondicionar la casa de huéspedes, para comenzar a filmar las entrevistas a fines de junio y durante todo el mes de julio.El sábado, me hice cargo de la cocina para ayudar a Guadalupe. Cuando Brandon me encontró con el delantal puesto, sentada con la laptop en la isla, de guardia para lavar lo que ensuciaran, no me dijo una palabra.—Escuchen, muchachos —lo oí decir cuando volvió a su oficina—. El otro dí
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Harry, acelerando su Audi como si fuera un F1.Yo buscaba un vuelo nocturno a Filadelfia y tardé un momento en responder.—¿Recuerdas Kujo, el carroñero…?—Que liberaste, sí.Intenté hacerle un resumen de lo que pasara desde que llevara a Kujo a Pennhurst y agregué la noticia de último momento.—¡Mierda! ¿Crees que le sucedió algo?—No creo que Brett haya tropezado y caído. La última vez que estuve allí, uno de esos hijos de perra intentó golpearme en la cabeza con una lámpara del techo, así que no dudo que son capaces de empujar a cualquiera.—¿Y si está herido? No tengo idea si las entidades espirituales pueden lastimarse.—Sí, pueden. Si lo tocaron, los voy a quemar a todos.—Ta
Me desperté en el armario de Kujo, recostada en su saco de dormir, literalmente dentro de él, porque estaba envuelta en su calor como un capullo de seda. El lugar no tenía ventanas y la puerta estaba apenas entornada.—¿Kujo? —murmuré frotándome la cara.—Fran.—¿Estás bien, mi niño?—Bien.—Genial.—¿Fran bien?—No lo sé, eso creo. —Me senté y se incorporó para mantenerme envuelta en su calor—. Gracias. Vine con mis ropas de veranito de LA. ¿Comiste mientras yo dormía?—Sí.—Bien hecho. ¿Amy?—Corredor. Gina.—¿Los niños están bien?—Sí.—Los salvaste, ¿verdad? —Apoyé la e
Preferí no esperar a que Amy regresara. Se daría cuenta que había pasado algo y haría preguntas que no quería responder. De modo que tomé mi chaqueta liviana, porque no había llevado más abrigo a Los Ángeles, y me fui al asilo. Gracias a Dios era una noche cálida.Lee, el empleado que reemplazaba a Brett, sabía que iría. Me recibió con un saco de dormir, mi propio LED con baterías nuevas y el termo de Brett lleno de café recién hecho. Hasta me ofreció acompañarme a Tinicum Hall. Casi le pido que se case conmigo, pero descubrí el KII en su bolsillo trasero. Lo enfrenté alzando las cejas y se encogió de hombros con una sonrisita incómoda.—Hace meses que hay rumores sobre el carroñero, pero dicen que acercársele sin ti es peligroso —confesó—. ¿Te molesta si te acompañ
Los Blotter no sabían cómo reaccionar cuando me vieron regresar a la mansión tan pronto y con Amy. Sin Brandon. Como eran demasiado educados para preguntar qué había ocurrido, opté por aclarar cualquier duda.—Nos separamos porque elegí salvarle la vida a Kujo, en vez de un viaje de dos semanas para ver la filmación del show de Isaac y Trish.—Lo siento —dijo Edward, siempre el epítome del caballero.Oí el sonido del teclado de la tablet y aguardé para ver qué diría Joseph.—Bien, creo que queda un libro de Márái Sándor que todavía no leíste.No pude evitar reír por lo bajo. Su sentido del humor era inigualable.Ya era la hora de la cena, y nos fuimos a dormir temprano, exhaustas tras los últimos tres días. Amy se fue después del desayuno, y de pronto me hallé tal como había deseado diez días atrás, cuando filmaran las entrevistas: sola con los Blotter, como en los buenos viejos tiempos.Por extraño que pareciera, no