Blake abrió los ojos, sin saber bien en donde estaba. Trató de incorporarse de inmediato, pero no pudo hacerlo. Su cabeza le dolía y le daba vueltas. _ ¡Oh, maldición! _ se quejó entre suspiros _. ¿Dónde diablos estoy? _ Miró a su alrededor y ahí recordó lo había sucedido la noche anterior. Había tomado tanto, que su cuerpo no había resistido, quedándose desplomado en la cama de la habitación del club. Después de haber estado con esa chica le había ordenado que se fuera de allí. No quería ver a quien le recordaba, cuan ruin era su vida. _ No puedo creer que me haya dormido aquí _ se pasó la mano por el rostro mientras resoplaba _. ¿Qué me pasa? ¿En qué hombre me ha convertido esa bruja? Su subconsciente, hacía que su primer pensamiento se redirigiera a su esposa. Cuanto más quisiera alejarla, más presente la tenía. _ ¡Basta! _ gruñó levantándose, agarrándose de la cabeza _. ¿Basta de toda esta mierd@! Esa mujer no saldrá de ahí hasta que aprenda la lección, veremos cuanto le
La desesperada Alice Aston salió de la oficina de Blake, sin saber que hacer. Sin su esposo, y con su suegro enfermo como estaba, pedirles ayuda era algo que no veía como opción viable. Muy a su pesar, decidió recurrir a la única persona que quizás podría ayudarla: Patrick. No confiaba del todo en él, pero ¿Qué otra opción tenía? Además, percibió algo en la actitud y en la mirada del abogado; no estaba del todo segura, pero estaba creída que la preocupación de Patrick era genuina pero que eso iba mucho más allá de un acto de humanidad, al escucharlo hablar de Maddie y de la manera en que la defendía, la llevaba a pensar que el hombre guardaba algún sentimiento por la joven. _ Ese hombre, curó hasta sus heridas, arriesgándose a que esa bestia inmunda de Townsend lo encontrara y lo matara _ musitó pensativa mientras se dirigía a la oficina de Patrick _. No lo sé, quizás esté pensando mal de ese hombre, pero algo me dice que, a él, le gusta Madelaine. Cuando llegó al edificio en
Cerca del anochecer, Patrick se dirigió al club, estaba seguro de que encontraría a su amigo allí. Mientras viajaba hacia el lugar su mente se había inundado de miles de pensamientos que lo aquejaban. "He sido un cobarde," pensó con amargura, apretando los puños sobre sus rodillas. La amistad con Blake le había brindado seguridad, oportunidades y prestigio, pero también lo había convertido en un cómplice silencioso de sus crímenes. Sabía que Blake no dudaría en aplastar a cualquiera que se interpusiera en su camino, y por primera vez, el miedo a las consecuencias nublaba sus pensamientos. "Si me enfrento a él, podría perderlo todo. Y lo más probable es que me encuentre en el fondo de un río."Aun así, algo dentro de él, algo más fuerte que el miedo, lo impulsaba a actuar. _ No puedo seguir ignorando esto. No puedo seguir siendo parte de su juego cruel _ se dijo en voz baja pero firme _. Soy el único que la puede sacar de allí, o no sé ... librarla de la tortura a la que él la tenga
Patrick llegó a la mansión con un nudo en el estómago, la rabia y la culpa iba mezclándose en una tormenta interna. Cuando llegó frente a las doradas y ornamentadas rejas, dio un suspiro y avanzó, su gran determinación por salvar a Maddie le daba fuerzas para hacerlo. Le pidió a su chofer que estuviera atento a todo, ante cualquier eventualidad habría que salir lo más rápido de allí. _ Señor Stanton _ le dijo uno de los guardias _. ¿Qué sucede? Nadie nos avisó que vendría. Patrick esbozó una media sonrisa. _ Oh, Blake me dijo que lo esperara aquí _ miró hacia su costado como si estuviese esperando el arribo del otro _. Y bien, ¿me vas a dejar pasar o me harás esperar aquí? El hombre asintió. _ Abran las rejas _ ordenó el hombre _. ¡Dejen pasar al señor Stanton! Patrick suspiró hondo. _ Ya logramos entrar señor _ le dijo sonriendo el chofer _. Fue muy fácil. _ Claro que sí Charly, entrar a una prisión es lo más sencillo que hay, lo difícil es, salir de ella _ ironizó, m
Patrick corrió hacia ella, se arrodilló junto a la cama y le tomó el pulso. _ Débil. ¡Está muy débil! ¡Ayúdame! _ le gritó a la sirvienta, aunque sabía que ella no podía responderle. Aun así, ella corrió hacia la sala para buscar a Thomas y a Mary. Patrick, sintiendo la fiebre abrasadora, maldijo entre dientes. _ No te dejaré aquí, Maddie. No otra vez. _ Y esta vez, no iba a fallar. _ Por favor, Maddie, abre los ojos, mirame... _ le tocaba el rostro con desesperación.Patrick la levantó en brazos con un esfuerzo controlado, sintiendo cuán frágil estaba Maddie. Su cuerpo temblaba de fiebre, y su respiración era irregular. _ ¡Díganle a mi chofer que vaya por el doctor Smith ahora mismo! _ ordenó, su voz firme y urgente, mientras los empleados lo miraban, paralizados por la sorpresa y el miedo. Un par de sirvientes corrieron a obedecerle, pero el mayordomo, con las manos temblorosas, aún estaba indeciso hasta que vio a la señora que no respondía a ningún estímulo._ Llamaré al doct
La puerta se abrió de golpe, y el doctor Smith entró con prisa, con su maletín en la mano. Patrick y Blake lo miraron con una mezcla de esperanza y desesperación y lo siguieron. _ ¿Cuánto tiempo lleva así? _ preguntó el doctor, sin apartar la mirada del cuerpo inerte de Maddie mientras preparaba rápidamente sus instrumentos. _ Un par de horas... en realidad doctor, no lo sabemos a ciencia cierta _ respondió Patrick con la voz quebrada, mirando a Blake quien permanecía en silencio, paralizado por el miedo. El médico asintió, pero no dijo nada más. Se inclinó sobre Maddie, examinando sus signos vitales. Un silencio mortal se apoderó de la habitación mientras todos contenían la respiración, esperando... temiendo lo peor. _ Necesito que todos salgan de la habitación. Ahora. _ ordenó el médico sin levantar la vista. Patrick lanzó una mirada a Blake, pero este no reaccionó. Al final, él fue quien tomó la decisión, empujando suavemente a Blake hacia la puerta. Mientras salían de la
La noche cayó como un manto pesado sobre la mansión, sofocando cualquier vestigio de vida. El tic-tac del reloj en la pared marcaba el paso de cada segundo, pero para Blake, el tiempo parecía haberse detenido. Sentado junto a la cama de Maddie, apenas podía respirar. El rostro de ella, pálido y frágil bajo la luz tenue, le recordaba a un espectro, una sombra de la mujer fuerte y desafiante que había conocido. Él ni siquiera quería soltarle la mano por temor a que ella no despertara. Y si se despertaba, quería ser el primero en verla, para asegurarse de que ella estuviese bien. Apoyó su cabeza sobre la cama, aun padecía las consecuencias de su estado de ebriedad, pero no se dejaría vencer por el cansancio, tenía que estar ahí para ella. La fiebre no cedía. El sudor perlaba la frente de la joven, pero sus labios estaban secos, agrietados. Blake le pasaba con cuidado un paño húmedo por la frente y con otro paño mojaba sus labios, intentando bajar la temperatura, aunque no podía evita
Alice Aston apenas había podido pegar un ojo en toda la noche. No podía dejar de pensar en Maddie, temía que algo malo le hubiese pasado. Patrick no había querido comunicarse con ella a esas horas de la noche, ya que no lo consideraba correcto. Lo que si hizo, fue llamarla al otro día a primera hora. _ Siento avisarle a esta hora señora Aston _ dijo con solemnidad el abogado _. Anoche todo fue demasiado caótico y no pude llamarla como le prometí. La mujer ya no daba más de los nervios que tenía apretó el pañuelo que llevaba en su mano mientras lo escuchaba. _ ¡Pero hable de una vez por todas! Me tiene en ascuas _ protestó ansiosa_. ¿Encontró a mi cuñada o no? _ Sí, la encontré _ dijo sonriendo el hombre _. Así que por ese lado, puede estar tranquila. _ ¿Dónde? _ gritó sin darse cuenta _. ¿Cómo está ella? ¿Está bien? ¿Sé encuentra con usted? _ Señora… Señora _ la detuvo Patrick _ .Por favor, necesito que se calme para que le pueda contar todo… Cálmese ¿Sí? Ella asintió.