_ Blake, no esperaba... no esperaba verte aquí _ finalmente logró decir Maddie, aunque su voz temblaba traicionándola. Su voz era una mezcla de sorpresa y temor, pero también, de algo más, algo que Blake no podía identificar del todo. Y eso, lo inquietaba en sobremanera. El hombre esbozó una sonrisa, tensa y peligrosa mientras su mirada viajaba de su esposa a Cole, quien, a pesar de su desconcierto, mantenía su aplomo característico. _ Pues aquí estoy _ respondió Blake, tocando suavemente el brazo de Maddie, quien no se movió de su lugar _. Y parece que llegué justo a tiempo para interrumpir ... ¿una agradable conversación? El músico siempre diplomático, levantó las manos en un gesto de paz. _ Señor Townsend... Blake _ esbozó una débil sonrisa_. Solo estaba hablando y a la vez, cuidando a su encantadora esposa. Boston puede ser un lugar solitario para una mujer como Maddie sin compañía adecuada. La mandíbula de Blake se tensó, y su mirada oscurecida, se fijó en Cole como si e
Blake no esperó ni un segundo más. Con un brazo firme alrededor de la cintura de Maddie, comenzó a guiarla hacia la salida, ignorando las miradas curiosas que los seguían. Maddie, a pesar de su aparente calma, sentía la tensión en el aire como una tormenta que estaba a punto de estallar. Grace, todavía de pie junto a las mesas, apretó los dientes mientras veía desaparecer a su amiga bajo el control férreo de ese hombre. _ Esto no se va a quedar así. _murmuró para sí misma, volviendo hacia Cole y Linda, que observaban desde la distancia. Blake condujo a Maddie hasta la entrada, donde un coche negro lo esperaba con el motor encendido. Ella dudó un momento, estaba envuelta en un torbellino de emociones. Por un lado, sentía que al ver a Blake una calidez, invadió su corazón y por otro, estaba furiosa no solo por a actitud posesiva de su esposo, la cual, parecía haberse intensificado sino también por los secretos que ella estaba descubriendo. _ ¿Vas a subir por tu cuenta o teng
El sonido de la puerta cerrándose resonó suavemente en la penumbra del lujoso apartamento. Blake no dijo nada; no era necesario. Sus ojos hablaban por él, oscuros y ardientes, iban sosteniendo la mirada de Maddie como si fuera lo único que importaba en el mundo. La joven sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no era por el frío. Era por la forma en que Blake avanzaba hacia ella, como un depredador que acaba de acorralar a su presa. Su respiración se volvió errática, y el aire entre ellos se cargó de electricidad. _ Maddie... _su voz, ronca y baja, la envolvió como un abrazo. Cuando Blake llegó hasta ella, sus manos, grandes y firmes, tomaron su rostro, obligándola a mirarlo. Sus pulgares rozaron sus mejillas, un gesto suave que contrastaba con la intensidad de su mirada. Ella tembló, no de miedo, sino por la fuerza de la conexión que se encendía entre ellos, como un fuego que ambos sabían, era incontrolable. _ No puedes seguir escapando de mí _murmuró Blake, inclinándose
A esa hora de la mañana el puerto de Boston era un hervidero de gente. No solo por la cantidad trabajadores que operaban en el lugar que movían cajas y equipaje, sino también por los pasajeros que esperaban abordar el trasatlántico, el majestuoso RMS Aquitania, que se alzaba de manera imponente contra el despejado cielo. Blake, con el rostro endurecido y las manos enfundadas en los bolsillos de su abrigo, observaba desde la distancia. El imponente trasatlántico era su única salida. Su pasaporte estaba listo, junto con un billete adquirido a última hora gracias a sus contactos y una suma considerable de dinero. Maddie aún no sabía lo que él planeaba, pero no había tiempo para explicaciones. Si se quedaban, la amenaza que pendía sobre ambos podría volverse mortal, necesitaba alejarla por un tiempo, escapar de la mirada censuradora y amenazante de Carlo y a la vez, tratar de averiguar que se traía entre manos su esposa, porque no le había creído ni una sola palabra de lo que ella le hab
El viaje a Southampton duraría aproximadamente una semana. Blake, como el hombre pragmático y analítico que era, no había dejado nada al azar. Antes de irse, había dado la orden a Henry que siguiera adelante con todo lo que tenía planeado, antes de que Maddie huyera. En primer lugar, quería asegurarse de que el ataque mediático al periódico de los Hamilton siguiera, necesitaba desacreditarlos con la mayor rapidez posible ante los ojos de la sociedad. Ni por un segundo olvidaba a David, no se detendría hasta destruirlo por completo. Luego, estaba su tío Carlo. A él le debía enviar el siguiente mensaje: que había solucionado todo con su esposa y que, se iría por unos días de viaje de bodas. Sabía que era algo con lo que su tío no estaría muy de acuerdo; le había dicho que no era buen momento para dejar la ciudad, pero al menos, mientras durara el viaje, estaría lejos de su control y amenazas, dándole un respiro y con viento a favor podría llegar a fortalecer su relación con Maddie
David Hamilton había regresado de su luna de miel mucho antes de lo que tenía pensado hacerlo. La salud de Jim, su padre, se había resentido más de lo esperado, y mucho más después de tener que enfrentar el ataque sutil pero efectivo a su periódico, el Daily Word por parte de su principal rival, el Metropolitan News. La madre de David había organizado una fiesta para recibir a los recién casados, aunque Sarah había decido no ir aduciendo que se sentía cansada y algo enferma. De todas maneras, eso no impidió que toda la crema innata de la ciudad estuviera presente en la mansión de los Hamilton. Mientras la música de la orquesta llenaba el salón, entreteniendo a los invitados, el joven y su padre estaban encerrados en el estudio hablando de lo que estaban transitando. _ Esto es un gran desastre, siento ser el causante de que hayas interrumpido tu viaje de bodas, luego me disculparé con tu esposa, pero... _dijo, con voz entrecortada y acongojada, Jim Hamilton_. Lo que está sucedien
David se detuvo en seco, forzando una sonrisa para disimular el torbellino de emociones que lo dominaba. Roger Morgan, su viejo amigo, pero también el mejor amigo de Maddie se acercaba con su característico entusiasmo, acompañado de Gloria, quien lo saludó con una sonrisa que no alcanzaba a esconder su curiosidad. _ Roger, Gloria. Qué sorpresa verlos aquí _dijo David, estrechando la mano de Roger con firmeza, mientras hacía una leve inclinación de cabeza hacia Gloria. _ ¡Sorpresa la nuestra al verte en Nueva York tan pronto! Pensábamos que aún estarías disfrutando de tu luna de miel _respondió Roger con un tono animado pero inquisitivo, como si esperara que David ofreciera una explicación. David mantuvo la compostura. _ Asuntos familiares. Mi padre me necesitaba aquí, y no podía quedarme lejos por más tiempo. Gloria lo observó detenidamente, sus ojos astutos fueron detectando la tensión que David intentaba ocultar. _ Es una pena que tu regreso sea por motivos tan serios _coment
Blake la condujo hacia el sofá con una firmeza que no dejaba lugar a discusiones. Maddie intentó resistirse, pero su agarre era inamovible. Cuando finalmente la sentó, él se colocó frente a ella, apoyando una mano en el respaldo del sofá y la otra en su cadera, como si necesitara aferrarse a algo para mantener el control. Su expresión era un mar de contradicciones: dureza, frustración y algo que parecía dolor. Maddie lo miraba, desafiante, pero con una pizca de inquietud. Sabía que estaba al borde de descubrir algo importante, pero también era consciente de que cualquier verdad que Blake soltara podría cambiarlo todo. El hombre respiró hondo, tratando de calmar su enmarañada mente. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que el terreno bajo sus pies no era tan sólido como le gustaba aparentar. Contarle a Maddie la verdad era un riesgo; un paso en falso podría alejarla para siempre. Pero ¿y si ya era demasiado tarde? _ Maddie _ con comenzó, su voz ronca y baja_. Hay cosas que no pue