Después de su visita a Eleanor, Madelaine había quedado abrumada y angustiada. Repasaba una y otra vez las palabras de la mujer tratando de encastrar en su mente cada parte del pasado de Blake. _ Según Eleanor, ella me ha dicho todo. Pero ¿Por qué siento que aquí falta algo? _se preguntó, cavilosa mientras miraba hacia abajo_. Algo me dice que ella no me ha dicho todo. Grace, sentada a su lado no dejaba de observarla, veía que su amiga, estaba más decaída que cuando había abandonado Nueva York. _ Maddie, creo que deberías dejar de pensar un poco en eso... _ dijo, tomándole la mano_. Deberías hablar con tu esposo y salir de dudas de una vez por todas. La joven la miró un instante y luego volvió a su postura cabizbaja. _ Blake jamás me dirá nada. Él es todo un enigma, y tengo la corazonada que aquí hay algo más y no voy a descansar hasta desentrañarlo _dijo, afirmando sus puños sobre sus rodillas_. Grace, ¿Por qué crees que alguien ocultaría tan bien algo?, ¿qué piensas tú? Gra
Maddie y Grace bajaron del auto frente al teatro, donde las luces brillaban en el frío aire nocturno de Boston. La joven se ajustó el abrigo y trató de sonreír, empujando sus preocupaciones al fondo de su mente. Esta noche sería diferente. Solo por unas horas, se permitiría ser la Madelaine de antes: despreocupada y feliz. Lo que Maddie no sabía era que, en ese mismo instante, el auto de Blake cruzaba la frontera de la ciudad, acelerando hacia un encuentro que podría cambiarlo todo. Entrar en aquel lugar, la hizo recordar en lo que ella había vivido hasta hacía unos meses antes que ocurriera ese precipitado matrimonio. "Si no lo hubiera conocido aquella noche…" El pensamiento cruzó su mente como un susurro traicionero, llenándola de una melancolía que era casi física. Tal vez estaría ahora entre risas familiares, compartiendo una vida sencilla y sin intrigas. Pero era inútil imaginarlo. Lo que estaba hecho no podía deshacerse, aunque sí podía decidir qué hacer con lo que estaba po
La mente de Blake estaba inundada de imágenes: Maddie riendo con alguien más, llamando la atención con su belleza, viviendo una vida que parecía no incluirlo. Los celos se mezclaban con el miedo y la ira. ¿Qué pasaría si alguien la veía como él lo había hecho esa primera noche? ¿Y si alguien más quería llevársela?Pero, detrás de todo ese caos emocional, una verdad más profunda lo atormentaba: no podía soportar estar lejos de ella. Y si ella había huido para buscar respuestas, para alejarse de él, entonces tendría que encontrar la manera de detenerla antes de que descubriera todo y decidiera dejarlo.Mientras el auto se dirigía a la dirección de la fiesta, Blake sabía que su noche no terminaría hasta verla, hasta recordarle que, por mucho que intentara escapar, ella era suya.La fiesta se llevó a cabo en una mansión señorial en Back Bay, un barrio conocido por su exclusividad. Las luces inundaban las ventanas y la música jazz llenaba el aire, escapando al frío de la noche. Al llegar,
_ Blake, no esperaba... no esperaba verte aquí _ finalmente logró decir Maddie, aunque su voz temblaba traicionándola. Su voz era una mezcla de sorpresa y temor, pero también, de algo más, algo que Blake no podía identificar del todo. Y eso, lo inquietaba en sobremanera. El hombre esbozó una sonrisa, tensa y peligrosa mientras su mirada viajaba de su esposa a Cole, quien, a pesar de su desconcierto, mantenía su aplomo característico. _ Pues aquí estoy _ respondió Blake, tocando suavemente el brazo de Maddie, quien no se movió de su lugar _. Y parece que llegué justo a tiempo para interrumpir ... ¿una agradable conversación? El músico siempre diplomático, levantó las manos en un gesto de paz. _ Señor Townsend... Blake _ esbozó una débil sonrisa_. Solo estaba hablando y a la vez, cuidando a su encantadora esposa. Boston puede ser un lugar solitario para una mujer como Maddie sin compañía adecuada. La mandíbula de Blake se tensó, y su mirada oscurecida, se fijó en Cole como si e
Nueva York, 15 de agosto de 1929 Blake Townsend y su amigo Patrick Stanton habían sido invitados a una de las tantas fiestas en donde la elite millonaria de la ciudad se reunía, esta vez el anfitrión era Richard Parker, un magnate naviero. Y aunque Townsend no era un hombre muy apreciado en la alta sociedad neoyorquina, por ser hijo ilegítimo y por haber acrecentado su fortuna de manera dudosa, era menester para cualquier empresario invitarlo, ya que siempre era bueno tener el apoyo financiero de un hombre como él. El lujoso salón de la mansión de los Parker brillaba con candelabros de cristal y paredes decoradas con obras de arte. Una orquesta tocaba suavemente en una esquina, añadiendo un toque de elegancia a la velada. Del otro lado del salón, una hermosa joven de dieciocho años se movía como pez en el agua dentro de ese ámbito, sonriendo y coqueteando con cuanto joven se le acercaba, despertando los celos y la envidia de las miradas femeninas. Portadora de una belleza sin
Blake estuvo el resto de la velada de malhumor viendo como Maddie, el objeto de su deseo permanecía allí con esa actitud de diva encantadora, bailando y coqueteando con cada hombre que se cruzaba en su camino. Su frustración creció cuando vio la gran sonrisa que ella lanzaba con la llegada de David Hamilton, el heredero perfecto y pulcro, cuyo linaje y reputación contrastaban de manera chocante con su propia esencia rebelde y despreciada por la alta sociedad.Apenas avanzó por el salón, Maddie no se preocupó por disimular su interés en él. _ ¡David! _ le dijo sonriéndole con su mirada centelleante _ creí que ya no vendrías, he estado reservando todos mis bailes para ti. Desde su rincón, Blake apretó los dientes. Cada palabra de Maddie, cada sonrisa dedicada a ese idiota, lo enojaba más.El guapo joven sonrió meneando la cabeza._ Maddie, te dije que vendría ... ¿Cómo podría perderme la oportunidad de bailar con la chica más hermosa de la ciudad? _ le dijo mirándola a los ojos _ te l
Nueva York, 20 de octubre de 1929 Blake estaba en la oficina del club clandestino que poseía, lugar en donde hombres de dudosa reputación y otros de doble moral asistían para saciar cualquier deseo que tuvieran ya fuera beber alcohol (que por esos años era ilegal), estar con mujeres dispuestas a cumplirles cualquier fantasía o jugar cualquier juego de azar. Él tenía el suficiente poder y dinero como para mantener su famoso antro muy bien protegido, la policía como las autoridades pertinentes estaban muy bien pagas como para mirar para otro lado. _ ¿Qué pasa Henry? _ le preguntó a su secretario que venía con cara de frustración _ ¿Alguien murió? El hombre se acercó y le dio una pequeña y fina caja rectangular de terciopelo rojo. _ La señorita Aston ha devuelto este regalo también señor _ dijo con temor el hombre _ le dijo al mensajero que, si sigue molestándola, llamará a la policía. Blake se llenó de furia tomando la caja y tirándola con fuerza contra la pared, golpeó un
Nueva York, 15 de diciembre de 1929 Madelaine Aston estaba devastada. Miró a su inflexible madre, la gran Edith Green de Aston, quien parecía no atender los reclamos desesperados de su hija. Su deber como madre y por ahora jefa de la familia, era defender a como diera lugar, la posición y buen nombre de esta, eso incluía no caer en la ruina total. Su semblante adusto e inflexible lo decía todo; esta vez no le iba a permitir a su hija salirse con la suya. _ ¡No voy a casarme con ese hombre! _ gritó la joven mientras lloraba a mares _ ¡es un ser repugnante me da asco, lo odio! _ No estoy aquí para preguntarte Maddie, solo vine a avisarte para que estes lista _ le dijo la mujer buscando varios vestidos de finísima seda para que su hija se probara _sabes tan bien como yo, que es la única manera de salvar a nuestra familia, ¿Quieres que tu padre termine como todos los demás? ¿Desearías leer en los diarios que se voló los sesos o se tiró de un edificio por no poder soportar la ruina