__ Señor, para informar que su hermano ya se encuentra en su despacho. - el asesor Marc no se atrevió a dar otro paso al ver el semblante de su jefe. No se arriesgaría a desatar algo incontrolable en él.Bastian aclaró su voz y le indicó que podía irse. Se pondría en duda su liderazgo si supieran tan solo sus pensamientos ya que sería considerado una actitud indigna de su líder. Kiara sintió los ojos de Marc sobre ella, pero no bajó la mirada, como si no estuviera a punto de correr. Sabía las reglas, pero Bastian le generaba algo en su actuar, no entendió cómo o por qué, pero no podía resistir tanto. El Don fue el primero en salir, yendo directo al sitio donde se encontraba Jonas con la ropa suelta y cara de haber estado encamándose con alguien. Reprobó su imagen con solo un vistazo, siempre con sus niñerías tontas se llevaría el apellido por los pies. __ ¿Estás orgulloso de lo bajo que caes cada segundo? Con cada acción, lo único logras es verte mediocre como si pasarte mi nombre
El olor a vainilla lo estaba volviendo loco, el sabor de sus labios debilitó su fortaleza y si eso no era suficiente, la forma en la cual Kiara se aferró a sus hombros lo hizo no querer soltarla más. Pecado y perversión en una chiquilla que no le llegaba ni a los hombros con su altura, fácilmente le sacaba tres cabezas y aún así, en lugar de mostrarle sumisión, resistió los besos candentes, sus salvajismo cuando la estampó contra la corteza de un árbol, en tanto presionó su pecho con tal desespero que la tela se rasgó. Kiara ensartó las uñas en la parte trasera de su cuello, él no permitía que nadie lo tocara de esa forma, pues para todos era un privilegio, en cambio eso mismo sintió cuando el ardor en su piel encendió su rudeza, mucho más. Atrapó sus manos y las puso sobre su cabeza en lo que calló los gimoteos de la esclava con su boca. Su cabello en su mano se enredó más y el tirón solo tensó su cuello, en lo que ella instintivamente se refregó contra la bragueta de su pantalón.
__ ¿Dónde está? - que Jonas llegara esa mañana , tambaleante y con la búsqueda de su esclava alertó a todos. Ninguno supo responder ni que decir al respecto. Nadie tenía idea de en donde se encontraba la persona por la que preguntaba. Pero este no se detuvo y furioso se fue al siguiente piso a buscarla, levantando a todos pese a ser tan temprano y que estos estuvieran tan cansados. Siguió buscando, causando un alboroto que todos sabían terminaría mal por la dirección que llevaba.__ ¡He preguntado donde está Kiara! - espetó golpeando la puerta con los pies. - Nunca le di permiso de alejarse de mí. ¡La quiero ante mí! Es mía. ¡Me pertenece! Golpeó la siguiente con su bota también, yendo al tercer piso, todos ya se habían despertado con el alboroto, mientras Marc ya se encontraba de pie con la esclava que debía cuidar cubierta por la sábana que no soltó. __ Arriba, de seguro te llevará con él. - le dijo arreglando su corbata. - Y no te resistas. Si eres de su propiedad puede hacer co
Kiara siempre vivió ante la sombra demandante de otros. Sufrió lo que quisieron y dispusieron. Cumplió con lo impuesto y sin ninguna esperanza se enamoró de quien creyó la protegería siempre. Esa misma persona la estaba enviando a un juicio sin previa preparación, solo por algo que él hacía todo el tiempo. Pero a ella no se le tenía permitido el ser tocada por otro y al no cumplir con ese mandato, fue señalada por el hombre que una vez juró amarla. Del cabello la tomaron y la lanzaron a una jaula, no solo era un tiritar sino el miedo de lo que se avecinaba.__ Te dije que no te metieras en problemas, pero tu boca irrespetuosa de seguro te hizo ganar esto. - le dijo Cleo al verla en esa situación. Ruth y las demás se burlaron mucho más de ella. Quiso verse fuerte ante la situación, pero no pudo. Estaba al tanto de lo que seguía y sin nada por hacer solo pudo sollozar ante el dolor agobiante que la estaba martirizando mucho más. Escuchó gritos de la gente de Jonas llegando, siendo
Bastian tuvo la cabeza ocupada en todo momento. El cargamento con el material que ocuparía para sus armas del negocio que había hecho con un clan de suizo se había perdido casi en su totalidad, por culpa del descuido que tuvieron al transportarlo. Jamás había ocurrido tal cosa y por ello estaba que hundía a todos en altamar. Nadie se atrevió a acercarse si no lo pedía. Estaba peor que nunca. Nadie podía dar crédito a su semblante. Llamó a su cliente y tuvo que decir sobre los inconvenientes que tenían para la construcción de su pedido. Podía comprar las piezas que le faltaban, pero odiaba el hecho de que no estuvieran acreditados por él, para no fallar o dañarse rápidamente. Le gustó siempre la perfección. Las cosas se hacían a su modo porque la pureza de lo que él tenía, nadie podía mancharlo. Pasó la noche entera entre llamadas, negociando otro cargamento que tuvo que comprar, porque nada le aseguró el poder recuperar lo que perdió. La cabeza le dolía, en el estomago tenía un a
Kiara se removió en su cama, se llevó las manos a cabeza con un mareo más que la hizo quedarse quieta. No podía hacer más que esperar a que se pasara solo. Luego de varios minutos al fin pudo ponerse de pie. Se dirigió al baño poco espacioso que había en su dormitorio, remojando su cara y conteniendo la arcada que le llegó de repente. Ya tenía una semana con esos malestares y no la dejaban en paz, era difícil trabajar de esa forma, pero debía conseguir dinero para dejar de ser una carga para Santos. Con dos meses en ese sitio tenía mejor adaptación a su vida, ya no despertaba con el terror de sus pesadillas, pero sí con el de estar a punto de botar el contenido de su estómago. Por la mañana se levantó temprano para preparar el desayuno, siguiendo con la comida para Santos, quien agradeció antes de marcharse al astillero, mientras ella lo hizo al comedor a unos cuantos minutos de dicho lugar. Trabajo que pudieron conseguir con ayuda de Evelyn, la hermana de Santos. Él soldando buq
Tres años había pasado desde la llegada de la pequeña que usaba como medio de diversión a Santos, método de escape a Evelyn y corría a los brazos de su madre siempre que sus ojos la encontraban. No era fácil que sus rasgos pasaran desapercibido entre todos. Nunca vieron a un bebé que emanara lo que ella, su risa era un espectáculo cautivador, aumentando la dopamina en cualquiera que pudiera escucharlo o verlo, pero su mirada, esa tenía un no sé qué, que fundía a todos en una inmensa oscuridad, a veces con la luna en sus pupilas, las cuales absorbían la luz a su alrededor y otras como si supiera a donde pertenecía realmente. Esos ojos solo se habían visto en una persona antes, según Santos y estúpido no era para creerse lo que dijo Kiara cuando nació su hija. Se lo confirmó una semana después, pidiéndole no decir absolutamente nada a nadie. Él juró no hacerlo, pues también quería a esa pequeñita que cargaba en su hombro, en lo que ella cuidó que su corona no se cayera, saliendo del
El momento la tenía con el pulso acelerado, con cada metro recorrido, con cada vez que veía por el retrovisor tratando de perderlos, pero ellos continuaban atrás suyo y para Kiara eso era la señal que necesitaba para saber que su mundo peligraba.Su auto no era la gran cosa y en ese momento deseó tanto que lo fuera, pues así podía aumentar mucho más la velocidad, pero no era tiempo de lamentarse, sino de escapar, porque por nada del mundo dejaría que dieran con ella. No si estaba en sus manos evitarlo. Recordó el laberinto que era entrar en el centro de la ciudad de Bremen, yendo a ese lugar. Calles angostas, mucho tránsito, vías únicas. Algunas la saludaron al reconocerla. Casi nunca iba a en auto a esa parte de la comunidad, pues salir era un enredo total. Más cuando se equivocaba de la dirección que podía llevar la calle. Se tuvo que volver experta en ese lugar en ese momento, viendo el tráfico avanzar poco, deteniéndose a cada nada por culpa de los autos que tenía al frente.