Capítulo 11.

Bastian tuvo la cabeza ocupada en todo momento. El cargamento con el material que ocuparía para sus armas del negocio que había hecho con un clan de suizo se había perdido casi en su totalidad, por culpa del descuido que tuvieron al transportarlo.

Jamás había ocurrido tal cosa y por ello estaba que hundía a todos en altamar.

Nadie se atrevió a acercarse si no lo pedía. Estaba peor que nunca. Nadie podía dar crédito a su semblante.

Llamó a su cliente y tuvo que decir sobre los inconvenientes que tenían para la construcción de su pedido. Podía comprar las piezas que le faltaban, pero odiaba el hecho de que no estuvieran acreditados por él, para no fallar o dañarse rápidamente.

Le gustó siempre la perfección. Las cosas se hacían a su modo porque la pureza de lo que él tenía, nadie podía mancharlo.

Pasó la noche entera entre llamadas, negociando otro cargamento que tuvo que comprar, porque nada le aseguró el poder recuperar lo que perdió. La cabeza le dolía, en el estomago tenía un a
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