—Por lo visto, ya estás en una última instancia… La transformación está tomando todo tu cuerpo. —el joven la inspeccionó una vez más. No era doctor, su forma de curar era mucho más extraña, su presunta magia las desconcertaba, no había seguridad de su efectividad. —El ámbar de tus ojos lo dice todo, son los mismos que los del oso.—Sí, no me siento para nada bien. —Eva volvió a intentar ahogar sus nauseas, para no vomitar en plena sala. Dejó que viera las garras que a veces salían y le explicó lo del olfato ultra desarrollado.—Solo he visto algo así en pocas personas, la verdad es que, si es un tema desconocido, pero que existen cosas similares. A veces, si un lobo muerde a una persona sin matarla, esta puede transformarse si la intención acompaña y el cuerpo lo resiste, claro que el poder no es tan grande. —se encogió de hombros, necesitaba esforzarse si quería salvarla, sabía que era muy difícil y nuevo para tomarlo a la ligera. Tomó un largo sorbo de té, intentando digerir sus pro
La bañera humeaba y su cuerpo se relajaba en su interior, el agua la cubría por completo. Se preguntaba por qué tendría que remojarse en esas hierbas tan invasivas. Al terminar, Maya la ayudó a volver a la sala, donde Ciro ya tenía preparadas las cosas para el ritual. No era aficionada a la magia y raras veces creía en ella, por lo que desconfiaba y no le gustaba depender de él.—Otra advertencia. —achinó los ojos, con un frasco en las manos. —Si el ritual saliera bien, lo que no es cien por ciento probable, podrías sufrir algún cambio irreversible y en un primer minuto, podrían despertarse en ti cosas que llevas reprimidas dentro.—Primero tengo que sobrevivir ¿No? —Eva sonrió, a pesar de encontrarse nerviosa de pies a cabeza. Llevaba una túnica de seda de color violeta oscuro, fresca y ligera.Tomó asiento en la silla de madera, cerrando los ojos para no ver los pasos que debía tomar. Solo escuchaba las voces a su alrededor.—Necesito algo de tu sangre. —Ciro le entregó una daga a M
La temperatura subía, sintiendo el sol en lo profundo de su pecho, un calor inaguantable.—Las ventanas… —dijo a penas, haciendo señas con las manos. Necesitaba que las abrieran para que el viento circulara.Obedecieron al instante.—Debe estar acalorada. —acotó Ciro, abriendo el ventanal más amplio. El viento pasaba, el aire fresco se filtraba hacia la sala.Ella sudaba, ardía por dentro y por fuera a pesar de que el suelo estaba helado.—Es un efecto colateral, hay muchos otros… —Ciro dudó, no sabía cuáles serían exactamente, temía que pudiera ser grave. —El calor sofocante puede derivar en locura si no se trata…—¿Qué? —Maya estaba harta de esas brujerías, quería que la vida regresase a la normalidad de una vez por todas.—Tiene que sacar ese vapor, sino quedará atrapada. —explicó él, esbozando una sonrisa. —Ese calor deriva en excitación y tiene que dejarse llevar para drenarlo, sino lo hace le quedaran secuelas en la mente para siempre.—Eres un mentiroso. —Maya lo miró incrédula
La pasión los atrapó, tomándose en ese callejón vacío, en medio del caos, con la ciudad casi en llamas. Ella dejó que la hiciera suya por ese lapso de tiempo y vieron el cielo juntos, en el placer prohibido y deseado a la vez. El tenía mucha fuerza y vigor, haciéndola gemir sin perder cuidado. Su cuerpo hacía que perdiera el juicio, bebiendo de él y contemplando el amor que no tendría. Era una adicción, ese fuego que hizo que repitieran el acto más de tres veces. La adrenalina se multiplicaba, la joven se descocía de placer y él cumplía con su objetivo. En él último acto, dejó escapar un último gemido, con el orgasmo que quedaría para la historia y cayó al suelo, desmayándose al instante. Gale se preocupó, quedando desconcertado ante esa escena, habían estado disfrutándose mutuamente con furia y ahora estaba inconsciente.La cargó en sus brazos y la besó, para ver si se despertaba. Estaba respirando, como si estuviera profundamente dormida. Su respiración mostraba calma y su rostro a
No podía ser real que padre e hijo se enfrentaran de ese modo. Eva vio como las tropas de Louis huían como roedores atrapados. Los soldados del rey prepararon el transporte para los lobos refugiados y heridos y los estaban llevando a la ciudad más cercana. Junto con Maya, ambas iban dormitando en el carromato, los sucesos las habían dejado sin ni una gota de energía. Estaban junto con Ciro y Gale, y varios niños pequeños que ya no tenían padres. Se encargaron de cuidarlos hasta que llegaran a la ciudad.—¿Puedes creerlo? Parece una jodida broma. —dijo Ciro, hablándole a Gale, que era el único despierto.Gale sonrió sin decir nada, porque el ya sabía que las tropas del rey lo ayudarían, en eso habían quedado antes de separarse.—Es suerte amigo. —se encogió de hombros, no quería explicar todo el asunto, seguro lo verían como un traidor sin entender sus motivos.Maya rezaba en silencio por la seguridad de su esposo, el cual no sabía nada de todo el caos ocurrido.Llegaron a un salón pre
La fiesta recién comenzaba y se percibía la alegría de todos. No obstante, Maya se hizo a un lado y buscó a Eva para informarle que partiría de vuelta al refugio.—Es muy peligroso Maya, iré contigo. —dijo ella, mirando a su amiga con preocupación.—No, voy a ir más rápido sola, tengo que buscar a Seth para ver si está bien. Con todo lo que pasó no he podido saber nada del refugio.Eva entendía su inquietud, no podían tener la certeza de que estuvieran a salvo, Louis era impredecible. La condesa también otras inquietudes, no sabía como iba a reaccionar Lilia luego de enterarse de su engaño con el hijo del príncipe y de que tenía un falso heredero en su poder. Estaría furiosa y aquella mentira tendría consecuencias, debía intentar algo para salvar a Cleo, que no tenía la culpa de haber quedado en ese enredo.Maya partió una vez cargadas sus provisiones, esta vez como una loba, ya nadie allí la perseguía y podía infiltrarse en el bosque con más rapidez.Días antes, en el refugio, Seth e
La loba atravesaba el bosque sin temor, con la seguridad de aquel pacto real entre lobos y hombres. Se sentía feliz por Gale, sus acciones ahora les traerían paz y poderosos aliados y podía intentar amar a esa muchacha. Mientras corría, Maya pensaba en Teo, en el posible enfrentamiento que llegaría tarde o temprano, cuando los dos reyes se enfrentaran y los lobos volvieran a pelear. Sería un momento duro de afrontar, ver a ese niño que consideró su hijo como un enemigo.El instinto le mostró que algo andaba mal, haciendo que fuera más sigilosa. Estaba a mitad de camino, con una gran velocidad al estar sola y sin cargas. La oscuridad ganaba terreno y debía ser cautelosa a pesar de que ya no estuvieran en guerra en esos territorios. Pensaba en Seth, si estaría todavía en el refugio con el prisionero que ya nos les servía de nada.—¡Loba!Gritó una voz rasposa, a lo lejos, o al menos eso creyó. Una flecha la alcanzó en una de sus patas y la hizo caer al suelo, no eran flechas ordinarias,
Los lobos más jóvenes cayeron al suelo, dormidos, su cuerpo no resistía esa sustancia como el de Maya. Felipe seguía en su caballo, paralizado por el shock del momento. Seth esquivó las flechas, con su rapidez y agilidad característica, pero eran demasiados hombres. Maya no pudo creer lo que veía, Felipe bajó del caballo y empujó a uno de los hombres hacia atrás, luchando cuerpo a cuerpo con mucha dificultad hasta que logró ganar. Tomó la espada del sujeto vencido y un escudo y se aproximó hacia el lobo negro. Con ayuda del escudo lo protegió de las flechas y quedaron a salvo por unos minutos.No era suficiente, eran solo dos contra una gran tropa experimentada y armada con esa sustancia que los debilitaría. Maya cerró los ojos, no quería ver como acabaría su historia, no podría ver a su esposo enjaulado junto a ella, partiendo ambos hacia su muerte. Seth era poderoso, pero lo tenían acorralado, de no ser por el escudo del conde. Una flecha alcanzó a Felipe y cayó al suelo, junto con