Amanda llegó a su casa exhausta, sus pies dolían después de todo el día corriendo de un lado a otro. Cerró la puerta detrás de ella y dejó caer su bolso en el suelo, suspirando profundamente. En su mano llevaba un termo con comida, un remanente de la tensa cena que había tenido con Derek Ferrer.—Papá, te traje algo de comer —dijo mientras entraba en la cocina, dejando el recipiente sobre la meseta.—Gracias, hija, pero ya cené —respondió su padre desde la mesa, donde hojeaba un periódico amarillento.Amanda lo miró, extrañada.—¿Cómo que ya cenaste? No había nada en la nevera esta mañana.Su padre sonrió débilmente y señaló hacia el plato vacío frente a él.—Una mujer muy amable vino a traerme algo de comer. Dijo que tu jefe, el señor Ferrer, la había enviado.El color se desvaneció del rostro de Amanda.—¿Qué? —preguntó con incredulidad, sintiendo cómo un escalofrío le recorría la columna—. ¿Dijiste que fue enviada por Derek?Su padre asintió, ajeno a la tormenta que se desataba en
Axara estaba sentada al borde de la pequeña cama de Gael, con la mirada fija en su rostro mientras sus dedos recorrían suavemente su mejilla. El niño había logrado quedarse dormido después de la tormenta emocional que había vivido, y ahora su respiración era pausada, un leve susurro que rompía el silencio de la habitación. A la luz tenue de la lámpara nocturna, su expresión era serena, completamente opuesta al caos que había mostrado horas antes. Axara sentía un nudo en el pecho al pensar en lo vulnerable que había sido.El crujido de la puerta al abrirse hizo que levantara la cabeza. Allí estaba Cael, con los hombros tensos y una expresión que mostraba una mezcla de cansancio y culpa. Caminó con pasos ligeros, tratando de no hacer ruido.—Él parece más calmado ahora —dijo en un susurro, sus ojos descansando sobre su hijo mientras avanzaba hacia ellos.Axara apartó la mano del rostro de Gael con cuidado, como si temiera romper la paz que lo envolvía. Se levantó despacio, su cuerpo aún
Las últimas dos semanas habían transcurrido con una calma que se sentía casi irreal después del torbellino de emociones y tensiones previas. Axara había aceptado tomarse un tiempo de descanso tras insistencia de Cael, reconociendo que su cuerpo necesitaba ese espacio para enfocarse en su embarazo y también para recuperar la paz emocional. Estar en casa cuidando de Gael le había permitido conectar más con él, y juntos habían logrado crear una rutina que llenaba los días de risas y pequeños momentos de felicidad.Mientras tanto, Cael se encontraba inmerso en el trabajo, tratando de equilibrar su rol de padre, pareja y líder empresarial. Esa mañana, el ambiente en la oficina estaba cargado de expectativas. Una importante reunión para cerrar la venta de los diseños otoñales estaba programada, y Cael estaba decidido a que todo saliera perfecto.—Carmen —llamó con firmeza mientras cruzaba el pasillo hacia su oficina, los pasos resonando en el suelo pulido—, esta mañana tengo una reunión cru
La puerta de la oficina de Cael se abrió con un ligero golpe mientras Carmen entraba con un fajo de informes impresos en las manos. Su andar era ágil, pero no apresurado, y su rostro mantenía la seriedad profesional que la caracterizaba. Había decidido imprimir los informes para facilitarle la lectura a su jefe, sabiendo que él prefería revisar los documentos en físico cuando los temas eran importantes.—Señor Van Der Wijk —dijo Carmen con voz firme, colocándolos cuidadosamente sobre el escritorio frente a él.Cael levantó la vista de la pantalla de su computadora y extendió la mano, tomando los documentos con un movimiento rápido y preciso. Revisó las primeras páginas en silencio, su ceño ligeramente fruncido mientras absorbía la información. Entonces, de forma inesperada, alzó la mirada hacia Carmen, sus ojos azules brillando con un destello inquisitivo.—¿Cuánto tiempo lleva Kevin trabajando para nosotros? —preguntó de pronto, dejando el informe de lado.La pregunta la tomó por sor
Cael miró la pantalla de su computadora una vez más, intentando enfocarse en los números y proyecciones que aparecían frente a él, pero su mente simplemente no lograba centrarse. Había demasiadas preguntas sin respuesta, demasiadas sombras alrededor de Laura, Axara y Derek. Se levantó bruscamente de su silla, ajustándose el reloj en la muñeca, y sacó su teléfono del bolsillo. Habían pasado días desde que le pidió a Kang que se encargara de Laura, pero no había hecho ningún seguimiento. El desconocimiento comenzaba a carcomerlo.Marcó el número de Kang, esperando con impaciencia mientras los tonos de llamada resonaban. Finalmente, la voz del hombre respondió al otro lado de la línea.—Señor Van Der Wijk, ¿necesita otro servicio? —preguntó Kang con su tono habitual, neutral pero con un dejo de alerta.Cael no perdió tiempo en formalidades.—Necesito que me digas qué hiciste con Laura —dijo de inmediato, su voz baja pero cargada de tensión—. Y, sobre todo, si dijo algo importante antes d
El sonido de unos tacones apresurados resonó entre los escombros, rompiendo el inquietante silencio del pasillo. Cael, aún aturdido por la explosión, giró la cabeza hacia el origen del ruido. Entre la neblina de humo, una figura femenina emergió con prisa. Era una joven rubia, de rostro pálido y ojos decididos.—Señor Cael, soy Amanda. Le ayudaré a salir —dijo ella, extendiendo una mano firme hacia él.Cael la miró con incredulidad. No esperaba encontrar a nadie ahí, mucho menos a Amanda, la amiga de Axara. Sin embargo, la urgencia en su mirada lo hizo reaccionar. Apretó su mano, sintiendo la fuerza de su agarre mientras ella lo guiaba, colocando uno de sus brazos sobre su hombro para estabilizarlo.—Amanda... ¿qué ha pasado? ¿Dónde están todos? —preguntó con voz ronca, tosiendo ligeramente por el polvo que aún flotaba en el aire.—Los guardias evacuaron a todos a tiempo. Pero ellos no sabían que usted estaba aquí —respondió ella rápidamente, su tono reflejando tanto alivio como preoc
Axara Milano respiró hondo mientras observaba a las demás chicas en la sala de espera. Había llegado temprano esa mañana, y aunque intentaba proyectar una imagen tranquila, la tensión en el ambiente era palpable. Frente a ella, un grupo de jóvenes esperaban su turno para ser entrevistadas. Algunas jugaban nerviosamente con los papeles de sus carpetas, otras tamborileaban los dedos sobre las rodillas, y una que otra lanzaba miradas de superioridad como si estuviera segura de que ya había ganado el puesto. Axara bajó la mirada hacia la carpeta que descansaba sobre sus muslos. En su interior, los documentos que había falsificado con tanta precisión parecían pesar más que de costumbre. Si descubren la mentira, será mi ruina, pensó, aunque no se permitió que el miedo la paralizara. Necesitaba ese trabajo. Era su única oportunidad de salir adelante. El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención. Una joven de cabello castaño salió de la oficina. Su rostro estaba pálido, y sus ojos br
Axara tragó saliva. Había ensayado su respuesta cientos de veces frente al espejo, pero en ese momento, su mente parecía haberse quedado en blanco. Finalmente, encontró las palabras. -Sí, señor. Me gradué con honores en diseño gráfico en la Universidad de Florencia y he trabajado con varias empresas de renombre en proyectos de branding y diseño de interiores. Mi objetivo siempre ha sido combinar la funcionalidad con la estética para crear soluciones innovadoras. Cael arqueó una ceja, pero no dijo nada. Simplemente continuó mirándola como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos. -¿Por qué está interesada en trabajar aquí? -preguntó el otro hombre, quien parecía menos intimidante, pero no por ello menos profesional. Axara sostuvo la mirada de Cael antes de responder. -Porque considero que esta empresa representa el estándar más alto en la industria. Quiero ser parte de un equipo que valore la innovación y la excelencia, y estoy dispuesta a aportar mi experiencia para seguir el