Días antes
Noa miró sobre su hombro mientras corría, a toda velocidad, por el pasillo, cuidándose de su perseguidor. Los pulmones se le apretaban en busca que aire mientras su cabello marrón se alborotaba sobre sus ojos.
Dobló la esquina esquivando una mesa cuando el olor de su enemigo estaba detrás de él. Su cabeza era un torbellino como para pensar en un plan. Lo sentía tan cerca, pero dónde, no era a su espalda. No podía permitir que lo agarraran, no ahora.
Una figura más alta se cruzó por el camino. Noa se detuvo en seco y tensó sus músculos. Tenía que escapar, tenía que...
-Noa, desgraciado, cuando te atrape ya verás lo que te haré-
Una risa molesta salió de la boca de su hermano mayor que aún mantenía puesta la camisa manchada por algún líquido viscoso resultado de alguna broma.
-Eso es si me atrapas-
Alan frunció el ceño sabiendo que por más rápido que corriera nunca atraparía a su hermano, pero reconocerlo, eso jamás.
Un guardia que obstaculizaba el camino se giró hacia un lado dejando el camino libre a los dos príncipes que retomaron la acostumbrada persecución semanal. Quien viera la escena se reiría. Para su edad eran aun unos cachorros. Alan tenía 45 años pero apenas aparentaba 25 o 26 en términos humanos mientras su hermano, 38 y podía pasar por un adolescente. Y era lógico, los lobos alcanzaban su madurez cerca de los 50 años.
Noa dobló por varios pasillos sin aminorar el paso. Era un lobo pequeño pero ágil como pocos y aunque el mayor no se quedaba atrás, le faltaban las neuronas necesarias para superarlo.
Tal vez estuvieron una hora más así, no lo supieron. Dejaron caer sus cuerpos agotados y acalambrados por el intenso esfuerzo físico y con las panzas planas y duras rugiendo por un buen trozo de comida. Estaban seguros que serían regañados por su padre por el jaleo dentro de la mansión principal de la manada, pero les importaba lo mismo. Su padre no les prestaba tanta atención como para saber que estaban vivos, a veces ni se acordaba de sus nombres. Y Catalina y Nicolás tampoco escapaban de ese patrón.Nicolás era el segundo hermano, después de Rodrigo, el primogénito y favorito del alfa. Era el más tranquilo de los cinco y siempre estaba cuidando a Cat, su hermanita menor y el amor de todos ellos, y aunque no se parecía en nada a su padre, mantenía rasgos en común con ellos como el cabello chocolate, y se excluían sus dos grandes ojos violáceos, cuando los de los machos de la familia se mantenían entre el color avellana y verde. Incluso el alfa había sospechado de la procedencia de ella pero el olor delataba, no importaba su físico.
Ellos cinco tenían un olor característico, que cualquiera externo a la familia sabría que estaba relacionados consanguíneamente. Así como de quien eran hijos por parte de madre y padre.
Ahora la pregunta del siglo y el tema tabú en la manada. ¿Quién era la madre? Ninguno lo sabía y su padre le cortaría la lengua al que osara mencionar el tema.Solo era conocido que Rodrigo fue concedido por el vientre de la difunta reina, pero esa historia se había degradado con el tiempo. Ahora ya nada quedaba sobre la extraña loba. Como si nunca hubiera existido. Existían rumores que estaba viva pues todos los hermanos olían igual, pero el alfa negaba una y otra vez alegando que pertenecían a madres diferentes, y nadie era capaz de replicarle.
Noa se incorporó del suelo acomodándose la ropa y le extendió la mano a Alan.
-Volvamos, es casi hora de la comida y tenemos que cambiarnos. A padre no le gustara nuestras fachas-
-Ni que estuviera tan pendiente de nosotros-
-Alan- lo reprendió, con ellos los papeles estaban invertidos- Y tu hueles horrible, y más ahora que estas sudado-
-¿Qué? ¿Te gusta? ¿Quieres un abrazo?- abrió los brazos pero su hermano se agachó esquivándolo y se apartó.
-No más juegos por hoy, paz entre hermanos-
-No quiero oír eso de la persona que arruinó mi camisa favorita- Alan adoraba al chico por más que le hiciera cosas. Siempre estaban juntos al cuidado de Nicolás. Ahora el lobo mayor no tenía mucho tiempo para estar con ellos, tenía que hacer huecos en su agenda de mamá sustituta y ama de casa para atenderlos. No le reprochaban nada, gracias a él es que se mantenían en aquellas frías paredes.
Caminaron de vuelta cuando oyeron, a lo lejos, el grito agudo de su padre y un fuerte golpe sobre la mesa.
-¿Qué hizo qué?-
Los hermanos se arrodillaron en una esquina apartada pensando que había sido sobre ellos. A la distancia que estaban podían oír todo por su oído bien desarrollado y con el olor que tenía Alan sería imposible que los detectaran. Ralentizaron su respiración para ocultar su presencia. Si su padre los iba a regañar o castigar era mejor saber cómo seria.
-Lo siento alfa, pero al parecer no puede mantenerlo más tiempo dentro-
Otra persona lo acompañaba. Sonaba angustiada y temerosa.
-No me importa el método, no puede perderlo-
-Eso podría hacer que su vida peligre-
Sintieron pasos en el piso, su padre se había levantado de donde estaba.
-Te pago muy bien para mantenerla con viva y dándome cachorros para consumir su sangre cuando sean adultos. Dale medicamentos, opérala, cósele las piernas, pero no puede morir el cachorro-
Noa se pegó a su hermano con un ligero temblor. Eso no podía ser. Sus oídos lo estaban engañando. Sabía que su padre era cruel, pero aquello superaba las expectativas, como era posible que le hiciera algo así a alguien, incluso fuera un enemigo.
-Al menos podía mandarla para un lugar mejor. Las mazmorras no son el mejor para su barriga y las condicione...-
-Cállate. Tu trabajo es atenderla como doctor, yo decido donde tiene que estar. Y recuerda- la voz de su padre bajo tanto que les costó trabajo escuchar- Nadie puede saber que la antigua reina de esta manada está viva. Entendiste-
Alan miró a Noa con la misma expresión de terror. Aquello se estaba descontrolando. Había mencionado a la reina, la única lobaque había dirigido la manda sin tener los genes de alfa. La esposa del actual líder. Si sus palabras eran ciertas, todo lo que les habían contado era una vil mentira.
Ambos asintieron con la cabeza. Tenían que descubrir lo que ocurría en aquella mansión.
Caminaron hacia atrás con cautela sin hacer ruido, si su padre se enteraba que tenían esa información de seguro los mataría. Se alejaron, pero antes de girarse para volver a sus cuartos una mano cayó sobre el hombro de Alan.-¿Qué hacen aquí?-
Los cachorros tragaron en seco al ser descubiertos y una ligera capa de sudor cubrió sus cuerpos, pero se tranquilizaron al oler, a su espalda, la esencia de su hermano mayor.-Nico- Alan se giró y mostró una mueca incómoda- Solo estábamos dando un paseo. Ya volvemos a nuestros cuartos para cambiarnos para la cena-El lobo de cabello castaño, al igual que ellos, que lo llevaba en una larga trenza a lo largo de la ancha espalda miró por el pasillo que daba al final a la oficina de su padre.-¿Oyeron lo que dijo?- preguntó con el ceño fruncido.Noa levantó las manos en rendición y duda.-No sé de
***Alan y Noa corrían lo más rápido que sus piernas lo permitieron. Alan arrastraba a su hermano por el bosque esquivando los árboles con dificultad sobre el terreno pantanoso después de la lluvia. Habían cometido el peor error de toda su vida.Habían pensado que todos los hermanos estaban juntos en esta causa, en salvar a su madre de las garras del alfa, pero que ilusos habían sido. La traición dolía y más cuando era la primera vez. Aún no habían salido de la conmoción de ver las condiciones en que estaba la antigua reina cuando volviendo a su cuarto habían visto a su hermano mayor y primogénito de los cinco. Rodrigo. Al igual que su padre los ignoraba y si podía humillarlos lo hacía, así había si
La puerta se abrió dejando pasar un leve destello de luz que se esfumó con la misma velocidad. Levantó la cabeza con tanto esfuerzo que abrir los ojos fue toda una proeza. La imagen ante ella le repugnó tanto que sintió náuseas aún más intensas que las que tenía. Sus garras comenzaron a romper la piel de los dedos mientras sus colmillos se agrandaban.Soltó un rugido utilizando toda su fuerza para llegar hasta la persona para desgarrarle la garganta. Su cuerpo comenzando la transformación, pero los grilletes oxidados alrededor de sus muñecas y tobillos le cortaron la circulación y la piel. El dolor recorrió su cuerpo como brazas de fuego cayendo de rodillas y jadeando sin fuerza.Una sonrisa triunfadora cruzó los labios del alfa que
Leoxi leía la carta que le había llegado a sus manos. Como hermano gemelo del alfa y Comandante de la manada, tenía más responsabilidades de las que quería en su vida. Su hermano tenía menos tiempo que él, así que no tenía derecho de quejarse, incluso ahora sabía que estaba planificando bien el golpe que darían a la manada gris.Se pasó la mano por su cabello alborotándolo. Estaba algo agobiado con los nuevos sucesos. ¿Qué demonios pensaban aquellos lobos con hacerle eso a una omega? Y una pura para concluir. Acaso no sabían que eran tan extraños como los lobos albinos. Con la capacidad de reproducirse en grandes cantidades, sus cuerpos eran lo suficientemente resistentes para soportar dar a luz el triple de veces que una loba normal, que solo obtenía su celo cada
Años atrás.Nicolás dejó a Alan y Noa en sus respectivos cuartos después de pasar horas intentando que se comportaran como cachorros decentes. Su padre había dado órdenes explícitas de que no quería nadie dentro de la mansión esa noche y al no poder sacarlos a ellos, los había confinado en su cuarto antes de que el sol se ocultara.Sus hermanos menores adoraban sacarlo de quicio y que los regañara, llamando su atención en todo momento. No podía negar que eran adorables cuando hacían eso y el siempre terminaba sonriendo y dándoles un beso en la coronilla de la cabeza. Tremenda niñera estaba hecha, a falta de una madre y casi de un padre, era la única persona para entregarle afecto.
Hades se alzó en toda su altura volviendo a su imagen humana. Miró a los cinco lobos ante él y asintió con la cabeza para que el líder de estos copiara su misma acción. Nicolás dudo un poco y se transformó más lentamente quedándose arrodillado en el suelo con la cabeza gacha. Mirar a los ojos a un alfa que no era de la manada era considerado una ofensa fatal y Hades podía desgarrarle la garganta con solo pensarlo.-¿Las condiciones están preparadas?--Si alfa, todos los que pudieron ser evacuados están ocultos en un lugar seguro, el antiguo beta de la reina y actual comandante, espera órdenes para empezar la revuelta--Has pensado cuidadosamente todo esto, acaso quieres ser tú
Hades soltó un sonoro jadeo. Aquella pelea se había tornado intensa. Tal vez no lo suficiente para cumplir sus expectativas pero si para sacarle el aliento. El alfa de la manada gris no era débil a pesar de su aspecto, estaba muy bien entrenado y su fuerza no era para sobrevalorar. Eso no quitaba que él llevara ventaja.Había atacado varias veces al cuello logrando arrebatarle la cadena dejándola caer en las patas de Nicolás que ahora la cuidaba con su vida, aunque en el proceso había ganado varias heridas en su pecho y patas delanteras. Ahora ambos volvían como al inicio, uno frente al otro mostrando sus colmillos cubiertos de saliva burbujeante.Nicolás retrocedió hasta donde el beta estaba, sentía la tensión en el ambiente y la presión l
César, el doctor jefe de la manada de plata revisaba a su paciente en el seño dolorosamente fruncido mientras pronunciaba maldiciones mudas de vez en vez.-¿Cómo está?- Hades se mantenía a distancia algo ansioso sin noticias desde hacía buen rato.-Ahora no alfa, déjeme terminar mi trabajo- soltó más brusco de lo que quería, desechando su ira contenida -Por favor salga-Hades solo asintió con la cabeza y salió del cuarto para encontrarse con el rostro amargado de Nicolás y Liam que a pesar de las vendas en su cuerpo había insistido en estar ahí.No se molestó por el tono de César. El lobo le llevaba casi 300 a&