A pesar de estar sobre ella, Hades recargaba la mayor parte de su peso sobre sus patas. La loba bajo él estaba débil, delgada, casi como un pétalo de flor que podía marchitarse, eso quitando de lado que aun así luchaba e intentaba agarrarle alguna de sus extremidades y destrozarla, claro. No estaba muy contenta de estar en aquella posición. A él no le importo. Ahora necesitaba tenerla en control.
Bajó su morro hacia su cuello y lo olió, lamiendo hasta su oreja y dejando un apretón en el nacimiento de la misma, no para hacerle daño, pero si lo suficientemente fuerte para que fuera consciente de que estaba allí.
Ella se sacudió y soltó un gemido lastimero. No se rendía, a pesar de estar en desventaja, no gustarle aquello y lo demostrab
Hades no podía creerloSe había lanzado. Sin pensarlo. Sin saber dónde estaba.Retornó tan rápido a su forma humana que incluso le dolió. Corrió hacia el borde el balcón mirando hacia abajo y ver caer la loba desde el segundo piso, hasta caer en el primero, sobre la alfombra que debía haber amortiguado un poco la caída. Agradecía por primera vez que su mansión solo poseyera dos plantas o podría haberse matado de estar en otro más alto.De todas formas la caída había sido brutal.No sabía que le había dolido más, la impresión de verla lanzarse al vacío o el rechazo total hacia él. No es que fuera un mujeriego, ni buscaba aventuras de aquí y allá, pero las pocas que habían estado en sus brazos, lo habían acompañado luego a su cama.La vio levantarse lentamente como si nada hubiera pasado y correr en cualquier dirección por tal de salir de aquel lugar, algo que no lograría. En primera, por la seguridad de la mansión y, en segunda ella no podía
Diez días habían pasado para cuando abrió sus ojos y encontrarse con una imagen distorsionada del cielo sobre ella, mejor y más visible que antes, pero aun así, sin ser definida. Su vista aún estaba muy dañada, aunque mejor que antes.Había murmullos a su alrededor, que no podía identificar que decían y ese olor.Más bien, esos olores, no era solo uno. Se incorporó de golpe sintiendo crujir cada hueso de su cuerpo y una oleada de dolor recorrerla que le hizo perder la fuerza. Unos brazos rodearon su cintura y alguien se sentó tras ella recargando así su espalda en el pecho masculino.El aroma dulce que había sentido aquella vez llegó a su nariz y alzó la cabeza en un intento de divisar inútilmente quie
Ya sabía el nombre de la loba. Raro, extraño, poco común, pero con fortaleza, digna de la posición en la que había estado. Nebraska un nombre que se le daba a aquellos que no se doblegaban.Pudo sentir su cuerpo temblar bajo sus dedos, aunque su semblante no cambio. Su expresión seria, con aquellos hermosos ojos violáceos totalmente neutros.Había aprendido bien. Un líder de manada nunca podía mostrar sus emociones aún se estuviera destruyendo por dentro. Eran el soporte de la manada, si ellos a desmoronaban, todos estaban condenados.-Rudoc hizo una buena elección en casarse contigo, lástima que no supo aprovecharte -Nebraska tragó en seco al oír el nombre de su esposo -No te preoc
-Tus hijos hicieron un trato conmigo- eso le llamó la atención, era buena para saber cuándo algo malo venía en camino- Es sorprendente lo que puede hacer la desesperación-La omega respiró pesado.-La liberación tuya y de tu manada, a cambio de ti-Nebraska sacudió la cabeza. No podía creer lo que acababa de ocurrir. Hades intentaba tener tacto, algo que no congeniaba con él, decir las cosas de frente le era más fácil.-En resumen. Tú eres mía ahora-Nebraska no movió un músculo. Sabía que todo aquello no podía ser tan fácil. Su manada libre, sus hijos
Nebraska sintió al beta acercarse a ella, y por reflejo retrocedió, apenas, como sus piernas adoloridas le permitieron. La silueta no era tan grande como la del alfa pero si más que la de cualquiera de sus hijos.Siran miró a la mujer ponerse en guardia tirada en el suelo. Tenía que reconocer que eran pocos los lobos que le hacían frente. Su posición de beta no había llegado de la noche a la mañana y no estaba solidificada por gusto. Conocía su reacción en los demás y recibía regaños por eso, de parte de Hades.Se acercó a la omega y se inclinó rodeándola con un brazo y el otro lo pasó por debajo de sus piernas, cargándola. Nebraska se mantuvo quieta y tiesa. Ahora de cerca, el olor de lobo dominante era p
Nebraska intentaba enfocar la silueta del plato con pedazos de carne y fruta muy apetecibles, con desconfianza. Si algo había aprendido en los años que estuvo reclusa era que no debía aceptar comida a menos que supiera su procedencia. No habría sido una, las veces que habían drogado su cena para hacerla entrar en celo y forzarla a tener hijos. Como se dice, la tercera era la vencida y después de la segunda vez se había reusado a comer.Ahí vinieron las inyecciones tan dolorosas que habían dejado marcas en su cuello. Cuando Rudoc quería algo, era difícil que no lo consiguiera.-Tendremos que cortarlo- la voz de Sara a su espalda la sacó que sus pensamientos-¿Qué?-
Hades se llevó la muñeca a la boca y lamió la sangre de su propia mordida que ya estaba cerrando. Sonrió ante la sensación que recorría cada fibra muscular. El pequeño cuerpo que se ajustaba perfectamente a él, bebiendo de su ser, directamente de la vena que latía frenética era más de lo que se imaginó.Recorrió la espalda blanca masajeando cada uno de los nudos que encontró, así como pequeñas cicatrices que aún se negaban a desaparecer. Con la otra acarició su rodilla y subió a lo largo del muslo hasta dejarla sobre la suave piel de su glúteo y la apretó más contra él, en un intento de aliviar el deseo crudo que empezaba a emanar.La oyó gruñir ante el acto, aunqu
Siran se puso la camisa consiente que el día era joven y que aún tenía cosas que hacer, pero se iba satisfecho dejando a su mujer con una radiante sonrisa en la cama envuelta entre las sábanas y que se deleitaba con su figura a medio vestir.-No te preocupes por apurarte, Hades está bien entretenido con su nueva adquisición. Hacía tiempo que no lo veía tan motivado-El beta se peinó el cabello rubio hacia atrás quedando en la hermosa e inmaculada cascada hasta la nuca, que Sara adoraba despeinar solo para molestarlo.-Podrías no mencionarme a esa loba, aún recuerdo cuando lo atacó--Tan rencoroso como siempre. Ella no tenía control de sí--Sara, no hablemos del tema,