Victoria disimuló lo mejor que pudo, no le gustó la burla en la voz de Stefan, no quería darle el gusto de demostrar lo herida que se siente. La decepción de no significar nada para Michael. Así era como ella lo percibía. Miró a Stefan de manera aprensiva. —Supongo que no te da ni pizca de gracia que no hayan muerto. Stefan subió los hombros. El noticiero informaba de la muerte de Luciano de Luca. —Al menos murió Luciano, eso le dolerá a Massimo Coppola que es a quien en verdad odio. —Me alegro de que los demás estén con vida, tú deberías olvidarte del asunto y procurar también ser feliz. —No sabes lo que me pides —murmuró Stefan. —Massimo Coppola es un hombre mayor y con su trabajo en cualquier momento lo matarán. — ¡Pero debo hacerlo yo! No entiendes que ese hombre me debe demasiado, no comprendes porque eres una mimada que ha tenido todo sin luchar por conseguirlo. —Lo único que veo es a un hombre inteligente y joven que se pudre detrás de una fa
Michael se levantó de su silla con Guadalupe amarrada a su cintura y la llevó a la cama. Guadalupe no se lo podía creer, temprano pensó que moriría y ahora estaba por fin en brazos de Michael. Él la haría suya y ella no podía esperar… Lo besó con furia hambrienta que Michael controló besándola con más calma y seducción, usando su lengua para provocarla. Levantó su camisa y sus enormes manos masajearon sus pechos. Guadalupe quería ser perfecta para él, estaba consiente que sus pechos eran pequeños, pero a Michael no parecía importarle, pues los mordió antes de chupar acariciando con la lengua y haciendo que ella se arqueara presa de la pasión, buscando fricción en su centro con la entrepierna de él que levantaba su short en la parte delantera como si fuera el cañón de un arma muy larga. Ambos se deseaban y estaban impacientes por conocerse de manera carnal, pero escucharon golpes en la puerta. —Michael, te necesito ahora, es muy importante —era la voz de Diego y e
Guadalupe siguió a Michael, pero él no quiso regresar a la sala de computadora donde casi tiene sexo con ella, la llevó a su habitación y allí estaba su hermano que sonrió al verla. —Te estaba esperando para que juguemos con la consola —el niño de 13 años emocionado miró a Michael—. ¿Michael quieres jugar? Michael con eso fue más consciente de que ella era una niña y peor se sintió, negó con la cabeza. —Por favor Pedro, déjame sola con Michael. Pedro se levantó y al ver la mirada nerviosa de Guadalupe cuadró los hombros. — ¿Qué te pasa Guadalupe? —Nada, solo sal de aquí, ve a estudiar que la Rebeka te hará un examen de matemática. —Yo no quiero hacer ningún examen… —Sal de aquí Pedro, si te vas a quedar por aquí debes tener disciplina y hacer lo que se te ordene —espetó Michael con voz de mando para educar al joven rebelde. —Tú no eres nada mío —le retó el niño. —¡Es suficiente!, solo vete Pedro, en un momento te alcanzo —intervino Guadalupe. El niño s
Stefan había besado muchas veces a Victoria, pero ella nunca lo había sentido correcto. Hasta ahora… Victoria respondió a su beso demandante y es que aunque acababa de decirle que el sexo lo vería como algo a entregar a alguien que le demostrara merecerlo, nadie le había dicho antes que le daría poder. Y no es que Victoria quisiera ser mafiosa, pero el ofrecimiento de Stefan era incitante, ya que jamás había sentido que fuera ella la voz cantante en una relación. Por el contrario, siempre se sintió en la cuerda floja, tratando de ser perfecta y complacer a su pareja, mientras con Stefan no lo había hecho y él se entregaba a ella. O al menos eso decía y ella ya no quería seguir analizándolo. — ¿En realidad eres un demonio? —No lo dudes —contestó él yendo de inmediato a sus pechos y besándolos aun por encima del brasier. Victoria volteó la cabeza hacía el techo sintiendo como sus bajos instintos despiertan con la calidez de las manos grandes que aprietan y c
Una semana después Michael estaba en el gimnasio equipado de la casa de Halcón en New York. Era muy temprano y la casa estaba en completo silencio. Michael no había dormido. Le pegaba a un saco de boxeo y su mente era un infierno. —Hijo, creo que deberías ir a Venezuela. Michael volteó y vio a don Massimo en la puerta del gimnasio. —No sabía que se había quedado —dijo Michael sorprendido. Massimo entró, el apuesto hombre aunque mayor conservaba su temple y jamás mostraba vulnerabilidad, aunque las ojeras y cansancio podían notarse en su semblante. —Tampoco he dormido, lamento que haya sido otra noche sin respuestas sobre Slashdot, pero me comprometí a hacerme cargo de los vuelos de Alessandro a Grecia y de Odín a Venezuela. Michael hizo una mueca. No recordaba que Odín se iba también. Odín era el entrenador que sacó a Diego de las calles, que apoyó a Michael dándole un hogar junto a Diego en el gimnasio en Venezuela cuando era un niño y no tenía a nadie en el mund
En los siguientes días Stefan compartió con Victoria de maneras que no había compartido con nadie. Victoria se tomó a pecho la recuperación de las adicciones de las mujeres que serían para el susodicho club El Nido; de lo que ahora solo quedaba un local vacío. Stefan no le permitió que ella mostrara su rostro a las chicas. Le decía que era por seguridad y ella así lo comprendía, no sabía que no era solo ese el motivo. Tan pronto como estas chicas salieran a la sociedad, alguna diría lo que le había ocurrido; el rumor de La Sirena saldría a la luz y el miedo de Stefan a fuera descubierta por Michael aumentaba. Victoria pensaba que Michael estaba muy feliz con Guadalupe, pero Stefan sabía que no era así. Michael se había hecho una reputación entre sus pares en los últimos días y ya era identificado como el cazador de Slashdot. El apodo que le puso Luciano se le quedó y ahora Michael era conocido como “El Santo” el número dos de Halcón, su agente más letal. —Tan
Victoria estaba sentada en el banquillo de la peinadora, era de madrugada y Stefan estaba dormido, pero ella tuvo un sueño y necesitó levantarse. En el sueño ella usaba el antifaz de la Sirena y ayudaba a unas chicas a escapar de un burdel. Había disparos y consiguió a Michael de frente, este la apuntaba con un arma y detrás de ella llegaba Stefan. La horrible pesadilla culminó cuando ambos se dispararon. Victoria observó a Stefan, podía verlo claramente por la lámpara que encendió en su mesa de noche. Stefan estaba boca arriba, su pecho era visible ya que la sábana la tenía enrollada en la cadera, ella sonrió mordiendo sus labios. —Es tan blanco como un tuqueque —Victoria había susurrado y mordió sus labios sonriendo y cubriendo su boca—. Apuesto que si te lo dijera no sabría lo que es un tuqueque, bueno, en realidad no pareces una lagartija, quizás un gato blanco, Stefan sin abrir los ojos le dijo unas palabras que Victoria no comprendió, ella sonrió al entende
A Stefan lo llevaron en una ambulancia, la policía tomó la escena y todo parecía normal, pero los paramédicos y policías trabajaban al servicio de Ivo. La única razón por la que Ivo no se deshacía de Stefan de una vez es porque necesitaba sus ojos. A Stefan inconsciente lo ingresaron a la clínica de Ibogaina, el médico director era amigo de Stefan y por eso no le permitieron acercarse. —Doctor ocúpese de que nadie hable al respecto —espetó Ivo parando al médico antes de meter a Stefan a la sala de trauma. —Pero puedo ayudar —insistió el médico. —No se preocupe, he traído a mi médico, usted se debe encargar de que nadie sepa que Slashdot fue traído acá. El médico con renuencia se quedó afuera. Ivo fingía estar muy afectado y preocupado, pero cuando ingresó a la sala y cerró la puerta en las narices del médico sonrió triunfante. —Ahora has lo tuyo —le dijo a un joven de su equipo y este sacó una laptop y tecleó con destreza. —Está a punto de morir, debes apur