Inicio / Romántica / Casualidad o Destino / Capítulo 5. Un hombre guapo
Capítulo 5. Un hombre guapo

El dinero estaba listo, esperando que los secuestradores se comunicaran con él de nuevo, para así poder estar con su mujer y poder saber cómo estaba su embarazo, pero nada que ellos se volvían a comunicar con él.

Tanto así era su miedo que, al tercer día, sin saber nada de su esposa, se había ido desesperando a buscarla como un loco en las calles, autorizo que los noticieros publicaran la foto de su esposa y nada que sabía de ella, hasta llegó a pagar publicidad por las redes sociales, ofreciendo recompensa si alguien le diera alguna razón de su esposa.

Él en ese momento se había arrepentido de haber llamado a la policía, ya que se decía que, por la presencia de los policías en el caso del secuestro de su esposa, los secuestradores no se habían comunicado más con él, de hecho al principio no lo había hecho por miedo a que los secuestradores la mataran si se enteraran de que había llamado a la policía, pero estuvo de acuerdo con su amigo en una cosa, la cual era quien le garantizaba a él, que le entregarían a su esposa con vida después que él les hubiera entregado el dinero, por esta razón no culpaba a su amigo, ya que en las palabras de aquellos delincuentes no se podía confiar.

Alejandro al ver que había pasado una semana y no sabía nada de su esposa, ya sabía que algo malo le había pasado o quizás los secuestradores tenían gente en la policía y por eso se enteraron.

Él se arrepintió en ese momento de haber llamado a la policía, pero se dijo que de arrepentimiento no iba a atraer a su esposa sana y a salvo ¿cierto?

Así que decidió arriesgarse y dar todo el dinero que habían pedido los secuestradores a la persona que le diera el paradero de las personas que habían secuestrado a su esposa, en su desesperación pensó que, si ellos le habían hecho algo malo a su esposa, por lo menos harían que se pelearan entre ellos por obtener aquella cantidad de dinero de la recompensa que él estaba ofreciendo, hasta que entregaran al jefe de aquella banda de secuestradores.

Al principio quería matarlo con sus propias manos, pero luego se dijo que no se ensuciaría sus manos con aquella escoria, mejor se lo entregaría al grupo criminal enemigo de estos, para que ellos se encargaran de torturarlo sin compasión alguna, en ese momento se dio cuenta de que hasta la persona más pacifica como lo era él, podía sentir odio hasta llegar a matar y se asustó mucho por el deseo de venganza que estaba sintiendo en ese momento por aquellas personas.

Al día siguiente Alejandro ya estaba demasiado cansado, porque desde que habían secuestrado a su esposa no había dormido nada.

Él se había dedicado en cuerpo y alma en buscar a su familia, dejando de un lado a su empresa, su bienestar y todos sus compromisos pendientes. Dejando todo en las manos de su hermano menor, el cual se había desempeñado muy bien con todo en su ausencia.

Pero una mañana después de una semana, sin saber nada de los secuestradores y de su esposa, la policía había llegado a su casa con la noticia que ninguna persona que se encontrara en el lugar de Alejandro le gustaría oír.

 Ellos le habían informado que habían encontrado a una mujer con las indicaciones de su esposa en un barranco en la vía Medellín Caucasia; Además, le informaron que la mujer tenía una bala en la cabeza y tres disparos más en la parte del cuerpo.

Alejandro se había quedado congelado en el mismo sitio que estaba por aquella noticia tan impactante, era algo así como si le fuesen arrancados su corazón, estando vivo aún, él se quedó en el mismo sitio como una estatua sin moverse ni un centímetro.

En ese momento comenzó a rezar internamente, porque no fuese su mujer aquella persona y repetía en su mente que esto era solo una pesadilla que al rato se despertaría y su esposa estaría a su lado contándole que el bebé no la había dejado dormir en toda la noche, porque cada día sus pata-ditas eran más y más fuerte, como todas las mañanas que se levantaba le contaba esto.

Alejandro estuvo por un rato con sus ojos cerrado orando en su mente, para cuando los abriera era tal y como lo había pensado antes, pero al mismo instante que abrió sus ojos se encontró con la cruda realidad a la cual tenía que hacerle frente.

Luego solo escuchó al agente decir que tenía que ir con ellos para que pudiera identificar el cadáver, en ese instante entró su padre a la sala, el cual dijo que él iría por su hijo, porque vio que su hijo estaba muy mal en aquel momento, pero Alejandro quería ser él que identificara el cuerpo de su esposa y así poder despedirse de ella y de su hijo por nacer, cuando pensó en esto sus lágrimas cayeron por sus mejillas como un torrente de lluvia, en aquel momento pensó en lo ilusionado que estaba por conocer a su pequeño y nunca, ni en sus peores pesadillas se había imaginado una escena así.

Él dijo yo iré con ustedes y de inmediato se fueron, cuando estaba en la morgue y pudo ver que aquella mujer en realidad era su esposa, cayó de rodillas con un estruendo estremecedor y sus lágrimas rodeando por sus mejillas.

En ese instante fue tan grande su dolor que lo manifestó con un ¡Nooooooo…! Que hasta la entrada de aquel edificio escucharon ese no que contenía tanto dolor al ser manifestado en voz alta, todas las personas que estaban presente sintieron la nostalgia que Alejandro estaba sintiendo en ese momento de su vida.

Don Antonio, su padre que lo estaba acompañando, se arrodilló al lado de su hijo y comenzó a darle palmaditas en la espalda, porque no había palabra que decirle a su hijo en aquel preciso momento.

Alejandro comenzó a decir, sabes lo ilusionado que estábamos con nuestro bebe, mientras le tocaba su prominente barriga y la sobaba con delicadeza como si él bebe siguiera vivo aún.

Don Antonio, al ver a su hijo así, trató de levantarlo diciéndole que los dejara para que el patólogo se encargara de la autopsia, pero él no quiso y le dijo que por lo menos dejaran que se despidiera de su esposa e hijo.

Su padre, al ver que su hijo quería despedirse de su familia, les pidió a las personas que estaban detrás de ellos que lo dejaran solo por un minuto, y así lo hicieron estos.

Cuando Alejandro estaba a solas con su esposa y otros cadáveres que estaban en la morgue, él le juro al cadáver de su esposa que no tendría hijos y tampoco se casaría con ninguna otra mujer, que viviría el resto de su vida recordándolos y vengando sus muertes injustas.

Dos años habían pasado desde la muerte de los padres de Kelaya y ella y su hermana iban a viajar a su pueblo, como lo habían hecho el año anterior a la visita de aniversario de sus padres, y visitar sus tumbas donde se encontraba enterrado estos.

Ellas querían visitarlos este año de nuevo y así llevarles sus flores favoritas, y poderle contar todo lo que les había pasado este año, pero esta vez llevaban muchos más temas que contarles, como que Melany había entrado a estudiar Administración Financiera y además que le estaban yendo muy bien en sus estudios y con el negocio que habían abierto, que ambas trabajaban en el negocio.

Cuando estaban en el aeropuerto, porque este año si se iban a ir en avión, no como el año pasado que les había tocado irse en bus, porque el dinero no les alcanzaba para los boletos de avión y les toco pasar por una travesía, que las dos habían dicho que nunca más se irían en bus de nuevo, si no tenían dinero para comprar el boleto de avión no irían, pero en Bus nunca jamás de los jamases.

Las hermanas habían llegado con el tiempo justo y así poder abordar el avión para irse a su tierra donde les había dado tanto, pero a su vez les había quitado lo que ellas más querían en su vida, aquellas tierras donde conocieron que era el verdadero dolor.

Melany fue la primera en salir corriendo del taxi para poder hacer la fila; mientras Kelaya se quedó pagando el taxi y llevando sus cosas, al entrar iba caminando muy apurada para poder alcanzar a su hermana, pero contó con tan buena o mala suerte que se había chocado con un hombre muy guapo, de unos treinta años.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo