Kelaya en ese instante no le prometió nada, solo caminó hasta la azotea, porque se imaginó que su esposo no se iría, si no era en el helicóptero.

Alejandro no le quedó de otra que caminar detrás de ella, porque sabía que no podía obligar a su esposa a que le prometiera algo y menos, en ese momento, solo esperaba que fuera un poco sensata y no quisiera ver como estaban torturando a aquel mesero.

Porque de seguro le causaría un trauma mayor y pensando así, la alcanzó y le dijo, cariño, no puedes bajar al sótano hasta que yo te lo indique por favor.

Ella le respondió, claro que estaré presente y no te preocupes que no soy una flor delicada, además ya sé que tienen que torturarlo para que pueda hablar más rápido y así poder confesar porque lo hizo, así que si es por esto que estás preocupado, no tienes por qué estarlo, ya que he visto esas clases de torturas ya.

Alejandro se sorprendió mucho al escucharla decir esto y de inmediato le preguntó ¿y dónde la has visto?

En las películas y sé q