Doña Elsa apenas escuchó que le decían mami, quito su mirada de Carolina y miro de donde venía aquella vocecita que tanto le agradaba y más cuando la llamaba mamá.

Ahí fue que miró a Melany, la cual venía corriendo hasta donde ella, como toda una niña pequeña, solo le dijo: "no corras que te puedes caer".

Luego Melany la apartó de Carolina para sentarse a su lado, mientras le decía, no sabes lo mucho que te extrañe, mamá.

Elsa le dio una brillante sonrisa, cuando le dijo: si me extrañaste tanto como dices, ¿por qué no me llamaste para decírmelo?, y así yo hubiera ido para que nos viéramos en la ciudad y consentir a mi hija un poco, ya que yo también te he extrañado mucho.

Mami, no me gusta que por mi culpa esté yendo de aquí para allá, entonces yo prefiero venir y verte para consentirte un poco y que mi madre me consienta también, porque estos últimos días han sido muy agotadores para mí.

En ese momento la señora no tenía más ojos que para Melany, ella no sabía que tenía esa chica que