“Sin embargo, no puedo seguirte de regreso a casa y actuar feliz enfrente de ti. Eso es porque tú y yo no somos cercanos el uno al otro en absoluto. No solo no somos cercanos, pero cada vez que te veo, soy recordada de mi débil y enferma madre, quien estuvo sola toda su vida, y murió con tanto resentimiento”.

Al decir eso, Gloria bajó la mirada. No había palabras que pudieran describir ese tipo de dolor.

“Mi madre fue una persona que nunca estuvo dispuesta a molestar a nadie. Incluso cuando sabía que estaba gravemente enferma, no molestó a su familia. En lugar de eso, escogió irse sola a algún lugar lejano. ¡El día más solitario e indefenso en su vida fue el día que salvó nuestra vida! ¡Ella te había salvado! ¿Qué hiciste entonces? Trataste a la salvadora de tu vida como a la mujer que seguía molestándote. La trataste como a una mujer de la posición más baja de este mundo. Tenías mucho miedo de que ella arruinara a tu familia. Tu noble carácter e integridad, tu lealtad y tu devoció