—lo siento señora Di Monti, no puedo ayudarle, por favor no me odié, no quiero más problemas y el señor me dejó en claro que solo busque a los niños y no diga absolutamente su paradero —¿En serio Gutiérrez? ¡Cristhofer y yo tenemos mucho de qué hablar! No puedo creer que te pongas en este plan, yo asumo todo lo que se me venga encima, pero dígame ¿Dónde está Cristhofer?Gutiérrez niega con la cabeza. —se lo suplico señora Di Monti, no me regué que me siento mal al negar su petición, es mejor que se den un tiempo cuando ambos estén más calmados—algo que tiene Cristhofer, es que es orgulloso sí a él se le da la gana no me vuelve a hablar, ¿Y nuestros hijos? Ellos no merecen eso—y estoy de acuerdo con usted señora, pero estoy seguro que cuando mi jefe se calmen todos los malos entendidos se van a aclarar Lena se pone cabizbaja, se le salen las lágrimas, siente que no puede esperar que esos días pasen.Gutiérrez quiere que la tierra se abra y se lo tragué, porque le duele ver a Lena a
Lena está como alma en pena, sentada en el mueble con su mirada fija a la pared color blanca, la mujer no parpadea y por más que Natalia le suplicó que desayune se negó rotundamente a hacerlo.Su único deseo es una pronta solución a su crisis matrimonial, no importa lo demás, lo importante es la familia, tenerlos a todos juntos.Tocan el timbre con insistencia, por lo que Natalia muy emocionada corre a abrirla, mientras que Lena no tiene ni la mínima emoción.Ella abre la puerta y un hombre ya maduro, cabello totalmente canoso, vestido muy elegante, la mira de pies a cabeza. —buen día, soy Larson— habla con tanta educación que le confirma que es el hombre con quién habló por teléfono—buenos días señor Larzon, me causa alegría saber que eres real, que has venido hasta acá, pero temo que mi amiga los atienda, está pasando por un momento demasiado difícil, y está muy triste—es una pena… ¿Qué le sucede a la señorita? Quizás mis señores puedan ayudarle— está intrigante por conocer a Lena
—¡Francesco..!— Cristhofer frunce el ceño y se coloca de pie, pero siente un leve mareo, él se acerca a su hijo y lo sacude con preocupación —¡Hijo!— pero Francesco no despierta.Lo cargó entre sus brazos y miró a su alrededor, la angustia ya se está apoderando de él. —¡Ayuda!— soltó un grito desgarrador, pero sus escoltas no respondieron a su llamado.Al salir de la habitación de juegos, sus escoltas están en un profundo sueño, unos sentados y otros acostados en el suelo. —¿Qué carajos pasó?— su corazón se empieza a acelerar —¡Emanuel!— ya su mente está con más claridad —¡¡Despierten maldición!!— gruñó pero nadie lo escuchó —¡Ayuda!— empieza a correr muy desesperado en busca de ayuda—señor…— una mucama se acerca al verlo angustiado—¡Mi hijo! Sean robado a mi hijo, que cierren el hotel ¡Nadie sale de aquí!— ordena CristhoferLa mucama asiente y sale corriendo en busca de ayuda, y tan solo fueron minutos para que todo se volviera un caos y su hijo Francesco esté recibiendo atención m
Cristhofer se asombra al ver a Lena y que viene acompañada. —calma hija, lo mejor es estar unidos para encontrar al niño, ya tu padre se está encargando de ello— interviene la señora Watson—¡No puedo calmarme! ¡Él tiene la culpa! ¡Cuando estoy a su lado todo es una maldita tragedia!— Lena se acerca a Cristhofer y empieza a golpearle el pecho seguidamente con sus manos empuñadas —¡Debiste cuidarlo! Debiste hacerlo…— la voz de Lena se quebranta, no lo pudo soportar más y Cristhofer la sostiene de las manos para luego abrazarla fuertemente —no quisiste escucharme, soy inocente y ahora mi hijo está perdido, te odió Cristhofer Di Monti—como lo lamento Lena— balbuceó aceptando su error—Tu lamento no sirve de nada, mi hijo, el de mis extrañas fue robado ¡Si algo le pasa a mi hijo, lo pagarás Cristhofer! Llevaré a Francesco conmigo—Francesco está bajo observación, pero está bien, estaba inconsciente debido a que los drogaron con gas somnífero, de lo contrario hubiera sido difícil para log
—¿Qué hacemos con él?— pregunta él escolta fiel de la señora Di Monti—ese maldito habló con Lena, quizás con más razón… sospechen de mí, ¡Desaparece a ese bastardo! No quiero que lo encuentren nunca—como ordené señora, ¿Algo más?—No.—disculpe señora Di Monti, pero el niño no se ve bien de salud —¿Qué te importa? Sé perfectamente lo que estoy haciendo y no me contradigas, es cuestión de que mi nieto descanse para que pueda recuperarse, no puedo buscar a ningún médico, mi hijo tiene mucha influencia y puede encontrarnos, ¿Acaso no vez la suma grande de dinero que esta ofreciendo a cambio de que le regresen a su hijo ¡No seas ridículo! Y espero que sigas siendo leal hasta la muerte, pobre de tí dónde me traiciones— la señora Di Monti lo mira con despreció—es una lástima que piense eso de mí, cuando le he demostrado lealtad, pero descuidé, voy hacer mi trabajo, si me necesita vendre pronto El escolta de la señora Di Monti, se dispone a llevarse a Sebastián, para sepultarlo y que j
—Lena…— Cristhofer se siente tan culpable que quiere al menos que Lena le perdoné por no haber protegido a su hijo —¡Vete!—hablemos, no te pienso insultar, ya lo que pasó… paso —¿Segun tú, qué pasó?— ella se coloca de pie para confrontarlo Pero Cristhofer baja su mirada, la fija en el suelo y sus ojos se tornan llorosos. —¿Aún piensas que me acosté con el maldito de Sebastián? ¡Eres un poco hombre! Ojalá tuviera a Sebastián de frente y lo mataría con mis propias manos por arruinar mi vida, pero eres tan débil Cristhofer, que a pesar de que te demuestras un hombre prepotente y de alto rango, eres un idiota con poco razonamiento—es difícil para mí, entiende— él la vuelve a mirar—¿Difícil? ¡Y y o qué! Deja de pensar todo el tiempo en lo que tú sientes, ¿Acaso me encontraste en el acto con él? ¡No cierto! Al menos me hubieras reclamado con gusto, pero estaba inconsciente porque ese maldito de drogo, ¿Acaso te importó lo que yo sentía? ¿O como estaba mi salud? ¡Te fuiste como el cob
—¿Qué?¿Cómo puedes hablarme de esa manera Cristhofer? Soy tu madre, solo quiero ayudarte —¡Cállate! No sabes cuanto te despreció ¿Cómo pudiste hacerme ésto?—¡Eres débil! Debí enseñarte hacer un hombre de sangre fría— la señora Di Monti, apunta a su propio hijo—¡Deje al niño a un lado si no quieres morir!— sentencia el señor Watson al escolta—¡Esa anciana lo planeo todo!— se apresura a decir él escolta —yo sé perfectamente quién es usted señor Watson, quizás usted no me recuerde porque era difícil acercarse a un hombre tan poderoso como usted, le entregaré al niño, y diré todo lo que está señora ha hecho, pero a cambio, quiero que me dé mi libertad—¡Imposible!— exclama Cristhofer—¡Cállate miserable muerto de hambre! Yo te recogí y te dí poder, ¿Así me pagas?— la señora Di Monti está angustiada —los hombres de honor deben tener siempre presente que un favor se devuelve, yo le salvé la vida a usted, aquel día en que lo iban a secuestrar, fui yo él que inició la pelea para salvar s
—ya no te soporto Mei, la razón por la que acepté estar contigo es porque me gusta Lena, y tú parecido con ella, me hacía divagar que estaba teniendo sexo era con Lena, y sabes que me alegra muchísimo que no eres realmente mi esposa porque eres insoportable— Lombardi se empieza a vestir rápidamente—¡No puedes dejarme!— Mei se siente derrotada —más te vale que no vuelvas a aparecer en mi vida....—adiós padre, te echaré de menos— se despide Francesco, Lena tomó la decisión de irse con sus padres a Francia, gracias a la investigación, Lena quedó libre de todos los cargos, pero ella vendió su pequeña clínica con la ilusión de algún día volver a tener su clínica sin ningún impedimento—quiero que te portes bien, cuida de tu hermano y de tu madre— Cristhofer abraza a su hijo Francesco —no tardes papá— Emanuel que gracias a Dios está mejor de salud y ya puede caminar, abraza a su papá—campeón eres un gran ejemplo de lucha en esta vida, prometo que pronto estaremos juntos— a Cristhof