—Tuve que llevarla esa noche cargada, no podía caminar —contó Cristian a sus amigos—, debemos ir el otro año para vacaciones, sé que les va a encantar. Miren, les compramos estos regalos en una feria.
El joven sacó de una bolsa plateada varias cajas de regalos y comenzó a dárselas a los allí presentes.
Sasha tomó el suyo con mucho ánimo y comenzó a abrirlo. Soltó un grito al ver un atrapasueños de tamaño mediano, las puntas eran de una pluma violeta y estaba hecho de una cuerda de varios colores: rojo, azul oscuro, morado y rosado.
—¡Es hermoso! —soltó la joven.
Lorena, quien estaba sentada a su lado, dejó salir una sonrisa.
—Sabía que te encantaría —dijo Lorena—, esa noche lo vi y supe que te iba a gustar.
—¡Es hermoso! —soltó Sasha mientr
Lorena después de escuchar lo que Marc le había comentado a Laura se le hizo un nudo en la garganta. Sabía que su mejor amigo no era de los que tomaban decisiones apresuradas y mucho menos de los que dejaban que sus emociones lo controlaran. Tenía que estar en un estado bastante crítico para comportarse de esa manera.Esa noche meditó mucho sobre cómo entablar una conversación con Marc, saber el por qué había decidido marcharse a vivir fuera del país. ¿Cómo haría con la universidad? Estaban a pocos días de comenzar el nuevo semestre.Muy temprano en la mañana se alistó para ir a casa de Marc y hablar con él. Era la primera vez que lo encontraba desaliñado. Tenía unas enormes ojeras en su rostro y se notaba que no estaba pasando por un buen momento.Marc se cruzó de piernas encima de la cama y dejó su mirada cla
Lorena se acercó a ella y la abrazó para consolarla. Laura aceptó el abrazo y la joven soltó con más fuerza su llanto.—Estoy cansada de amarlo, quiero olvidarlo, realmente lo quiero —sollozó la joven.Sasha comenzó a llorar al sentirse en parte identificada con la confesión de su amiga. A la joven le sucedía lo mismo con Adam, tenía años intentando superarlo, pero él siempre volvía cuando ella creía haberlo superado y la dejaba en el inicio. Aunque, a diferencia de Laura, ella no deseaba alejarse de él, sólo deseaba no sentir nada por Adam.Prometieron seguir en contacto, hablar todos los días y visitarse en las vacaciones. Aunque, Lorena tenía miedo de que ellas cambiaran y perdieran contacto. Que cada una se sumiera en sus vidas y sus amistades sólo se limitaran a simples recuerdos.El día en el que Mar
Sasha tragó en seco, lentamente paseó la mirada por todo el patio. Allí estaban Miguel, Cristian, Marc, Lorena y Laura.Era obvio que al decir Lorena que no era ella y ser Laura la que mostraba la prueba de embarazo todos sabrían que quien estaba embarazada era ella. ¿Cómo se le ocurrió botar la prueba de embarazo en el baño de la casa de los chismosos número uno?Laura rodó su mirada hasta poder ver a Sasha.—Es tuyo, ¿cierto? —dijo con rostro serio—, estás embarazada.Sasha tornó su rostro de manera aburrida y se cruzó de brazos.—Sí —fue lo único que pudo decir—. Eres una chismosa de mierda Laura y una asquerosa, ¿qué haces tomando una prueba de embarazo de la basura?—¿Y tú qué haces botando algo tan valioso como esto?—Porque está
Lorena estaba sentada en la cama, con un libro abierto reposando en sus piernas, sin embargo, ella no tenía mente para concentrarse. Su mente estaba anclada en la mañana que pasó con sus amigos, aquel reencuentro. Sasha sería mamá. Se dio cuenta que todos habían madurado, comenzaban a casarse y los hijos ya venían en camino.Ser mamá. Intentaba imaginarse cómo sería ella como mamá, ¿sería buena?, ¿sabría criar a un niño?, ¿qué se sentiría estar embarazada?Cristian estaba acostado a su lado, intentando dormir. Sus mejillas se veían enrojecidas por el sol que quemó su rostro por estar todo el día metido en la piscina compitiendo con sus amigos como en los viejos tiempos.Lorena lo contempló, examinó cada facción de su rostro. Cristian no tenía rostro de padre, de hecho, no parec&iacut
Miguel terminó de recoger la ropa de su closet cuando sintió que algo cayó al suelo. Miró hacia abajo y vio un sobre blanco de carta. Lo reconoció en cuestión de segundos, era la carta que años atrás Marc le había dado.Dejó la ropa que tenía en sus manos en la cama y rápidamente tomó el sobre para después sacar la carta.Qué recuerdos…Lentamente dejó salir una sonrisa mientras repasaba las líneas que había en la carta.“… Pero no creas, me sentí muy feliz, bueno, en realidad creo que me impacté y a la vez tuve miedo. Dejémoslo en una explosión de emociones. Eso fue, un gran remolino de emociones que me carcomió” era un párrafo que había en la carta. Uno de sus favoritos.“No sé cuántos días llevamos sin hablar
Camilo terminó de subir las maletas al baúl del auto. Estaba ayudando a Miguel a mudarse, era una buena idea vivir cerca, más específicamente, en el mismo edificio. Así podría tener un amigo para las noches solitarias, esas tardes en que se necesita hablar con una persona.Era una tarde cálida, la brisa soplaba lentamente avisando que pronto comenzaría la nostalgia de final de año. Era octubre y los árboles dejaban caer sus hojas secas al suelo, llenando las esquinas con montones de estas.Camilo volteó a ver hacia la casa, le impacientaba que Miguel demorara tanto. Cerró la puerta del baúl y se recostó al auto. Pensaba que sería algo rápido, pero… con su amigo todo era así.Laura estaba saliendo de la casa, ignorando por completo que el joven se encontraba allí. Su paso se detuvo en seco al verlo, su garganta se secó, no sa
Estaban tan cerca que por veces Laura podía sentir el rose del brazo del joven con el suyo, algo que le hacía retumbar su corazón. Era como en los primeros días de su relación, caminaban justo así, formando planes y caminando lentamente por la calle.Algo muy profundo de ella le pedía que, por favor, no dejara que ese momento se acabara, que intentara alargarlo todo lo que pudiera. Camilo había vuelto a su vida, sin compromiso alguno, revelándole las intenciones que tenía hacia ella, seguía sintiendo un sentimiento por ella, y, aunque desconocía de qué se trataba, presentía que era el mismo que ella llevaba por años tratando de controlar.Comenzaron a hacerse preguntas generales, intentando encontrar un tema que diera para una larga conversación. Poco a poco se fueron enterando sobre la vida del otro mientras se acercaban a un parque solitario y bastante sile
El joven encontró la llave y se alejó de la chica. —Ahora, lárgate —gruñó. Laura se agachó y soltó el llanto. Realmente no quería terminar de esa manera con Camilo. —¿No entiendes lo que es el desprecio? —preguntó el joven. —Si viene de ti no me importa —dijo Laura—. Me he dado cuenta lo mucho que te he tratado mal y realmente estoy arrepentida. Sé que fui una idiota y quiero cambiar eso porque estoy enamorada de ti. Camilo llevó las manos a su cabeza totalmente estresado por el malestar que tenía en aquel momento y Laura sólo estaba empeorando las cosas. —Laura, yo no quiero tratarte mal, así que ayúdame y vete ahora mismo. ¿No entiendes que no quiero volver a verte? Laura negó con la cabez