Tiago iba hacer presencia en la boda de su hermana y eso le frustraba. Si algo que Emily no aguantaba más que verse como una servilleta en este día, era ver a Stephan con su arrogante sonrisa perfecta recordándole que no se volvería una actriz de renombre por una malteada.
Emily se pasó toda la ceremonia bebiendo champagne y bailando con las niñas de las flores descalza. Las zapatillas la habían matado y lo que menos quería era tener ampollas. La boda de Stella en cierta manera se había completado, había venido el juez de la paz para casarlos en una ceremonia íntima donde los novios se dieron un pequeño beso en los labios después de decir sus votos matrimoniales entre el público.
Fue demasiado cursi y meloso, tan meloso que Emily quería eso para su boda, pero ver al hombre que amaba casarse con otra mujer le había causado lágrimas en los ojos que la señora Irma le dio un pañuelo para que se limpiase las lágrimas.
—Son tan hermosos, Verdad —aseguro la señora Irma mientras aplaudía emocionada—. Emily cariño, me emocionara verte casada pronto.
Emily giro su mirada hacia a la señora Irma quien la miraba con tal fascinación de verla casada. Pero el mero pensamiento le causaba malestar en el estómago por la simple razón de que nunca lo había contemplado, hace un año tal vez, pero desde que Dimitri escogió a Stella para ser su compañera de vida Emily ya no contemplaba el matrimonio en sus manos. Dimitri había roto su corazón de la manera más horrible y aun no podía creer que lo siguiese amando como si aún tuviera dieciocho.
—Si señora Irma es emocionante —dijo entre dientes mientras estrujaba el pañuelo.
—Te verías hermosa en un vestido blanco.
—Rojo.
—Perdona — la miro confundida.
Emily le sonrió y bebió de su copa de Champagne. —Rojo, quiero casarme de rojo, no como una puritana más de blanco. Así como la ve —señalo a Stella bailando con Dimitri del cuello—. Ya no es virgen.
—¡Emily! —comentó indignada—. No digas esas cosas aquí. ¡Por Dios!, no seas tan desvergonzada.
—Es la verdad Señora Irma, no es como si fuera algo del otro mundo, ya todo el mundo sabe que antes de Dimitri Stella salió con muchos hombres.
—Estas borracha cariño, ven vamos a sentarte—señalo Irma mientras le quitaba la copa de la mano para llevarla a la mesa más cercana—. Creo que necesitas relajarte y dormir.
Emily negó con la cabeza divertida.
—No… no. Yo—se apuntó risueña—. Yo estoy bien, míreme puedo bailar la bomba de cabeza.
Emily se zafó del agarre de la mejor amiga de su madre. Ella nunca hacia estas cosas, porque era lo suficientemente responsable para saber lo que hacía, pero en estos momentos lo que menos quería pensar era en ella. Los efectos del alcohol estaban sentándose en su cabeza porque ahora veía triple o cuádruple porque veía dos de todo o tres de todo, pero cuando una figura extremadamente grande se puso enfrente de ella para jalarla lejos del público se asustó.
—¿Qué crees que estás haciendo Emily? —pregunto Stephan demasiado irritado por la escena que de seguro estaba haciendo. Y es que Emily no se podía ver en ese momento, pero era todo un poema. Estaba descalza, el vestido un poco alzado, una corona de flores desordenada en su cabeza y mechones regados por su cara completamente sonrojada por las margaritas que se había tomado.
—No es obvio, pues bailo.
—Estás haciendo una escena Emily.
—¿Quién dice eso? —Miro a los lados confundida para ver quien le decía tal cosa, pero no vio nada más que personas cuchicheando.
—Emily —hablo de manera severa mientras la jalaba para que lo siguiera.
—¡Suéltame! —exclamo indignada—. ¡No tienes derecho de tocarme!, ni se quién eres.
Tiago se paró en seco y la sujeto por los hombros para sacudirla y que reaccionará por una buena vez.
—¿Qué no sabes quién soy? —se jacto—. Me has tirado m****a desde que me conociste, como para que me salgas con el cuento de que no sabes quién soy.
Emily parpadeo un poco para comprender lo que le decía el hombre fortachón que la jalaba con fuerza y le hablaba de una manera severa como si la estuviera reprendiendo y fuese algo que ya hacía.
Le tomo 10 segundos analizarlo hasta que la figura borrosa se fue enfocando y se dio cuenta que el imbécil que la estaba alejando de la fiesta no era más ni menos que Stephan Tiago en persona con un traje de esmoquin. Si hubiese prestado más atención a la boda y no se la hubiese vivido bebiendo para calmar sus penas había reaccionado que era el profesor de Dimitri y que era amigo de su padre para volverlo ni más ni menos que el padrino de anillo.
—¡Tuuu! —arrastro la U—. Tú eres el imbécil que me reprobó.
—Yo no te reprobé Emily, simplemente no eres tan buena como tú crees.
—¡Yo no siendo buena! —se señaló—. ¡Fui la mejor de la clase, en todas las clases, sacaba las mejores notas y tenía papeles principales hasta que tú apareciste en mi vida y arruinaste todo!
—Yo no arruine nada Emily —se defendió él mientras la jalaba más cerca de él.
—¡Me tiraste una malteada!, ¡me reprobaste!, ¡Arruinaste mi oportunidad solo porque te dije que no veías bien!
—¡Emily! Por favor cálmate —comento exasperado.
Emily no le prestó atención, pero si no estuviera borracha y neurótica tal vez hubiese notado el timbre nervioso en su voz. Y como Stephan la miraba preocupado y un poco de pena en los ojos.
—¡Yo! —se señaló con el dedo y lágrimas en los ojos—. ¡Yo solo quería ser una actriz de renombre Tiago! Solo eso…
Un sollozo se le escapó de la garganta y lo miro a la cara.
—Y tú lo arruinaste.
—Emily, escúchame por favor —suplicó—. Yo… yo… no quería que pasase eso es solo que…
El odio, el rencor y el iris de la ira de mujer rencorosa la invadió y lo empujo con todas sus fuerzas que no midió que la piscina estaba más cerca de lo que esperaba. Tiago cayó a la alberca y cuando se trató de sujetar de algo solo logro alcanzar el tul del vestido. El chapuzón sonó a lo grande por todo el patio y los dos quedaron completamente empapados hasta las narices. Stephan fue el primero en sacar la cabeza y exhalo aire para respirar, se quitó el cabello que le estorbaba en la cara y busco por toda la alberca a la causante de tal suceso.
Emily lo siguió poco después mientras trataba de mantenerse a flote, las ondas de tul se esparcían por la superficie mientras las gotas de agua se quedaban pegadas a su cuerpo. Emily miro directamente al hombre que odiaba con toda su alma enfrente de ella y le saco la lengua en modo de burla.
Tiago solo nado hacia ella para alcanzarla que cuando Emily se dio cuenta ya era demasiado tarde para huir porque no solo le sacaba una cabeza y media de alto si no que lo tenía respirando sobre ella.
Tiago la jalo del vestido y la acerco hasta su pecho para que no se escapara y el sujeto tan fuerte que Emily quedo inmóvil cara a cara. Stephan tenía una belleza sobre natural, era tan guapo que te quedabas sin aliento de solo verlo, sus ojos azules estaban dilatados he irritados por el cloro de la alberca y las gotas de agua le caían por el cabello para posarse delicadamente por su cara. Emily le toco la mejilla delicadamente para rosas sus manos por su barbilla ligeramente rasposa por la barba recién cortada.
—Eres tan guapo —dijo sin pensarlo y cuando menos lo creyó lo beso en los labios.
Ojo por ojo y diente por diente. Eran las palabras que decían todas las personas que tenían en cuenta cuando tenía un enemigo en el mundo, tal como la venganza es un plato que se sirve frio. Si a Emily le hubiesen dicho que un día después de la universidad se besaría con Tiago en una piscina los llamaría locos porque ni en sus peores pesadillas lo veía. Pero aquí estaba con una resaca y una migraña que la mataba. Emily se removió en su cama llena de cojines y sabanas de satín. Y si les fuera sincera no recordaba absolutamente nada de lo de ayer más que el hecho de lo mal que la había pasado. Se pasó la mano por la cara y los mechones de cabello ondulado se desparramaron por sus hombros y las almohadas. Las siestas, dormir y comer eran pasatiempos de vida que Emily disfrutaba y sobre todo beber alcohol cuando su vida se convertía en una m****a lo cual era más normal de lo que uno podía esperar. Emily no era la clásica millonaria donde esperaba en casa a conocer millonarios y salía de
La palabra compromiso le retumbo en la cabeza como la migraña.Emily tuvo que respirar y exhalar continuamente antes de que le diese un ataque de pánico o se iba a volver loca. Empujo a Tiago del pecho para tener más espacio personal o lo iba a tirar la lámpara de la mesa de noche en la cara si no se quitaba de su vista de una buena vez.—¿Qué acabas de decir? —cuestiono confundida dando paso a la frustración.—Lo que escuchaste Emily, no eres sorda, ¿cierto?, porque si lo eres tendría más sentido —comento Stephan poniéndose de pie para recargarse en el sillón y cruzar los brazos sobre su pecho.—No te cansas, cierto —inquirió Emily poniéndose de pie—. De ser una persona tan pero tan engreída y presuntuosa.Tiago sonrío, que un pequeño hoyuelo se dejó ver por la barba cortada, él miro hacia arriba para volver su mirada hacia ella.Emily no se inmuto ni por un segundo, le mantuvo la mirada como cualquier otro hombre, no iba a caer como él estaba acostumbrado a que las mujeres cayeran a
—Ojo que Filiberto me dijo que, si íbamos a tomar un café para pascuas, ¿tú lo crees Emily?, ¿yo saliendo con Filiberto?, si cuando estábamos en cuarto grado se comía los mocos. Y el muy indigno todavía se le ocurre decir que ya no se comía los mocos desde que paso a sexto grado como si con eso yo iba aceptar que saliera con él. Y no solo eso Emily, me dijo que me llevaba a mi restaurante favorito y que no me preocupara por la cuenta porque tenía dinero de sobra, y es verdad ya ves que está podrido en dinero.» Y…! Emily! ¡¿Me estás haciendo caso o no?! —pregunto Lola en el altavoz del iPhone que estaba en el mesón de la cocina.Emily se había pasado la última media hora escuchando o intentando escuchar los problemas de Dolores, a quien de Cariño le decían Lola, su prima era la definición de dramática y sobre todo una persona extrovertida y excéntrica. Los problemas de Lola tenían un nivel de gravedad, entre son lo suficientemente preocupantes tipo: Me han captado copiando en medio ex
No debía de estar aquí, nunca debió de haber aceptado la invitación de la boda pero tampoco era como si ella pudiese negarse ir a la fiesta de compromiso de su hermana. Emily se miró en el espejo de la sala de estar y miro el vestido rosa palo que su madre había criticado cuando lo compro en la tienda de bazar . No había nada de especial en ese vestido, era simple y con una falda de caída que le llegaba antes de la rodilla. Pero algo en el le dijo que era el indicado para la ocasión. La ocasión de la boda de su hermana con el chico que le gustaba a ella. “Que m****a” Emily no era de esas mujeres que se fijaban en hombres comprometidos o que robaba novios pero Dimitri era el chico con el cual había cursado la universidad. Al que había invitado a su primera obra de teatro y el muy cabrón se había enamorado de su hermana y no de ella. Se aliso las arrugas que podría tener su vestido. Ese vestido ahora era su compañía, y no podía sentir vergüenza comparar ese vestido de segunda mano co