Emma se apartó ligeramente de los brazos de Ryan, dejó que su mirada viajara de nuevo al cuadro de su bebé.—No puedo imaginármelo de otra manera, ¿sabes? Creo que era un niño y que iba a parecerse a ti —murmuró. Así era como Emma se imaginaba a su bebé cuando pensaba en él y sería así para siempre su pequeño ángel.Ryan se mordió el labio, era un hombre adulto y mucho mayor que Emma, no obstante ver el cuadro le hacía sentir pequeño y roto. Le hacía sentir dolor, pena y angustia. Ese tipo de tormento que no le desearía a ninguna pareja experimentar en la vida.—¿Estás bien? —se obligó Ryan a preguntar, abrazando a Emma por la espalda.—Estoy bien, gracias, Ryan, gracias por este hermoso regalo. Nuestro pequeño volvió a casa —susurró con voz ahogada.Ryan tragó el nudo que se había formado en su garganta y escondió el rostro en el cuello de Emma, gruesas lágrimas se derramaron de sus ojos.—Lo siento —dijo en tono tan bajito que por un momento pensó que solo se lo había imaginado.—E
Ryan sonrió ante la efusividad mostrada por Michael, no podía quejarse o pedir más de lo que tenía. En el fondo sabía que había recuperado a su mejor amigo y eso le reconfortaba el corazón, desde que se conocían nunca habían pasado tanto tiempo enojados. Aunque si lo pensaba mejor, los mejores años para discutir estaban por venir, porque estaba seguro de que su amigo y suegro sería un consentido empedernido con su hija y él… él también lo sería.—Ryan —le susurró Emma, y él apretón de dedos de su esposa, le hizo salir de sus reflexiones.—Te amo —le dijo.Ryan sonrió y bajó la cabeza para darle un beso en los labios. Un beso que habría enloquecido a Michael Collins en el pasado, pero hoy no había reparado en ellos, porque estaba celebrando con Natasha, los gemelos y Gerald, quienes habían permanecido en completo silencio, observando y compartiendo su felicidad.—Oficialmente, papá ha enloquecido y creo que no volverá a recuperar la cordura si después de la princesa vienen más —susurró
Clarise miró al hombre y sintió un profundo rencor por él, no obstante, la tenía en su poder; él la había rescatado de ir a prisión. Ni siquiera sabía cómo había hecho Richard para tener la información.—Entonces, ¿Qué quieres que haga? —preguntó la mujer acomodándose mejor en el sillón.—De momento, no me eres muy útil que digamos, tu condición es… poco favorable para mis planes, pero al mismo tiempo es una buena ventaja qué pienso aprovechar. Me he comunicado con algunos especialistas y están interesados en tu caso, por supuesto que eso implica mucho dinero, pero sí logro conseguir lo que quiero al final, el dinero será lo de menos —explicó Richard con una ligera sonrisa.—No estoy entendiendo —respondió Clarise.—No es necesario que entiendas, mujer, lo que quiero de ti es tu belleza, no tu inteligencia —Richard se carcajeó y Clarise supo que ese hombre no estaba bien de la cabeza y para su desgracia estaba en sus manos.—Te ayudaré, si tú me ayudas —dijo aceptando su destino.—Me
Los siguientes días y semanas no fueron distintas en el hospital psiquiátrico. Después de aquella primera vez en el consultorio, Angélica volvió a todas sus citas, no obstante, hablaba poco y divagaba mucho.Aun así, presentaba una leve mejoría, sus ataques de ansiedad habían ido en descenso, ya no se escondía detrás de los muebles o sufría arranques de agresividad. Todo era más calmado hasta el punto de quitarle la camisa de fuerza y darle la oportunidad de salir al jardín a tomar el sol y relacionarse con otros pacientes.—Vamos a salir de aquí, muy pronto, y vamos a vengarnos por todo el daño que nos han causado, Angélica. Pero tienes que ser muy inteligente como hasta ahora, tienes que controlar el cambio de enfermería, buscar un punto ciego y cuando menos se lo esperen podremos dejar este lugar —murmuró viéndose al espejo.Angélica miraba a la pequeña rubia en su lugar, aquella imagen que ella convirtió en su otro yo. La imagen que de una u otra manera fue su compañía en los peor
Ryan se quedó de una pieza al escuchar las palabras de su esposa y el helado de mango que tanto trabajo le había costado hacer terminó derramándose sobre el piso cuando él dejó caer el vaso. —¿Natalia? —preguntó aturdido—. ¿Nuestra Natalia? —repitió. Emma apretó los labios en una fina línea. Ella adoraba, amaba cuando Ryan se ponía divertido, pero aquella madrugada, aquella madrugada era totalmente distinta y el dolor que nacía en su bajo vientre y corría hasta su columna vertebral, le hizo gritar: —¡Claro que es nuestra Natalia y si no te das prisa, espero que estés preparado para recibirla tú! —Emma se dobló por el dolor, una mano se aferró a su vientre y la otra a la mano del sillón. —¡Cielos, porque tiene que ser tan madrugadora! —expresó Ryan mientras corría de un lado a otro sin llegar a ningún sitio. Emma quería enfadarse y gritarle, no obstante, dejó escapar una risita tonta, entre el llanto y la diversión. —¡Ryan, ve por la maleta de la niña, debes llevarme al hospital!
Clarise miró a Richard, el hombre estaba obsesionado por Natasha Jones y ella no entendía la razón.—Haré todo lo que me pidas, Richard, puedes estar seguro de eso, no obstante, me gustaría saber la razón por la que haces todo esto —preguntó con calma.Richard la miró por un largo y silencioso momento, se encogió de hombros. Clarise pensó que no iba a responder al verlo caminar de un lado a otro.—Cuando la conocí, me pareció la mujer más hermosa que jamás había visto. Era hermosa, risueña, casi parecía un ángel. Me enamoré perdidamente de ella, ni siquiera podría explicar el cúmulo de emociones que me recorrió el cuerpo aquel día —confesó.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó.—Ella no se fijó en mí, ni siquiera pude acercarme a ella lo suficiente para conocerla mejor, pero a partir de aquel día empecé a seguirle los pasos. Quería que en algún momento ella se diera cuenta de que estaba ahí, de que estaba esperándola.—Algo que nunca pasó —concluyó Clarise.—Estaba casado con la madre de
«El amor no es sacrificio, Emma, el amor es una combinación perfecta de afecto y compañerismo», Emma no pudo olvidarse de las palabras de su tío.Le dolía el corazón profundamente al saber que estaba marchándose con el corazón herido. Emma ni siquiera podía imaginar lo que era amar en secreto a una persona por tanto tiempo. Ella sin duda no podría hacerlo.Su mirada se deslizó sobre la figura de Ryan, mientras sostenía a Natalia en sus brazos y le cantaba una nana para hacerla dormir aquella primera noche en casa. Y, en definitiva, ella no podría vivir amando a Ryan sin decirle todos los días que era su amor. Ella jamás podría concebir una vida en la que él no estuviera.—Se ha quedado dormida —anunció Ryan acercándose a la cuna y depositando el pequeño y frágil cuerpo de su hija en el suave colchón.—Pues yo me habría dormido también, cantas bonito —le dijo palmeando el lugar vacío en la cama.—No voy a discutir eso contigo, un día me dices que lo hago horrible y al siguiente me lanz
Los siguientes dos días, tanto Emma como Michael se ocuparon de la contratación del nuevo rostro de la compañía, mientras Ryan cuidaba de Natalia, los días que no iba a la joyería. En mutuo acuerdo habían llegado a la conclusión de dejar a Melisa a cargo de las dos tiendas y Ryan solamente se ocupaba de que no sucediera nada ilícito. Porque él quería dedicarse a su hija y su esposa, tenía dinero suficiente para hacerlo, pero jamás se atrevería a frenar la carrera de Emma, por lo que, en días como estos, era él quien venía de visita con Natalia.—¡La princesa quiere ver a mamá! —exclamó Ryan entrando a la oficina de Emma.—¿Solamente la princesa? —cuestionó Emma mientras se ponía de pie y salía detrás del escritorio para reunirse con sus amores.—Tu marido también te echa de menos, así que estaba pensando en mudarme a la oficina —bromeó.—Tonto —dijo Emma en medio de una sonrisa mientras le daba un beso en los labios para luego tomar a Natalia en sus brazos y dejarle un beso sobre la p