ChristopherLas cosas se han calmado entre Abigail y yo. Ya han pasado dos días desde que su ex fue detenido por evasión de impuestos y que ella se reunió con los antiguos trabajadores de su padre.Sin embargo, me puedo dar cuenta que hay algo que la tiene inquieta. Hay algo en la manera en que ella me mira, que la hace lucir pensativa y triste y lo cierto es que no me gusta para nada esa mirada.La misma que tiene justo ahora mientras tomamos el desayuno, antes de ir a la empresa.—No sabía que desearas tanto tener un hijo mío— digo, sin poder contenerme.Veo como el cubierto de Abigail quedó a medio llevar hacia su boca, mientras que su rostro se gira con rapidez hacia mi.—¿A qué te refieres?—su pregunta es cautelosa y nerviosa, lo que me confirma que estoy en lo cierto.—Puedo notarlo, llorona— le digo— Sigues dándole vueltas a la discusión que tuvimos sobre los hijos.Ante mis palabras veo como ella aprieta con fuerza el cubierto y desvía la mirada por unos segundos antes de volv
AbigailEl karma puede ser toda una perra. No dejo de pensar en eso, mientras siento como mis labios tiemblan y hago todo lo posible por retener las lágrimas.No esperaba hacer esto hoy, pero entonces Christopher volvió a tocar el tema de los hijos y Dios, él está tan decidido a que no quiere tenerlos, que yo decidí entonces que no quiero esperar más por un cambio que evidentemente no sucederá.Sin detenerme un momento a pensar, tomé mi celular llamé a Steven y le dije que hoy sería el día, él me dio algunas indicaciones sobre el momento de llegar al hospital y luego solo debía fingir una caída y listo. Pero, como sucede siempre en mi vida, las cosas no resultaron tan sencillas. Bajé las escaleras pisando fuerte y se suponía que al llegar a los últimos escalones tiraria de uno de los cuadros de la pared para que el ruido llamara la atención, antes de fingir la caída, pero, cuando fui a tomar el cuadro tropecé con mis propios pies y caí.Hice todo lo posible por proteger mi abdomen.
AbigailChristopher no ha dejado de cuidarme desde que llegamos a casa, de hecho no ha dejado de hacerlo desde el momento en que salimos del hospital.Se ha encargado de que la habitación, la suya que ahora es nuestra, tenga todo lo que yo necesito a la mano, incluidos todos mis implementos de aseo, mi ropa, mis zapatos… Todo.Además asignó a una de las empleadas de la casa para que se encargue única y exclusivamente de atenderme a mi, lo cuál me ha parecido un poco exagerado, pero él ignoró por completo mi comentario y bueno, para qué voy a mentir, a pesar de todo el desastre que es mi vida, este pequeño momento me hace sentir querida.Lo cuál solo me hace muy consciente de que entre más tiempo decida quedarme, más dolerá cuando me vaya.—Chris, ¿puedo pedirte un favor?Él al escucharme, levanta el rostro de los papeles que está revisando en el escritorio y me da toda su atención.—Dime que necesitas, llorona.Juego con mis manos, porque me siento un poco nerviosa. De hecho desde que
ChristopherHan pasado cuatro días desde que Abigail ha estado guardando reposo en casa y según sus palabras está a punto de enloquecer. Es por eso que, aunque no estoy del todo de acuerdo, hoy va a ir nuevamente a la empresa conmigo. Al menos voy a tenerla cerca y así podré estar pendiente de que no le pase nada.—¡Estoy lista!— veo hacia el pasillo y la encuentro caminando hacia mí con una enorme sonrisa en el rostroSe ve increíble llevando ese conjunto ejecutivo de falta pitillo negra con esa camisa blanca y mejor ni miro hacia sus tacones, porque eso solo hace que ideas bastante calientes se formen en mi mente.—Pareces emocionada, llorona.Ella deja salir una risita y se acomoda mejor el boldo en el brazo, antes de llegar a mi lado.—Lo estoy, prefiero mil veces trabajar que quedarme encerrada. El encierro me recuerda a la época en la que estuve deprimida y lo odio.Bueno, yo recuerdo muy bien esa época. Casi parece que fueran dos mujeres distintas: la de antes y la de ahora. S
AbigailLuego de que Christopher saliera de la oficina recibo una de las mejores noticias que me han dado en mucho tiempo: Mi empresa fue aprobada. Dios finalmente la empresa del ectranjero puede entrar en funcionamiento y yo no puedo contener mi alegría,Mel me está hablando como lora por el celular mientras que me da toda la información que tiene respecto al tema. Lo hace, hasta que el sonido de un teléfono sonando nos interrumpe.Al principio no se de donde viene, hasta que mis ojos ven que Christopher en medio de su afán, ha dejado olvidado su celular y los señores Rodriguez lo están llamando.Con la promesa de verme más tarde con mi amiga, termino la llamada y salgo lo más rápido posible hacia el área de finanzas para llevar el celular, sin embargo lo que me encuentro al llegar a la sala de juntas consigue sacar lo peor de mí.Al principio no abro la puerta, no es necesario, los gritos se pueden escuchar claramente desde afuera.—¡Me haces venir aquí a perder el tiempo! ¿ CREE
Abigail Casi dos semanas después puedo decir felizmente que mi empresa está en funcionamiento. No fue sencillo conseguir en tan poco tiempo la persona idónea que se hiciera cargo de todo mientras yo me encuentro acá, pero al final creo que dimos con el indicado. Melissa, viajó hasta Alemania por cinco días y hoy, en su regreso, estamos poniéndonos al día con todo lo que encontró. —La locación es preciosa— dice Mel mientras me extiende una tablet donde efectivamente veo lo linda que es la empresa—Aún no tenemos muchos empleados, pero sí los suficientes. Lo importante es que empiecen a cazar clientes. Asiento mi cabeza en su dirección porque eso es muy cierto. La empresa en sí que hemos creado es una agencia de Marketing, publicidad, comunicaciones y soluciones legales. No solo vendemos la marca, sino que además nos encargamos de limpiar sus mierdas. O al menos las que podamos. —Si, debemos hacernos visibles en el mercado cuanto antes— le digo— yo no tengo demasiado tiempo. Como
Christopher Las manos me tiemblan y el corazón me late desenfrenado mientras conduzco a toda velocidad hacia el restaurante donde se suponía que estaba Abigail. Escucharla gritar por la línea telefónica sin poder ver qué sucedía me hizo sentir la mayor impotencia del mundo, pero, haber escuchado como me decía que se la llevarían, como me pedía que la encontrara… Eso me tiene destrozado y con ganas de bañar el maldito mundo de sangre con tal de recuperarla. Tengo el teléfono en altavoz mientras marco el número del detective y en la cuarta timbrada escucho su voz al otro lado de la línea. —¿Señor Dimas ha pasado algo? Son las… —Se han llevado a mi esposa— lo interrumpo porque no tengo tiempo para entrar en conversación.—Estoy llegando al restaurante Glorietta, es de ahí de donde se la han llevado. —¿Qué quiere decir con que se la han llevado? Por un momento siento que quiero ahorcarlo por estar haciendome preguntas y no poniéndose en marcha. —Quiero decir que algún hijo de puta
AbigailOscuridad, todo lo que puedo ver es oscuridad. No se cuanto tiempo ha pasado desde que me trajeron a lo que creo que es un sótano, pues me hicieron bajar unas escaleras, y luego me dejaron aquí tirada, con las manos amarradas a cuerdas que vienen desde la pared y pelan y rasgan mi piel.Ya no llevo la venda en los ojos, pero el lugar está tan pero tan oscuro que me es imposible reconocer nada más allá de mis propias manos.El miedo es mi única compañía ahora mismo, puedo sentir como mis manos tiemblan y mis ojos arden debido a las lágrimas que estoy reteniendo. No sé qué piensan hacerme, pero yo solo puede pensar en mi bebé. Aprieto con fuerza el abrigo que gracia a Dios sigo llevando y al parecer estos secuestradores no son tan profesionales porque ni siquiera me requisaron, por lo que sigo teniendo las llaves del auto en el bolsillo.—Por favor, Christopher, encuéntrame…Dejo salir un sollozo en el momento justo en que la puerta es abierta y el sonido de pisadas bajando la