CAPÍTULO 27.1

Si no estoy muerta no falta mucho para que eso suceda. Mi cabeza duele, el estómago lo siento revuelto. Me remuevo bajo las sabanas y la jodida luz de la mañana se filtra directo a mi rostro ¿uh? ¿Sabanas? ¿luz de día? abro los ojos de inmediato y me siento en la cama, una cama que no conozco

¡Mierda!

—¿Que hice? —susurro mirando alrededor de la gran habitación iluminada por la luz de la mañana.

Con temor levanto la sabana y descubro que solo llevo una camiseta. Claramente no es mía. Recuerdo que Salí a cenar con las chicas y después fuimos a bailar. En medio de nuestra celebración apareció Vladimir…

—¡Mierda! —digo recordando el incidente en la pista de baile, el comentario del dinero y el peor de todos el de Matteo, además de otros recuerdos

Pero el de mí inclinada expulsando mis entrañas mientras Vladimir me sostiene viene a mi mente horrorizándome

—¡Joder! Mátenme—me quejo en voz alta antes de echarme de nuevo en la cama y cubrir mi cabeza con la sabana—Genial Rachel—gruño

—¿Cómo
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