Narrador.
Aslan entró sin hacer ruido, pero como ella estaba paranoica y muy nerviosa sintió su presencia, de modo que levantó un poco la cabeza y él avanzó a la entrada del guardarropa; así que, lo miro con fastidio y molestia.
— El gran corredor, conduciendo su moderno auto. — Se mofó ella con voz ronca por el sueño que tiene, pero como su plan era molestar a Aslan hasta hacerlo enojar se forza a sí misma a no dormir, puesto que quiere hacer de su vida un vivo infierno, sin saber que Aslan había conocido muy bien ese infierno al lado de Natasha.
Él soltó varias carcajadas. — Tienes buenos chistes, de modo que me conoces muy bien, ¿eso te motivó a ser mi esposa? — Ashley se levantó, y sus ojos se posaron en la ancha espalda de Aslan que solo eso dejaba ver y un cabello negro sedoso, brilloso y muy bien peinado y tratado.
Detalló que él tenía puesta una camiseta gris oscura, y su pantalón es azul oscuro, que ella no sabiendo de marca, ni de calidad supo lo costoso que es el simple vestuario que lleva Aslan en este momento y en sus pies llevaba unos zapatos negros. Y por más que intentaba ver su cara no podía, tampoco quería avanzar a él para que Aslan no volviera a insinuar eso de que ella quería verlo.
—Bestia presumida, no te conozco, nunca me interesó hacerlo, ni cuando eras el dichoso corredor, lo poco que sé de ti, lo he escuchado de mi amiga y no fue un chiste, lo que dije fue sarcasmo señor psicólogo — le respondió con repulsión.
—¿Sabes qué podría hacer que mis empleados te echen de esta casa si sigues amargada? — expuso Aslan con plan de tentar su valor y ella se echó a reír.
—¿Y piensas que eso me importa?, ¿crees qué si me amenazas te trataré con dulzura? — Aslan se pasó la mano por la barbilla cuadrada y decidió no seguir, pues de forma muy distinta esa discusión le hacía recordar a Natasha.
—¿Necesitas a tu niñera?, tu papito me contrató.
—¿Acaso pretendes verme desnudo?, ¿tanto quieres consumar nuestra primera noche de bodas? — Aslan utilizó el mismo tono.
—Eso quisiera tú, ¡estúpido! — soltó ella en un bufido y él se perdió dentro del guardarropa. Fue directo al baño, se dio una ducha. Justo como dijo Magda todo había sido habilitado para él y su nueva condición, se vistió solo con un short, más no podía en el baño, sin embargo, no quiso molestar a su flamante esposa, vistiéndose en la habitación, al regresar la vio dormida, y apagó la televisión.
Nuevamente, la sintió despertar en cuanto él se acostó, emitió un sonido de angustia y él lo lamentó.
«Ni modo, ella se metió en esto, ahora que se lo aguante», pensó, pero después de todo le pareció buena idea mantener la educación.
—Buenas noches… —dijo dándole la espalda.
Narra Ashley.
No pude dormir hasta que sentí la respiración pesada del sueño de mi compañero de cama. Me esfuerzo por ser coherente, y mantengo bien claro en mi mente que para comenzar mi violación no fue en una cama, no debo temer, pero creo que es la oscuridad lo que me aterra, no puedo estar en una habitación oscura desde ese día, así que encendí mi lámpara en la mesa de noche y estando segura de que es adefesio está dormido y observando la bombilla pude dormir; sin embargo, la mañana llegó antes de lo que hubiera deseado. Mi cabeza duele y siento tortícolis, creo que es por procurar no moverme que he estado tan tensa que terminé por tener los músculos adoloridos y tiesos por el dolor.
Me veo en un entorno desconocido y vuelven los recuerdos de mi locura e impulsividad, veo con el rabillo del ojo y sí, hay un hombre a mi lado y me da la espalda, me siento con cuidado con los pies fuera de mi lado de la cama y no puedo evitar un quejido por el intenso dolor de cuello, que aunque trato de estirar la espalda y sobo mi nuca entumecida. Entonces siento movimientos en la cama y vuelvo a tensarme, quiero voltear, pero me detiene el dolor en el cuello, así que me levanto y voy directo al baño, en soledad me retuerzo y trato de moverme haciendo traquear mi espalda y cuello y en cuanto estoy lista regreso a la habitación y no puedo creer lo que ven mis ojos, debe ser una broma de mal gusto de estos millonarios de mente retorcida, este no puede ser el adefesio paralítico.
—¿Qué significa esto? —pregunté furiosa al verlo de pie para luego sentarse en su silla de ruedas— ¿qué juego sucio pretenden jugar conmigo?
El hombre no está desfigurado para nada, mi asombro fue grande, sigue tan apuesto como un Adonis, justo como lo describía Jessica, incluso creo que alguna vez lo vi.
Examiné su perfil, notando la línea firme de su barbilla, sus pestañas son largas y espesas, un marrón oscuro que podía ser considerado negro; su cabello contrastaba, y sus labios estaban presionados en una línea fina, revelando un hoyuelo en su mejilla; fija en mí sus ojos azules percibí que parecía notar mi escaneo porque apenas sonríe y niega con la cabeza.
Levantó los brazos, exhibiendo una serie de músculos vinculados desde sus hombros a sus muñecas, y con una sonrisa que se ve fingida. Que estoy empezando a odiar a pesar de que es la primera, trono sus dedos, —¿Estás decepcionada porque no estoy desfigurado? —me dice con hastío desviando la mirada, pero no, me importa una m****a su apostura.
—Estoy furiosa porque no estás paralítico, te acabo de ver de pie. — ¡Qué desfachatez posee este sinvergüenza! Dizque benévolo sabe Dios, cuáles trucos tengan estos maleantes entre manos.
—Puedo pararme, no andar, genio. — Aludió irritado, su rostro se mostraba tan frío de repente y su mirada pasó de ser azul claro a oscuro, tal parece que le molestaba que haya descubierto su sucio secreto.
«Punto a mi favor», pensé, pero nuevamente volví en mí cuando pensé que podría ser el caso de que no pueda andar.
—Pe-pe-pero… —tartamudeé desesperada porque las palabras se acumulan en mi cabeza y no sabía si creer o no, así que opté por no hacerlo. — No eres paralítico, solo un flojo, tu columna se puede recuperar.
—Ese no es tu maldito problema, tu trabajo es quedarte por aquí para que mi padre te pague un sueldo, si no estás dispuesta, lo mejor es que te largues. —Señaló hacia la puerta.
—Tú lo has dicho, es mi trabajo, y me informaron que eras un paralítico que quedó desfigurado.
—Nadie te dijo que estaba desfigurado, todos lo han asumido y yo no lo desmiento, total no es mentira. — Que quería decir, no entendía su manera extraña de hablar, pero menos de comportarse, parecía estar jugando, y no sabía a qué.
—Eres un pobre niño rico, tienes una casa funcional para un enfermo, hasta con ascensor, tienes una sillita para que andes cómodo y en la que no tienes ni siquiera que utilizar los brazos, solo te lamentas de tu mala suerte cuando nada más necesitas terapia y volverías a caminar, y hasta conservas tu lindo rostro, ¿qué sabes tú lo que es perder algo en la vida?, ¿qué sabes tú lo que es que un suceso cambie tu vida de manera irreversible?
—Yo perdí a mi esposa ese día. Mi silla es eléctrica porque mis brazos estaban quemados y si quiero o no quiero enfrentar, ¡mi vida, no es tu puto problema!
—Eres un egoísta imbécil, perdiste a tu esposa, pero tienes una hija que tiene parte de ella, que es inocente y merece no perder a su padre, ya que es ella la que perdió a su madre, pues, porque a ti simplemente te compraron a una esposa de repuesto.
—La gente hace lo que sea por dinero es increíble. — Tiene el cinismo de decirme eso, el hijo de un desvergonzado que compra el mundo con su dinero y de paso se muestra burlón y menea la cabeza negando.
—Tú no sabes nada de mí —le grité, yéndome encima de él, no sé por qué lo hice, quizás para intimidar, ya que él está sentado y yo de pie.
—Tú tampoco me conoces y ya me juzgaste, estamos a mano.
Ante su lógica no pude objetar, el hombre suspira y me pasa, por un lado, rumbo al baño.
—Supongo que no necesitas ayuda —le digo en lo que al pensarlo parecía sarcasmo, pero se me da fatal, él me ve sonriendo y debo reconocer que el hombre es en verdad muy apuesto.
—¿Me quieres ayudar? —Yo negué enérgicamente con la cabeza—. No te preocupes, me valgo por mí mismo, puedes irte, no te exigiré mis derechos de esposo, aunque parece que tú si quieres cumplir con tu deber, ya que desde anoche insinúas querer verme desnudo.
Pude ver como al decirlo una mueca desfiguró su rostro con dolor, pues supongo que ese pesar que expresó se debe a que no funciona como hombre, siento algo de lástima, pero reacciono. Por mí su padre no sintió lástima y él tampoco por su difunta esposa, ahora solo le duele su propia condición y a mí me duele el cuello y la espalda, el estrés me matará antes de poder vengarme, y debo controlarme.
Narra Aslan.
Esa chica me inspira, no sé qué, parece que odiara a todo el mundo, pero entonces para qué aceptó este trabajo —me reí solo encerrado en el baño—así le llamó, "trabajo" yo esperaba una chica modosita y atenta que quisiera hacerme creer que hacía esto por la bondad de su corazón, pensé que iba a disimular que mi padre pagó una pequeña fortuna con la esperanza de que mis deseos de hombre puedan sacarme de mi depresión, pero aunque mi padre tiene la mejor voluntad consiguió a una chiquilla descarada que me dice que está trabajando.
Ahora me carcajeo de risa, estar casada conmigo sería un trabajo para ella. Pasé de ser un playboy a un esposo infeliz, luego a viudo culpable, pasé por paralítico desfigurado y finalmente contrataron a una esposa para mí, me sorprende que me haya causado risa y es que noto que tenía tiempo que no reía, que mi alegría no estaba y sentía no merecerla, pero ahora veo que sí me hacía falta y entonces pienso en sus palabras, esta niña.
¡Dios mío debo preguntar cuál es su nombre! ha expresado cosas que no pasaban por mi cabeza, aunque no soy flojo, de hecho, si puedo mantenerme de pie por unos instantes es gracias a mis ejercicios, me he concentrado en eso a falta de tener otra motivación en mi vida, porque no quiero ser un estorbo para nadie, quiero volver a caminar, quien en mi lugar no querría, lo malo es tener esperanzas y que no sea lo esperado.
Lo que ha dicho de mi hija, yo me siento egoísta por quitarle a su madre, me siento que no tengo derecho a verla, pero será que ella tiene razón y soy más egoísta al salir de su vida, siento un dolor sordo en el pecho, yo amo a mi niña, sin embargo, me siento indigno de ella, no puedo evitar pensar que quizás esa chica puede ayudarme, porque ciertamente no me trata con delicadeza como lo hacen todos a mi alrededor.
Después de desayunar me quedé rezagado, igual comí en el comedor mientras la escuchaba haciéndole mimos a Zaira, en cuanto salió de la cocina venía sonriendo, ¡de verdad que es una mujer bellísima!
—¿Puedes venir conmigo? —le pregunté. Ella me miró con ira de nuevo y me siguió, en verdad es muy extraño porque me hace preguntarme «¿qué le hice yo a esta chica?»