Por un momento, ella se quedó quieta, sorprendida por el beso del príncipe. Tras unos segundos, Rhys notó cómo Anastasia se relajaba bajo su toque, como si toda la presión a su alrededor se desvaneciera en ese instante. El beso fue dulce, breve pero significativo.Tanto Rhys como Anastasia habían estado deseando ese beso. Él quería hacerle saber que siempre estaría allí para ella, sin importar cuán difíciles se volvieran las cosas.Cuando se separaron, Anastasia quiso mirarlo, pero su actitud segura desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Desvió la mirada hacia sus manos, que se entrelazaban y se movían con inquietud.—Yo… —murmuró, pero no pudo decir nada más. Se sentía nerviosa, él la hacía sentir nerviosa.Rhys percibió un cambio en Anastasia. A pesar de que el beso había significado mucho para ambos, eso no despejaba algunas dudas que había en la mente de Anastasia, aparte del temor que tenía cuando se enteraran de lo de la dama.Debía confesárselo a su esposo, lo antes posible,
Después de que el entorno volvió a sentirse relajado, Rhys se inclinó y beso los labios de Anastasia, pero esta vez dejando un beso suave y corto. Él quería avanzar rápido, tomarla, hacerla suya, ya que para él la primera vez no contaba porque no recordaba nada de esa noche.La sostuvo de la cintura por unos segundos mientras fijaba sus ojos en los de ella, luego le inclino con delicadeza la cabeza cuando de nuevo coloco su mano en su barbilla. Quería que ella entendiera que no importaba lo que pasara, él estaría a su lado. Rhys no tenía idea del secreto que Anastasia ocultaba, pero estaba dispuesto a darle el tiempo y el espacio que necesitara para abrirse a él.Ahora quería pasar más tiempo con ella, no tenía mente para otra cosa que tenerla en sus brazos que tenerla a su lado. Era claro que él ya estaba enamorado de Anastasia y deseaba mostrándoselo de esa manera.Luego de apartarse de ella, caminaron de regreso a la mansión. Anastasia intentó concentrarse solo en Rhys, quería disf
Después de esa breve interacción, los sirvientes comenzaron a traer los platos. Esta vez, Rhys eligió sus palabras cuidadosamente, consciente de que cada conversación estaba bajo escrutinio, especialmente en el comedor, donde el personal iba y venía constantemente, cualquier comentario podría llegar a oídos del palacio y él no quería eso.Aunque las reglas de protocolo no se lo permitían, el príncipe había hecho pequeños ajustes para permitir que Anastasia se sintiera más cómoda mientras permanecian en ese lugar. Eso incluía pequeñas libertades que, para cualquier otra pareja, serían cotidianas.Mientras la cena se servía, Rhys observaba a Anastasia con atención. Sus ojos reflejaban un matiz de desconcierto, como si todavía estuviera tratando de entender lo que había ocurrido en la entrada. Pero Rhys sospechaba que el verdadero motivo de su preocupación no era solo el protocolo.Una vez que todos los sirvientes dejaron el comedor, Rhys se inclinó hacia Anastasia, acercando su rostro a
Anastasia se quedó en silencio por un momento, observando a Rhys con una expresión de asombro. Las palabras que acababa de escuchar eran todo lo que había anhelado, pero también le resultaban difíciles de aceptar por completo.Se sentía dividida entre la realidad que la rodeaba y la idea de un romance con el príncipe, ella había quedado eso, pero muy parte de sus deseos, ella sabía que eso solo podía ser un sueño.Finalmente, suspiró y dijo:—No sé qué decir. No me esperaba esto. No sé si puedo creer que estas palabras vienen del mismo hombre que hace más de un mes, me dijo que todo era cuestión de cumplir con las expectativas de la corona. Rhys notó la inseguridad en su tono y se sintió aún más comprometido a hacer que Anastasia comprendiera que sus sentimientos eran sinceros, qué él estaba siendo sincero con ella.Se levantó lentamente, acercándose a ella con cuidado. Le tomó las manos con delicadeza y miró sus ojos con una seriedad que nunca antes había mostrado.—Sé que no he sido
Rhys se encaminó hacia la puerta de la habitación, pero antes de salir, echó una mirada hacia atrás y vio a Anastasia sentada en la cama, su expresión marcada por la inquietud. Él se detuvo y regresó a su lado.—¿Qué pasa? —preguntó suavemente.Anastasia lo miró, pero no dijo nada, simplemente clavó la vista en él. Rhys la observó por un momento y luego le susurró:—Duerme un poco, yo iré a hacer unas cosas. No te preocupes.Con cuidado, la ayudó a recostarse de nuevo, asegurándose de cubrirla bien con la sábana. Mientras se giraba para marcharse, sintió un tirón en su muñeca. Era Anastasia, quien lo sostenía con una mano temblorosa y lo miraba con ojos suplicantes, casi implorando que no se fuera.Rhys se inclinó hacia ella, notando el brillo en sus ojos.—¿Quieres que me quede? —preguntó, su voz suave y atenta.Anastasia asintió ligeramente.—¿Es urgente lo que tienes que ir a hacer? —preguntó ella.Rhys suspiró, luchando contra el impulso de besarla y abrazarla. Esa era la razón po
Rhys se quedó inmóvil por un momento, la sorpresa en sus ojos se mezclaba con un profundo deseo que había estado reprimiendo. Anastasia lo miraba con la misma intensidad, sus ojos fijos en los de él, esperando a ver qué decisión tomaría.Rhys sabía que debía ser cuidadoso. Aunque el deseo lo consumía, también quería respetar los tiempos de Anastasia. No quería apresurarse y arruinar lo que tenían. Pero esa noche, algo era diferente. La tensión en el aire era palpable, y sus cuerpos parecían responder a la química entre ellos. Se inclinó lentamente hacia ella, sus labios apenas rozando los de Anastasia. Al principio fue un beso lento, pero cargado de emoción. Anastasia cerró los ojos, entregándose al momento. El beso se profundizó, y Rhys la rodeo entre sus brazos con más fuerza, atrayéndola hacia su cuerpo. Ella respondió con la misma intensidad, sus manos recorriendo la espalda de su esposo, tirando suavemente de su camisa como si quisiera arrancársela. Rhys no podía resistir más, e
La sostuvo con ternura, sus labios rozando la frente de Anastasia, y ella se acurrucó en su pecho, escuchando el latido constante de su corazón. Ambos se quedaron así durante largo tiempo, permitiendo que la calma y la serenidad llenaran el espacio que antes estaba lleno de pasión y deseo.Esa misma noche, tuvieron otros dos encuentros íntimos. Ambos estaban llenos de energía; el príncipe parecía incansable, siendo joven y habiendo practicado la abstinencia desde que se casó.Al día siguiente, el sol se filtraba suavemente por las cortinas, iluminando la habitación. Rhys y Anastasia yacían abrazados, agotados pero satisfechos. Habían cruzado una línea importante en su relación, y sabían que las cosas nunca volverían a ser como antes.Anastasia se acurrucó contra el pecho de Rhys, sintiéndose segura y querida. Él la besó en la frente. El príncipe descubrió lo especial que podía ser compartir esos momentos con su esposa, y estaba dispuesto a repetirlos si ella también estaba de acuerdo.
El aire parecía haberse vuelto más denso, pesado por la incomodidad que el príncipe había despertado. La sonrisa radiante de Anastasia había desaparecido, sustituida por un ceño fruncido y una mirada aguda, como si intentara descifrar lo que le había molestado a su esposo.—¿Por qué te pusiste tan serio de repente? —preguntó, esforzándose por mantener la calma, aunque su enojo ya era evidente en su voz.Anastasia notó el cambio en la expresión del príncipe. Aunque él intentaba disimular sus emociones, ella detectó cierta incomodidad en su esposo; no obstante, no entendía por qué.Su ceño fruncido y labios tensos delataban su incomodidad. ¿Acaso algo de lo que había dicho le había molestado? Se preguntaba ella.—¿Te incomoda que hablemos de las freesias? —preguntó, confundida.Antes, él había sacado el tema, por lo que ella no entendía el porqué de su cambio de actitud.—Pensé que querías saber por qué las freesias son mis flores favoritas —dijo ella, tratando de aliviar la tensión, ya