—Entiendo —respondió el rey, con un tono aún grave—. Dime, ¿de qué error hablas?Rhys miró por la ventana. Estaba oscureciendo, pero aun así pudo distinguir la silueta esbelta que caminaba por la orilla del mar. Anastasia había salido unos minutos después de que Rhys se colocara frente a la ventana.Una sensación de preocupación lo invadió cuando la vio allí afuera, con el viento fresco y la brisa marina golpeando sus pies. Temía que se resfriara.El príncipe había estado cuidando mucho de ella últimamente, preocupándose de forma exagerada por su salud, como si Anastasia fuera de cristal y pudiera romperse en cualquier momento.—¿Hijo? —llamó el rey, al darse cuenta de que Rhys estaba distraído mientras observaba a su esposa a través del cristal.Rhys respiró con dificultad. No esperaba tener que confesar todo por teléfono; habría preferido hacerlo cara a cara, como debería haberlo hecho desde el principio. Pero ahora no había otra opción, tenía que contarle al rey lo que ocurrió aque
La idea de un heredero podría suavizar el escándalo, pero la realidad de un matrimonio fundado en la conveniencia y no en el amor podía ser devastadora, tanto para la familia real como para Anastasia misma.Aunque el propio rey le había sugerido que buscara a alguien con quien casarse, no esperaba que fuera una completa desconocida. Por eso permitió que su hijo eligiera a su futura esposa. La otra opción era que el rey o la reina tomaran el control del asunto y decidieran casar al príncipe con una joven a la que probablemente solo había visto un par de veces él, pero con la certeza de que la futura reina tendría sangre real.—Voy a tener que pensarlo, hijo y ver que le diré al consejo sobre ello, para que las cosas se calmen por ahora. Hay muchas cosas en juego y lo sabes. —Hizo una pausa, como si estuviera pensando lo siguiente que añadiría. —Mientras tanto, cuida bien de ella. Pero ten en cuenta que esto podría volverse más complicado de lo que imaginas y pueda que un heredero no ga
Por un momento, ella se quedó quieta, sorprendida por el beso del príncipe. Tras unos segundos, Rhys notó cómo Anastasia se relajaba bajo su toque, como si toda la presión a su alrededor se desvaneciera en ese instante. El beso fue dulce, breve pero significativo.Tanto Rhys como Anastasia habían estado deseando ese beso. Él quería hacerle saber que siempre estaría allí para ella, sin importar cuán difíciles se volvieran las cosas.Cuando se separaron, Anastasia quiso mirarlo, pero su actitud segura desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Desvió la mirada hacia sus manos, que se entrelazaban y se movían con inquietud.—Yo… —murmuró, pero no pudo decir nada más. Se sentía nerviosa, él la hacía sentir nerviosa.Rhys percibió un cambio en Anastasia. A pesar de que el beso había significado mucho para ambos, eso no despejaba algunas dudas que había en la mente de Anastasia, aparte del temor que tenía cuando se enteraran de lo de la dama.Debía confesárselo a su esposo, lo antes posible,
Después de que el entorno volvió a sentirse relajado, Rhys se inclinó y beso los labios de Anastasia, pero esta vez dejando un beso suave y corto. Él quería avanzar rápido, tomarla, hacerla suya, ya que para él la primera vez no contaba porque no recordaba nada de esa noche.La sostuvo de la cintura por unos segundos mientras fijaba sus ojos en los de ella, luego le inclino con delicadeza la cabeza cuando de nuevo coloco su mano en su barbilla. Quería que ella entendiera que no importaba lo que pasara, él estaría a su lado. Rhys no tenía idea del secreto que Anastasia ocultaba, pero estaba dispuesto a darle el tiempo y el espacio que necesitara para abrirse a él.Ahora quería pasar más tiempo con ella, no tenía mente para otra cosa que tenerla en sus brazos que tenerla a su lado. Era claro que él ya estaba enamorado de Anastasia y deseaba mostrándoselo de esa manera.Luego de apartarse de ella, caminaron de regreso a la mansión. Anastasia intentó concentrarse solo en Rhys, quería disf
Después de esa breve interacción, los sirvientes comenzaron a traer los platos. Esta vez, Rhys eligió sus palabras cuidadosamente, consciente de que cada conversación estaba bajo escrutinio, especialmente en el comedor, donde el personal iba y venía constantemente, cualquier comentario podría llegar a oídos del palacio y él no quería eso.Aunque las reglas de protocolo no se lo permitían, el príncipe había hecho pequeños ajustes para permitir que Anastasia se sintiera más cómoda mientras permanecian en ese lugar. Eso incluía pequeñas libertades que, para cualquier otra pareja, serían cotidianas.Mientras la cena se servía, Rhys observaba a Anastasia con atención. Sus ojos reflejaban un matiz de desconcierto, como si todavía estuviera tratando de entender lo que había ocurrido en la entrada. Pero Rhys sospechaba que el verdadero motivo de su preocupación no era solo el protocolo.Una vez que todos los sirvientes dejaron el comedor, Rhys se inclinó hacia Anastasia, acercando su rostro a
Anastasia se quedó en silencio por un momento, observando a Rhys con una expresión de asombro. Las palabras que acababa de escuchar eran todo lo que había anhelado, pero también le resultaban difíciles de aceptar por completo.Se sentía dividida entre la realidad que la rodeaba y la idea de un romance con el príncipe, ella había quedado eso, pero muy parte de sus deseos, ella sabía que eso solo podía ser un sueño.Finalmente, suspiró y dijo:—No sé qué decir. No me esperaba esto. No sé si puedo creer que estas palabras vienen del mismo hombre que hace más de un mes, me dijo que todo era cuestión de cumplir con las expectativas de la corona. Rhys notó la inseguridad en su tono y se sintió aún más comprometido a hacer que Anastasia comprendiera que sus sentimientos eran sinceros, qué él estaba siendo sincero con ella.Se levantó lentamente, acercándose a ella con cuidado. Le tomó las manos con delicadeza y miró sus ojos con una seriedad que nunca antes había mostrado.—Sé que no he sido
Rhys se encaminó hacia la puerta de la habitación, pero antes de salir, echó una mirada hacia atrás y vio a Anastasia sentada en la cama, su expresión marcada por la inquietud. Él se detuvo y regresó a su lado.—¿Qué pasa? —preguntó suavemente.Anastasia lo miró, pero no dijo nada, simplemente clavó la vista en él. Rhys la observó por un momento y luego le susurró:—Duerme un poco, yo iré a hacer unas cosas. No te preocupes.Con cuidado, la ayudó a recostarse de nuevo, asegurándose de cubrirla bien con la sábana. Mientras se giraba para marcharse, sintió un tirón en su muñeca. Era Anastasia, quien lo sostenía con una mano temblorosa y lo miraba con ojos suplicantes, casi implorando que no se fuera.Rhys se inclinó hacia ella, notando el brillo en sus ojos.—¿Quieres que me quede? —preguntó, su voz suave y atenta.Anastasia asintió ligeramente.—¿Es urgente lo que tienes que ir a hacer? —preguntó ella.Rhys suspiró, luchando contra el impulso de besarla y abrazarla. Esa era la razón po
Rhys se quedó inmóvil por un momento, la sorpresa en sus ojos se mezclaba con un profundo deseo que había estado reprimiendo. Anastasia lo miraba con la misma intensidad, sus ojos fijos en los de él, esperando a ver qué decisión tomaría.Rhys sabía que debía ser cuidadoso. Aunque el deseo lo consumía, también quería respetar los tiempos de Anastasia. No quería apresurarse y arruinar lo que tenían. Pero esa noche, algo era diferente. La tensión en el aire era palpable, y sus cuerpos parecían responder a la química entre ellos. Se inclinó lentamente hacia ella, sus labios apenas rozando los de Anastasia. Al principio fue un beso lento, pero cargado de emoción. Anastasia cerró los ojos, entregándose al momento. El beso se profundizó, y Rhys la rodeo entre sus brazos con más fuerza, atrayéndola hacia su cuerpo. Ella respondió con la misma intensidad, sus manos recorriendo la espalda de su esposo, tirando suavemente de su camisa como si quisiera arrancársela. Rhys no podía resistir más, e