¿Cómo pudo haber ocurrido algo así? Rebecca quedó consternada cuando se enteró de lo que había acontecido en su casa. Ignoró por completo las observaciones de la familia de su esposo y terminó dirigiéndose al hospital en cuanto tuvo la oportunidad. Su hermana se había lanzado desde una segunda planta y su situación era crítica. Los Leroux no le habían hablado, lo había hecho una de las empleadas del servicio en cuanto los paramédicos llegaron a la mansión. Había tenido que ir sola porque Aleksander no se encontraba cuando recibió la llamada. El chofer le abrió la puerta, bajó rápidamente del auto y entró al hospital. Encontró a su madre hecha un mar de llanto mientras Emilia intentaba consolarla pero no era suficiente, en cambio, lo único que logró fue que la hiciera a un lado. —No me toques, todo esto ha sido tu culpa. —Madre, no me digas eso. —¡Es la verdad! ¡Todo es tu culpa! ¡Tu hermana no habría hecho eso de no ser por ti, por tu insana decisión de meterte con su marido sabi
Rebecca había quedado consternada luego de aquella nota, como no iba a estarlo si había sido demasiado macabra de leer y una coincidencia de lo más frívola. Intentó que aquella nota no le causara malestar, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para poner primero ese acontecimiento que no hacía más que nublar su juicio. Ella se había hecho cargo de los arreglos funerarios y de preparar todo, aunque hubo algunos comentarios por parte de la familia de su marido que fueron de esperarse, pero por suerte y para su sorpresa no fueron irrespetuosos si no objetivos. —Es lamentable lo que ha ocurrido, pero espero que tomes en cuenta que tu acercamiento a tu familia puede ser malo para nosotros justo ahora cuando el escándalo está en su máximo auge —explicó Pietro haciendo que ella asintiera, sin embargo, Aleksander intervino de inmediato. —Sé que lo que voy a decir sonará un poco frívolo para Rebecca pero se que me entenderá. Considero prudente para nosotros asistir a la ceremonia funerari
Aleksander se quedó pasmado, mirando cómo ese enorme cuadro que miraba casi a diario, estaba delante de él y tomaba vida propia en su hermano quien le miraba directamente con esos ojos claros. Vestía de forma casual pero elegante, con una gabardina oscura, pero no era realmente la ropa lo que le daba esa aura si no su propio carácter. El cuerpo de su esposa chocó con su pecho mientras asustada miraba la escena. ¿Qué demonios estaba pasando?Alessia estaba sin palabras, mirando con los ojos casi desorbitados, deseando acercarse a su hijo para mirar que no era más que una vana ilusión de su cabeza. Su mirada era consternación pura así que antes de que las piernas le fallaran decidió acercarse a él.—¿Asher? Hijo... —musitó con un nudo en la garganta mientras caminaba hacía él. Una ligera sonrisa apareció en los labios del italiano cuando sintió como su madre alargaba la mano para tocar su rostro.—Te he extrañado, madre. Alessia podía sentir el temblor de sus manos y antes de darse cu
Aleksander no tuvo ni siquiera que pensarlo. —No, tendrás todo lo que quieres, menos a ella. —¿Por qué no he de tener algo que era mío por derecho? Que papá te haya usado para esa boda no quiere decir que fueras digno de ella. Date cuenta que estás viviendo mi vida. —No fue mi culpa. —No, tal vez no lo fue. Será mejor que devuelvas todo y regreses al lugar de donde papá te ha sacado. Será lo mejor para ti pues supongo que ya que Antonella dice que estás aquí contra tu voluntad y solo por las circunstancias, disfrutaras volver. —Asher… —Haré lo que quieras porque sé que es tu lugar. Puedes tener tu dinero, tus empresas y demás, pero no tendrás a Rebecca. Ella es mi esposa ahora y sé que aunque se lo pidas no querrá regresar contigo, sin embargo, es su decisión y tú puedes intentarlo. Rebecca miró a Aleksander y por sus ojos notó la confianza ciega que le tenía. Asher se acercó a ella, esos intensos ojos azules que pensó no volver a ver estaban delante de ella. Aleksander miró co
Un jarrón se hizo añicos. Asher no tuvo reparos en explotar en cuanto Aleksander y Rebecca subieron a la habitación. La noticia del bebé le había alterado de forma significativa. No podía creer lo que había escuchado y la rabia lo consumía por dentro. Pietro y Antonella habían quedado igual de sorprendidos por la noticia, pero sin duda el más afectado era Asher. —¡¿Qué he hecho yo para merecer esto?! —Asher, tienes que calmarte. —¡No, no pidas que me calme! Ahora será imposible que retomemos las cosas, no teniendo al bebé que ahora está creciendo en su vientre. Intentaré proponer algo al respecto. —¿Qué mierda vas a proponer? —Un aborto, sería algo viable. —¡Has enloquecido! —exclamó Antonella dispuesta a darle una bofetada si decía otra estupidez—. Rebecca ha hecho su vida a lado de Aleksander, tú no puedes intervenir, no puedes pensar en tomar algo que ya no te pertenece. ¡Ese bebé es nuestro sobrino! ¿No lo entiendes?Antonella parecía espantada de Asher, como si no lo recon
Aleksander caminaba de un lado a otro. Estaba preocupado. Habían llevado al abuelo al hospital más cercano y las cosas no pintaban bien. Pensó en lo desgraciadas de las circunstancias y en la forma tan rápida en cómo algo así había pasado. Tenía tantas cosas en su cabeza que ya ni siquiera sabía cómo iba a ordenarlas. Los problemas de los Leroux y por ende de Rebecca. Asher, su hermano mayor. El abuelo. Las empresas. Quiso echarse al suelo y dormir para olvidar sus problemas, pero no podía, tenía todo eso encima, tantos problemas de los que no parecía poder ver salida. Deseaba que el abuelo estuviera bien y que él le diera soluciones a las cada vez más enredadas circunstancias. Hacía dos horas que había ocurrido, llevaba dos horas esperando y las noticias ya circulaban por las redes información de que Thomas Russo, el hombre más rico de toda Italia acaba de sufrir un infarto. Había muchas preguntas, demasiadas, pero la primera y más importante de ellas y que se la hacía todo e
—Considero apropiado pensar en modificar la mesa—comentó uno de los socios del Thomas Russo quien era el socio mayoritario luego del magnate italiano—. No podemos permitir que la incertidumbre dañe los magníficos números de esta empresa. Thomas Russo tiene dos caminos o recuperar o morir, en tales casos si regresa esta mesa nuevamente será suya, si no lo hace entonces tendremos fuertes problemas si no se toman decisiones apropiadas. Habían pasado un par de días luego del infarto. Al ser una situación crítica era claro que se necesitaban tomar medidas drásticas al respecto y colocar a un nuevo presidente ejecutivo era lo más viable, al menos de forma interina. La junta fue convocada a puerta cerrada y de manera rápida pues se necesitaba actuar antes de que los mercados resintieran la pérdida de tan ávido empresario. —Necesitamos dar un par de semanas. —No tenemos un par de semanas. El tiempo es oro. Había opiniones de distintos tipos, algunos querían ver al segundo accionista mayor
Aleksander bajó del auto cuando el hombre que custodiaba la entrada del edificio hizo su aparición para saludarle con una reverencia. Su padre venía detrás de él, en otro auto pues Aleksander le había mentido y le había dicho que pasaría a ver por la salud de Thomas Russo para demostrar su fidelidad como socios, aunque la realidad era que diariamente lo hacía. El abuelo estaba estable y eso le había tranquilizado pues el médico esta vez había sido optimista. —Es muy alta la probabilidad de recuperación ahora que ha pasado la etapa crítica, pero igualmente cuando se recupere del todo deberá extremar cuidados pues su corazón está cansado y su edad tampoco es algo a considerar pues solo aumenta la posibilidad de otro infarto. Aconsejare dejar los negocios y retirarse a descansar, como le llevo aconsejando desde hace un par de años. Thomas era un tanto renuente, no quería abandonar algo por lo cual había trabajado y por lo que había sido desdichado. No quería hacerlo porque las empresas