Rebecca acercó su mano a un hermoso semental instalado en las caballerizas de la finca, el animal soltó un bufido al sentir el tacto de la mujer sobre él, pero no dudo en acercar su alargado hocico a su mano. La mujer sonrió disfrutando del suave pelaje del caballo que parecía disfrutar notablemente de su compañía. Dentro de aquella enorme inmensidad de propiedades había decenas de caballos que parecía ser el tesoro personal de la abuela. —Parece que a Raiven le agrada.La mujer se dio la vuelta para encontrarse con el veterinario encargado del animal. Joel era su nombre, inmediatamente se presento delante de la mujer y con una sonrisa informó que el caballo ahora tenía una importante misión, era el semental mas querido de la señora Salvatore y no deseaba correrlo, más bien quería usarlo como semental a pesar de que era un caballo joven y demasiado rápido.—¿Sabe montar? —No demasiado bien.—Debería aprender, aquí es divertido recorrer el terreno arriba de estos animales, son precio
Rebecca miró de reojo a Amanda, los ojos de la mujer parecían fijos en su marido como si no deseara perderse ni un solo segundo ni un gesto de su atractivo rostro. La italiana miró con buenos ojos la forma formal en la que su marido hablaba y de no ser porque ella sabía su origen, nunca hubiera pensando que el hombre al que escuchaba hablar, no había crecido en una familia de elite. Hablaban de temas banales, vida campirana, la gran Roma y también de algunos conocidos del círculo. —He escuchado que Rebecca… Inmediatamente la italiana corrigió. —Me gusta mas señora Salvatore. Amanda se aclaró la garganta. —Lo siento—la abuela le dedicó una mirada un tanto sorprendida a Rebecca, pero no la reprendió por aquella falta—. Como decía, he escuchado que la señora Salvatore proviene de la imponente familia Leroux, se habla mucho de su padre en Nápoles. —Los negocios de mi suegro son variados, siendo sincero no tengo ni la más mínima idea de su magnitud. He estado centrado en otros asunto
Celos, interesante sensación cuando los sentimientos están naciendo. Rebecca observó el rostro de Aleksander y no pudo evitar sentir la tensión de sujetar y acariciar su rostro. Miraba la enorme pila de libros de economía en la mesita de alado, los libros de modales al costado y supo que él estaba poniendo todo su esfuerzo para encajar en una vida que no era suya. Le encantaba saber que luchaba para ganar una posición, que luchaba para ganarse un lugar dentro de la familia y eso la hacía sentir orgullosa.—¿Alguna vez has pensado que pasara con nosotros con el paso del tiempo? Aleksander miró los hermosos de su esposa luego de escuchar aquella pregunta. No, no tenía idea. Se había quedado estancado luego de pensar que lograría encajar. Pensó en un futuro cuando su padre tuviera que morir y el quedara solo, deseaba que para ese momento él ya pudiera manejar los negocios. Se pensaba capaz, apto para poder entablar una conversación hasta con la misma reina de Inglaterra de ser posible.
En Roma, un hombre mayor esperaba pacientemente la entrada de su medico de cabecera mientras jugueteaba con su pluma. Thomas Russo pensaba en lo sencillo que era para cualquier abandonar este mundo y el no deseaba hacerlo de la noche a la mañana sin haber dejado nada estipulado. Santino Ferra era su medico de cabecera, cuando la puerta de su oficina se abrió, el hombre ingresó a la habitación portando un maletín consigo, el doctor le tendió la mano que el magnate apretó con confianza.—Buenos días, señor Russo. Sus exámenes han llegado y me temo que su apretada agenda le impide visitar el hospital. Le he dicho que debe anteponer su salud a los negocios. La sobrecarga de trabajo puede afectar a cualquiera y en su posición es mucho peor.—No tienes que repetirme que soy viejo cada vez que me ves, suficiente tengo con ver las canas que decoran mi cabeza. Te aseguro que tengo claro los años que he vivido y se que no me faltan demasiados para abandonar este mundo. El medico sonrió débilme
Aleksander colocó sus manos en la cintura de Rebecca para impulsarla a subir al caballo. La mujer tembló un poco cuando el semental se movió inquieto por el reciente peso, sin embargo, uno de los hombres lo sostuvo por las riendas. La mujer observó a su marido colocar el pie en el estribo y luego subir detrás de ella.—Gracias—murmuró el italiano cuando le tendieron las riendas. El caballo comenzó a moverse lentamente y Aleksander sonrió al notar como su esposa se ponía rígida ante cada sensible movimiento del animal—. ¿Ves? Te dije que no era nada difícil, solo tienes que sentirte confiada cuando subes al caballo.—Pero es que se mueve demasiado.—Es un caballo, tiene que moverse Rebecca. La mujer se agarró de la silla como si temiera caerse y al girar notó que se habían alejado lo suficiente haciendo que la residencia se viera demasiado pequeña. Ella sonrió sintiendo la leve brisa que le golpeaba el rostro.—Tengo dos preguntas.—Dime, tenemos tiempo, cabalgaremos hasta el atardece
Pietro se sintió encerrado y ante la presión que ejercían las buenas decisiones de su hijo terminó cediendo. Era una exigencia complicada, pero de la que Aleksander demostraba haber sido merecedor en todo sentido. Aunque la gente dijera lo contrario, el dinero traía consigo confianza y darle poder a su hijo se podría ver reflejado en un cambio de carácter. Sus palabras le habían gustado, no esperaba convertir a su hijo mejor en una copia de Asher pues Aleksander parecía incluso mas centrado que él. La noticia del fraude de Claydon llegó al día siguiente cuando ellos ya estaban en Roma. Rebecca no quiso pensar en el enfado de su padre y en su fuerte carácter cayendo de lleno sobre Clement. Clement no era un buen hombre, pero Rebecca no quería desearle mal.—¡¿Así es como me pagas?! Estoy alimentado tu campaña política y me acabas de hacer perder una suma considerable de dinero. Eres un completo idiota, no puedo creerlo. —No ha sido mi culpa, nadie lo sabía, no he sido el único que ha
Las luces de la gran mansión de los Russo iluminaron de vida la noche con los enormes faroles que lanzaban una luz naranja. Los cientos de autos iban y venían dejando a las familias de élite de Roma en aquella residencia que para la mayoría era un privilegio visitar. La mansión Russo era en su esplendor la residencia más costosa de toda Italia, tal vez por su fuente con un ángel de oro puro que decoraba la entrada, o tal vez por el costoso mármol y las innumerables piezas de arte que decoraban sus paredes. Thomas Russo era el hombre más adinerado de Italia y eso quería dejarlo claro en aquel evento magnífico que había planeado. Rebecca estaba nerviosa y eso para los ojos de Aleksander fue sumamente tierno, su esposa tenía un ligero rubor en su rostro que denotaba su nerviosismo. El atuendo le había sentado de maravilla. —Te ves preciosa. —¿Estás seguro? —Claro que estoy seguro, mis ojos nunca mentirían—dijo el hombre con una ligera sonrisa en sus labios mientras le miraba de arrib
Tensión.Aleksander había estado en situaciones incómodas en su vida, pero ninguna como esa. Ni siquiera cuando la mujer de la tienda le había corrido había sentido tanta presión como ahora. Estaba mentalmente agotado y solo quería irse de allí y dejar de sentir la mirada de Alfredo Leroux sobre él. Justo cuando estaba por ponerse de pie, su padre rompió el silencio.—¿Qué tanto miras a mi hijo? ¿Temes que opaque la presencia de tus demás yernos? —Por favor, Salvatore, la confianza que tienes en tu hijo es avasallante, sin embargo, su amistad con el viejo Russo no es nada comparado con las fortunas, contactos y renombre de Clement y Steve. Los matrimonios son uniones que traen beneficios. Dios no me dio varones, pero sí tres hijas que podrían a la vez darme hijos políticos, a pesar de ello, nunca pensé que me tocara uno tan débil en la lista.—¿Débil dices? —Pietro sonrió burlonamente—. Escuche que tu yerno fuerte te hizo perder mucho dinero. Que pena, que pena me da por ti. Me impor