Estoy sentada en una esquina acogedora de una cafetería, el suave murmullo de las conversaciones y el aroma a café fresco llenan el ambiente. Frente a mí, Omar me observa con una mezcla de seriedad y nerviosismo. Me había invitado aquí porque tenía algo muy importante que decirme, y ahora, mientras juega con su taza, siento la anticipación crecer. —Nat, gracias por venir —comienza, sus ojos encontrándose con los míos. —Por supuesto, Omar. ¿De qué querías hablarme? —le pregunto, tratando de romper el hielo. —Es sobre el trabajo que me ofreciste. Primero, quiero agradecerte. Claro que sigo interesado y te quiero en mi empresa, pero ahora mismo necesito pedirte un favor personal. Asiento, sorprendida pero dispuesta a escuchar. —Claro, dime de qué se trata. Omar toma un respiro profundo antes de continuar. —Es sobre mi madre. Ha entrado en crisis y necesita ver a Clara, pero mi hermana es demasiado fría y cruel. Le avergüenza nuestra madre y no quiere verla. Me quedo en silenc
Mientras nos acercábamos al padre de Clara, sentí un nudo en el estómago. Sabía que esta reunión sería difícil, especialmente dada nuestra historia de relación hostil. Sin embargo, también sabía que él no me reconocería, lo que ofrecía un pequeño alivio en medio de la tensión. Emir estaba parado frente a nosotros, su mirada seria y distante. Respiré hondo, tratando de mantener la compostura mientras nos acercábamos. —Hola, soy Clara —dije con voz firme, luchando por ocultar mis nervios. Él me miró con indiferencia, sin mostrar ningún signo de reconocimiento. — Por supuesto eres mi hija ¿Qué haces aquí? —preguntó bruscamente, su tono lleno de desconfianza. Tragué saliva — He venido a ver a mi hermano. Aunque sentía una profunda reticencia, Omar y yo accedimos a seguir a Emir a la empresa. Mientras caminábamos por los pasillos familiares, el peso del silencio entre nosotros era palpable. Sabía que esta visita sería incómoda y potencialmente conflictiva, pero también entendía l
Cuando Adrián pidió a Leonel que se retirara, quedamos solos en la oficina. Sentí un hormigueo de nerviosismo recorrer mi cuerpo mientras me enfrentaba a la situación que tanto había temido y deseado al mismo tiempo. Mi mente se llenó de preguntas y dudas mientras observaba a Adrián, tratando de leer sus expresiones en busca de alguna pista sobre si me reconocía o no como Natalia en lugar de Clara. Aunque esperaba que él pudiera ver a través de mi disfraz, una parte de mí también temía que mi identidad secreta fuera descubierta. Decidida a obtener respuestas, me acerqué a él con una sonrisa cautivadora, tratando de ocultar mi nerviosismo detrás de una máscara de confianza. Mi corazón latía con fuerza mientras me preparaba para llevar a cabo mi plan, consciente de que estaba a punto de cruzar una línea peligrosa. —Adrián... —empecé, mi voz suave y seductora—. Ha pasado tanto tiempo desde que estuvimos solos de esta manera. Él me miró con intensidad, sus ojos verde esmeralda bril
Era un momento de paz, lejos de todo lo demás, solo nosotros dos en aquella habitación de hotel. Sus besos, su ternura, eran como un bálsamo para el alma, un respiro en medio de la tormenta. Cada caricia, cada gesto, me recordaba por qué alguna vez me enamoré de él. Decidí mis escaparnos del mundo por dos días en lugar de regresar a su casa o la mía. —¿Sabías que tienes una pequita justo aquí? —murmuró, rozando mi mejilla con la punta de su dedo. —Sí, siempre la he tenido. —respondí con una sonrisa, disfrutando de su cercanía. —Y esta otra aquí, es nueva, ¿verdad? —añadió, deslizando suavemente su mano por mi rostro. —Sí, creo que sí. —admití, cerrando los ojos y dejándome llevar por sus caricias. Cada gesto suyo, cada palabra, me recordaba que, a pesar de todo lo que habíamos pasado, aún había algo especial entre nosotros. Era difícil ignorar la conexión que compartíamos, incluso cuando las cosas parecían complicadas. Nos quedamos así un rato, perdidos en nuestro pequeñ
Cuando llegamos a la mansión, nos dimos cuenta de que la señora Gloria y Ernesto nos estaban esperando en el vestíbulo. Ernesto, con una mirada inquisitiva, nos preguntó de inmediato—¿Dónde han estado? Adrián tomó la palabra primero —Natalia no sé yo estuve en un viaje de negocios. Intenté mantener la calma—Estuve en la casa de mi mamá. Ernesto asintió, aunque parecía más preocupado por otros asuntos. —Bien, Natalia, siento mucho lo de tu mamá, pero la vida debe seguir. — Expuso Gloria. Su tono era severo y desapegado—. Adela ya ha preparado tus maletas. Mi hijo y yo te recompensaremos bien por romper el acuerdo. Casi había olvidado que quien rompa el acuerdo perderá la fortuna. Sentí cómo el enfado comenzaba a hervir dentro de mí. Antes de que pudiera decir algo, Adrián dio un paso al frente, su expresión endurecida. —No habrá ninguna ruptura del acuerdo —dijo con firmeza—. Natalia se queda, y así será. Gloria intervino, su voz cargada de desprecio—No puedes hablar e
Estaba tranquilamente preparándome para salir a trabajar, ya que era mi primer día en la empresa de Omar. Me sentía nerviosa pero emocionada por esta nueva oportunidad. Estaba ajustando mi blusa frente al espejo cuando fui interrumpida por la puerta que se abría de golpe. Álvaro entró en mi habitación sin previo aviso. Me sorprendió verlo allí y aún más la forma en que me miraba. —Álvaro, ¿qué estás haciendo aquí? —le pregunté, tratando de mantener mi tono tranquilo a pesar de mi sorpresa. —Lo siento, Nat, pero necesitaba hablar contigo antes de que te vayas —respondió, su voz cargada de una seriedad inusual. Me volví hacia él, notando la intensidad en sus ojos. Había algo diferente en su expresión, algo que me puso nerviosa. —¿Qué pasa, Álvaro? —pregunté, intentando ocultar mi incomodidad. —Es sobre lo que ocurrió en la habitación, cuando destrozaron mi guitarra. Sé que fue Adrián, pero lo que más me duele es la razón detrás de eso. —Su voz se quebró un poco, y pude ver el
Estaba tranquilamente trabajando cuando una de las empleadas me dijo que el señor Emir me estaba llamando. Me dirigí a su oficina, donde el hombre me miraba de mala manera. —¿Qué necesita, señor Emir? —pregunté, intentando mantener la calma. —Natalia, no creas que tendrás un trato especial por ser amiga de mi hijo Omar. Como los demás empleados, estarás a prueba un mes y si no cumples con nuestras expectativas, te irás —dijo con voz dura. Asentí, mirándolo directamente a los ojos. —Lo sé, me lo explicaron al firmar. Sé que si fuera por usted, me despediría hoy mismo. Su mirada se volvió aún más fría. —Así es. No creo en favoritismos ni en conexiones personales. Aquí, solo importa el rendimiento. No falles. —No lo haré, señor Emir. —Respondí con firmeza.—Siempre me he preguntado por qué me mira con tanto odio. —No te odio, pero intervienes en mis planes —respondió Emir con frialdad. —¿En sus planes o en los de su hija? Por su culpa, Clara es el monstruo que es, por co
Natalia Bernal Estos últimos días han sido complicados entre Adrián y yo debido a nuestras apretadas agendas laborales, lo que ha generado algunos roces, especialmente por la presencia constante de Clara. Frente a Adrián, ella disimula su animosidad, pero en privado, sigue siendo la misma persona desagradable de siempre. Sinceramente, no puedo soportarla. Cuando Adrián se ausentó en un viaje de negocios y Paula se quedó en casa de una amiga, me encontré aburrida y sola en casa. Sin embargo, mi soledad no duró mucho, ya que pronto llegó Leonel. Desde que descubrí su relación con Clara, ya no puedo verlo de la misma manera. Leonel se sentó a mi lado en el sofá, y desde hacía días lo había notado extraño, como si estuviera ocultando algo. Sus gestos y miradas insinuaban una incomodidad latente, lo que me dejaba inquieta. — ¿Y ya tengo sobrino? — Pregunta entre risas. — No. —Niego con la cabeza. — ¿Tienes algún problema para concebir?. Porqué Adrián siempre ha deseado ser pa