Era un momento de paz, lejos de todo lo demás, solo nosotros dos en aquella habitación de hotel. Sus besos, su ternura, eran como un bálsamo para el alma, un respiro en medio de la tormenta. Cada caricia, cada gesto, me recordaba por qué alguna vez me enamoré de él. Decidí mis escaparnos del mundo por dos días en lugar de regresar a su casa o la mía. —¿Sabías que tienes una pequita justo aquí? —murmuró, rozando mi mejilla con la punta de su dedo. —Sí, siempre la he tenido. —respondí con una sonrisa, disfrutando de su cercanía. —Y esta otra aquí, es nueva, ¿verdad? —añadió, deslizando suavemente su mano por mi rostro. —Sí, creo que sí. —admití, cerrando los ojos y dejándome llevar por sus caricias. Cada gesto suyo, cada palabra, me recordaba que, a pesar de todo lo que habíamos pasado, aún había algo especial entre nosotros. Era difícil ignorar la conexión que compartíamos, incluso cuando las cosas parecían complicadas. Nos quedamos así un rato, perdidos en nuestro pequeñ
Cuando llegamos a la mansión, nos dimos cuenta de que la señora Gloria y Ernesto nos estaban esperando en el vestíbulo. Ernesto, con una mirada inquisitiva, nos preguntó de inmediato—¿Dónde han estado? Adrián tomó la palabra primero —Natalia no sé yo estuve en un viaje de negocios. Intenté mantener la calma—Estuve en la casa de mi mamá. Ernesto asintió, aunque parecía más preocupado por otros asuntos. —Bien, Natalia, siento mucho lo de tu mamá, pero la vida debe seguir. — Expuso Gloria. Su tono era severo y desapegado—. Adela ya ha preparado tus maletas. Mi hijo y yo te recompensaremos bien por romper el acuerdo. Casi había olvidado que quien rompa el acuerdo perderá la fortuna. Sentí cómo el enfado comenzaba a hervir dentro de mí. Antes de que pudiera decir algo, Adrián dio un paso al frente, su expresión endurecida. —No habrá ninguna ruptura del acuerdo —dijo con firmeza—. Natalia se queda, y así será. Gloria intervino, su voz cargada de desprecio—No puedes hablar e
Estaba tranquilamente preparándome para salir a trabajar, ya que era mi primer día en la empresa de Omar. Me sentía nerviosa pero emocionada por esta nueva oportunidad. Estaba ajustando mi blusa frente al espejo cuando fui interrumpida por la puerta que se abría de golpe. Álvaro entró en mi habitación sin previo aviso. Me sorprendió verlo allí y aún más la forma en que me miraba. —Álvaro, ¿qué estás haciendo aquí? —le pregunté, tratando de mantener mi tono tranquilo a pesar de mi sorpresa. —Lo siento, Nat, pero necesitaba hablar contigo antes de que te vayas —respondió, su voz cargada de una seriedad inusual. Me volví hacia él, notando la intensidad en sus ojos. Había algo diferente en su expresión, algo que me puso nerviosa. —¿Qué pasa, Álvaro? —pregunté, intentando ocultar mi incomodidad. —Es sobre lo que ocurrió en la habitación, cuando destrozaron mi guitarra. Sé que fue Adrián, pero lo que más me duele es la razón detrás de eso. —Su voz se quebró un poco, y pude ver el
Estaba tranquilamente trabajando cuando una de las empleadas me dijo que el señor Emir me estaba llamando. Me dirigí a su oficina, donde el hombre me miraba de mala manera. —¿Qué necesita, señor Emir? —pregunté, intentando mantener la calma. —Natalia, no creas que tendrás un trato especial por ser amiga de mi hijo Omar. Como los demás empleados, estarás a prueba un mes y si no cumples con nuestras expectativas, te irás —dijo con voz dura. Asentí, mirándolo directamente a los ojos. —Lo sé, me lo explicaron al firmar. Sé que si fuera por usted, me despediría hoy mismo. Su mirada se volvió aún más fría. —Así es. No creo en favoritismos ni en conexiones personales. Aquí, solo importa el rendimiento. No falles. —No lo haré, señor Emir. —Respondí con firmeza.—Siempre me he preguntado por qué me mira con tanto odio. —No te odio, pero intervienes en mis planes —respondió Emir con frialdad. —¿En sus planes o en los de su hija? Por su culpa, Clara es el monstruo que es, por co
Natalia Bernal Estos últimos días han sido complicados entre Adrián y yo debido a nuestras apretadas agendas laborales, lo que ha generado algunos roces, especialmente por la presencia constante de Clara. Frente a Adrián, ella disimula su animosidad, pero en privado, sigue siendo la misma persona desagradable de siempre. Sinceramente, no puedo soportarla. Cuando Adrián se ausentó en un viaje de negocios y Paula se quedó en casa de una amiga, me encontré aburrida y sola en casa. Sin embargo, mi soledad no duró mucho, ya que pronto llegó Leonel. Desde que descubrí su relación con Clara, ya no puedo verlo de la misma manera. Leonel se sentó a mi lado en el sofá, y desde hacía días lo había notado extraño, como si estuviera ocultando algo. Sus gestos y miradas insinuaban una incomodidad latente, lo que me dejaba inquieta. — ¿Y ya tengo sobrino? — Pregunta entre risas. — No. —Niego con la cabeza. — ¿Tienes algún problema para concebir?. Porqué Adrián siempre ha deseado ser pa
Mientras charlaba con Paula, sabía que no prestaba atención a mis palabras y que seguramente me ignoraría. Decidí retirarme a mi cuarto, pero en el pasillo me topé con Leonel, quien solo llevaba puestos unos boxers. Me sorprendió su vestimenta tan informal, especialmente considerando que había otras personas en la casa. Adrián lo había invitado a quedarse esta noche aquí porque él tuvo un problema en su departamento al parecer ocurrió algo con la tubería. Había decidido no decirle nada a mi esposo sobre lo que pasaba con Paula porque no deseaba sumar otro problema a su estresada vida. Adrián regresaba al día siguiente y no quería preocuparlo. —No puedes andar así vestido, están la señora Gloria y Paula —le reproché, tratando de ocultar mi incomodidad. —A ellas no les importa, ¿qué problema tienes tú? —respondió con indiferencia. —Me da igual —respondí, tratando de mantener la compostura. Antes de que pudiera seguir adelante, Leonel me agarró de la cintura y me arrastró a una
Adrián Fontana Bese la espalda y el cuello de Natalia. Me fascinaba tenerla entre mis brazos al despertar. — Preciosa — Susurré en su odio mientras repartí besos — Hola — besa mis labios. — Hermosa, hoy nos tomamos el día libre; es sábado. — Tengo cosas que hacer.— Responde — ¿Más importante que tu marido? — hago puchero. — Bueno, por hoy — besa mis labios suavemente. Pasamos todo el día juntos como debía ser, ella es mía y deseo tenerla todo el tiempo conmigo. Antes de oscurecer, llegamos a la casa. Natalia se fue a ver a Paula, y yo fui a charlar con mi mamá, quién solicito verme. — ¿Pasa algo?— Pregunté preocupado — No sé cómo decirte esto, Natalia. Te está engañando.— Me informa. — Sé que te cae mal, pero esto es demasiado.— Rodee los ojos — Es verdad. La vi en una situación muy comprometedora con Leonel. — Te habrás confundido. Nunca me traicionarían y mucho menos con mi mejor amigo. — Los investigué. Todas las tardes se citan en un hotel.— Me info
Natalia Bernal Cuando llegue a la mansión a la habitación de Adrián etaba paralizada por la frialdad en los ojos de mi esposo, su silencio era más elocuente que mil palabras. Sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor, incapaz de comprender cómo Leonel pudo difamarme de esa manera. No había hecho nada para merecer tal traición.Me invadía un torbellino de emociones. No podía creer que Leonel me hubiera utilizado tan despiadadamente, manipulándome como un títere, no entendía porque lo había hecho. ¿Cómo podía disfrutar al hacerme sufrir de esta manera, cuando yo nunca le había hecho ningún daño?Mi mente se enfocó en Adrián, mi esposo. Necesitaba explicarle la verdad, hacerle entender que su mejor amigo había mentido y difamado nuestra relación. La rabia me consumía al darme cuenta de cómo Adrián estaba lanzando toda mi ropa al suelo y destrozando la habitación.—Mi amor, yo te juro...— Me acerqué e intenté tomar sus manos.—No jures nada.— Me gritó mientras alejaba mis man