No tenía que estar en la situación pasiva ahora, aparte de Chloe, Sandra no tenía otra opción.

Poco después de que Chloe se fuera, Giselle irrumpió.

Sandra, quien estaba pensando en el pasado, frunció el ceño al ver entrar a su hija adoptiva. Pronto le dijo a Giselle impotente: —¿Cuántas veces te he dicho que toques la puerta antes de entrar? Nunca pareces recordar lo que te digo.

«La hija a la que dediqué tanto esfuerzo en criar ni siquiera puede tener los modales más básicos.»

«Soy yo quien consiento a Giselle.»

Afortunadamente, Giselle no era su hija biológica, de lo contrario, se habría enfurecido al ver a la sucesora al que había dedicado más de veinte años de arduo entrenamiento en un estado tan miserable.

—Mamá, lo siento, lo olvidé.

Giselle inmediatamente se dio la vuelta y salió. Cerró la puerta de la oficina y tocó nuevamente. Después de recibir el permiso de Sandra, volvió a abrir la puerta y entró de nuevo.

Pronto, se sentó frente a su madre.

—Mamá, déjame preguntarte algo.