Ánsar se quedó atónito por un momento y no contestó, sólo sonrió.Huntley se dio la vuelta y dijo: —He oído que el presidente Ramírez tiene en su casa unas plantas muy valiosas y raras, y ahora están de temporada, ¿así que me pregunto si tendría el placer de verlas?—¡Claro! —Ánsar contestó a toda prisa—.¡Alteza, por aquí!Huntley siguió a Ánsar para ver las flores, riendo y bromeando, y Hera se endureció al ser dejada atrás por los dos.—¡Alteza, perdónelos! —La consoló suavemente la doncella que estaba a su lado.—¡Je, no los tengo en cuenta! —Hera se mofó—. ¡Soy la reina del futuro, si se atreven a despreciarme así, se arrepentirán después!—¡Sí, tenemos tiempo! —La doncella le guiñó en silencio, indicándole que mirara hacia la ventana.Hera se acercó a la ventana y oyó risas de fuera. Las dos figuras que estaban a la piscina, eran Soledad y Daniel...La finca de la familia Ramírez estaba cerca de una selva, con piscinas pegadas a calas. Había palmeras a las orillas y las flores tra
Polo se tapó la cara y suspiró.Qué tiempo maravilloso para estar sin un hijo... Lucía era tan suave como el agua, tan mansa como conejito, y le encantaba apoyarse en su pecho, diciendo que era el lugar más seguro del mundo...¿Y ahora qué?¡El hijo se apoderó de su cuerpo, de su corazón, de todo su mundo!Así que Polo intentaba cambiar la situación.Destetar a su hijo fue una de sus acciones.A los seis meses de Santiago, a Lucía le estaba bajando la leche y no era de muy buena calidad, y en ese momento, al bebé le salieron los dientes de leche, lo que le picaba mucho, y a Lucía le mordía de forma dolorosa.Una vez, el niño volvía a moler los dientes mientras mamaba. Cuando Polo vio que Lucía se mordía el labio, negándose a gritar a pesar de que sudaba de dolor, sentía mucho cariño por Lucía.Ella no se atrevió a gritar por miedo a asustar al niño.Pero él no lo hizo caso.Polo levantó la campanilla para atraer la atención de su hijo. El pequeño realmente aflojó la boca, sus grandes o
Huntley invitó al Sr. y la Sra. Juárez al Gran Palacio con su hijo, y de paso consiguió que el mejor fotógrafo de la zona austral les hiciera una foto de familia.El pequeño Santiago no podía andar con paso firme y a veces necesitaba un andador, pero le gustaban mucho los jardines imperiales del Gran Palacio, agitaba sus manitas regordetas por el césped y balbuceaba alegremente mientras saludaba a las mariposas y los pájaros.Polo lo levantó y se lo echó al hombro, y su hijo volvió a divertirse y a chillar.Lucía observó horrorizada e intentó adelantarse varias veces para detenerlos, pero Huntley se lo impidió.—¡No te preocupes, el señor Juárez tiene seguridad y no le hará daño a su hijo! —Sonrió.Lucía estaba desconcertada y también sonrió bajando la cabeza.Huntley lo dijo, pero en realidad hizo que todos los guardias y doncellas del palacio siguieran de cerca a los dos, por si a Polo se le escapaba la mano, sin duda podrían tomar al bebé.Lucía se lo agradeció y rió suavemente: —Su
El ceño de Daniel se frunció al ver que Hera se dirigía hacia allí desde la distancia, y se apartó a un lado mientras sostuvo a Soledad con el brazo.Los demás vieron el comportamiento de Daniel y todos captaron el mensaje, aunque no querían ofender a la Princesa, la familia Guzmán también era una existencia poderosa.Así que todos saludaron y se despidieron con excusa.Hera no podía creer que la multitud la hubiera dejado tirada.—Hermana. —La voz de Huntley de repente vino de detrás de ella.Volvió la cara y vio la expresión risueña de Huntley.—Hace tiempo que te digo que no te tomes tu realeza tan en serio—Huntley susurró—. ¡Todo el mundo no es tonto y tiene juicios!—¿Qué? —Hera se mofó—. ¿Ahora ni siquiera puedo asistir a una fiesta? Esto es el Gran Palacio, y mi casa, ¡y hacen una fiesta aquí sin permiso del dueño! ¿Es eso aceptable?—Hermana, cuanto más hablas, más escandalosa te pones. ¿Cuándo se convirtió este palacio en tu casa? Es la casa de mi tío. ¡Nosotros dos sólo nos a
La criada adivinó que probablemente estuviera enfadada otra vez por Soledad.—Su Alteza—dijo en tono adulón la doncella—. Tenemos avances...Hera frunció el ceño: —¿Qué?—El hombre que se encargaba de la investión dijo que confirmó que Soledad había crecido en los barrios bajos de la Ciudad Mancha, juntándose con un grupo de gitanos. Sus padres eran polizones, su padre era drogadicto, su madre era prostituta y ella fue abandonada por sus padres cuando era muy pequeña.—Entonces, no debería tener nada que ver con mi tía Luna.Hera exhaló un largo suspiro de alivio, resultó que en ella misma tenía sospechas infundadas.—¡Su Alteza, claro que no tiene nada que ver! —La criada sonrió—. Esa zorra es de origen humilde, ¡es una bendición que pueda venir a la zona austral! Su Alteza, usted... ¿Qué le pasa hoy? ¿Vuelve a pelear con el Señor Guzman?Hera se distrajo y le dio la espalda.¡Habría sido bueno una pelea! No sabía a qué tanto Daniel estaba herido, y cómo se enfrentarían con las consec
Polo se quedó boquiabierto.Si ella tomó la decisión de no tener hijos, no ... No podría enrollarse con ella...Tener un bebé era algo secundario, ¡no poder acercarse a ella era un gran problema!Qué raro, ¡recientemente o dijo algo malo, o estaba a punto de decir algo malo!Polo la sostuvo apresuradamente por los hombros y le susurró al oído: —¡Cariño, no quiero decir eso! Quiero decir... ¡Quiero decir que dije antes que te mimaría como a una hija!Lucía rió:—¡Ni de broma!—Lo digo en serio—. Había una sonrisa bajo sus ojos—, eres mi —hija— única en mi vida...—¡Cabrón!A Polo se le apretó el corazón al oír la voz de Ánsar.Entró en el vestíbulo lateral sin que nadie se diera en cuenta, y, en cuanto Polo levantó la vista, se encontró con una mirada incríble de su suegro.—¿De qué estás hablando?—...—¡Cómo te atreves a bromear aprovechando de mí!Ánsar estaba esterilizando las agujas de plata y cogió una para apuñalarle.Lucía se apresuró a bloquear y cambió de tema: —Papá, ¿nos pedi
Ánsar entrecerró los ojos e hinchó las mejillas, limitándose a mirar a Polo, con una mano metida en el bolsillo, apretando estúpidamente la caja de agujas de plata.En ese momento llegó de repente desde no muy lejos una voz dulce pero mal pronunciada:—Ab...no...Ánsar se detuvo.Vio al pequeño Santiago correr temblorosamente hacia él, pareciendo desde lejos una blanca y gorda bola de arroz glutinoso, con unos grandes ojos que simplemente podían adorar los corazones de la gente.El bebé sonreía bajo la luz del sol, y era como si Dios hubiera puesto toda la bondad del mundo en sus hoyuelos.Lucía no sabía si debía llorar o reír y se apresuró a corregirse: —¡Encanto, es abuelo! ¡Abuelo!Ánsar tenía el corazón blando, no importaba la pronunciación, mientras fuera lo que gritó el nieto, creía que era música celestial.En ese momento no se dio cuenta de que se estaba riendo a carcajadas, e inclinándose y abriendo mucho los brazos, gritó: —¡Eh! Estoy aquí, ¡Abno viene a ver al encanto!Lucía
Polo se quedó sin palabras.Lucía miró el camio de la expresión de su marido y dio una carcajada....Hera estaba a punto de echarse una siesta cuando vio a alguien entrar suavemente.—Su Alteza, la Reina le invita.El corazón de Hera tembló. Esta era la dama de compañía de la reina Clara, y la reina siempre había sido amable con sus sirvientes, no los enviaba a hacer nada durante su descanso del mediodía.Elegí este momento para verla, se suponía que la noticia de Daniel había llegado a oídos de la Reina.Hera se tranquilizó, se recompuso, pidió a la doncella que la ayudara a maquillarse y a cambiarse de ropa, y se dirigió a toda prisa al salón principal.El lugar donde la Reina la invitó a encontrarse era en una habitación secreta dentro del salón principal.Nada más entrar, la puerta de madera se cerró con un ruido sordo. La sala estaba débilmente iluminada y la Reina se hallaba de pie frente a la pared de piedra, con la espalda delgada pero imponente.Hera avanzó e hizo una suave r