Capítulo 294
Pensando en su propio hijo, casi consiguiendo a una mujer de origen desconocido como esposa, se puso muy incómoda... ¡y tenía ganas de meter a Polo en su estómago!

...

—¡Lucí, mira esa pintura!

Lucía siguió la mirada de Ana.

La pintura al óleo no fue pequeña, ocupaba una gran parte de la pared, y las pinceladas fueron algo abstractas y soñadoras, representando un bosque y una enorme luciérnaga agitando sus alas, realistas.

Lucía miró el nombre del autor, y esa persona era un pintor muy conocido en la zona austral.

—Mamá, ¿te gusta esta pintura?

Ana no le respondió, pero cayó en pensamientos profundos, con emociones complejas surgiendo bajo sus ojos.

—Lucí...—preguntó con voz ronca durante mucho tiempo,—¿Sabes dónde está esto?

Lucía negó con la cabeza confundida.

No sabía que era un jardín privado en la región de la zona austral, donde creció su madre.

Y la pintora en la gota también pintó un retrato de ella.

Tan pronto como Ana vio esta pintura, fue como si hubiera regresado a esos día
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