✧✧✧ Una vez llegada la noche. ✧✧✧ La luna brillaba con intensidad sobre el lago, reflejando su luz en las tranquilas aguas. La mansión de verano del poderoso CEO Franklin Robinson, estaba iluminada con luces doradas que colgaban de los árboles cercanos y faroles flotantes que se movían suavemente sobre el agua. El muelle, que se adentraba majestuoso en el lago, estaba decorado con arreglos florales que emanaban un aroma dulce. Al final de este, una tarima enmarcada por mesas adornadas con velas y cristalería reluciente esperaba a los invitados. Emily Sinclair estaba en el piso superior de la mansión, intentando tranquilizarse. Frente al espejo, ajustó el escote recto de su vestido de cóctel color crema. El delicado vuelo de la falda acariciaba sus muslos. Sus hombros descubiertos temblaban ligeramente, más por el nerviosismo que por el aire fresco de la noche. Su cabellera pelirroja caía sobre su espalda y hasta su cintura, y sus ojos azules, reflejaban una mezcla de an
Los aplausos resonaron mientras Emily subía al escenario, con una sonrisa que ocultaba su tormento interior. Franklin la tomó de la mano y la guió hacia el centro de la pista de baile. La orquesta comenzó a tocar una melodía elegante. Él la sostuvo firmemente, dejando su bastón a su asistente que se acercó, y finalmente, comenzaron a bailar a un ritmo apropiado para él. —Pensé que la hija de una buena familia como los Sinclair sabría bailar —murmuró él, con una ligera sonrisa—. ¿Cómo es posible que un discapacitado como yo, lo haga mejor? —la molestó en tono juguetón. —Sé bailar —respondió ella, aclarando su garganta—, solo estoy un poco nerviosa… Tú, ¿no te estás excediendo de la pierna? —susurró la mujer pelirroja, con preocupación en su voz. Franklin no dijo nada más, pero sus ojos parecían analizar cada movimiento de ella. Cuando terminaron, volvieron a la mesa asignada. Ese CEO se sentó, exhausto y ocultando el ligero dolor en su pierna. Por otro lado… Emily comenzó a
Franklin dejó caer su bastón al suelo, un gesto que pareció aumentar la tensión en el ambiente. Sus manos, firmes pero controladas, tomaron las muñecas de Emily, inmovilizándola contra la pared. La mirada gris de ese hombre estaba encendida, llena de furia contenida. —Te lo voy a dejar muy claro, Emily Sinclair —dijo ese atractivo CEO, su voz baja pero llena de amenaza—. No quiero que te acerques a Gerald de nuevo. No quiero que te dejes tocar o siquiera mirar de él. ¿Lo has entendido? Emily trató de apartarse, pero él no cedió. Su tono se endureció aún más. Y Emily exhaló, encontrándose con la mirada gris intensa de ese hombre tan cerca de ella. —¡TIENES PROHIBIDO ENGAÑARME! —continuó ese CEO, acercándose lo suficiente como para que ella pudiera sentir su aliento en la piel—. No olvides el maldito contrato. Ese papel dice que eres mía, y lo serás hasta que yo decida lo contrario. ¿Está claro?, MÍA, Emily. Los ojos de Emily se llenaron de lágrimas, pero no apartó la mirada de
Franklin sonrió con una malicia que parecía llenar la habitación. Sus ojos grises, fríos y penetrantes, se clavaron en Emily mientras tomaba su mano y la colocaba sobre la erección que marcaba su pantalón. Su gesto era firme, casi desafiante, y el calor que emanaba de su cuerpo parecía envolverla. —En ese caso, tendrás que ayudarme con esto, como yo te ayudé a ti. Hermosa Emily~ —le susurró él, claramente disfrutando de toda la situación. En su rostro era evidente lo excitado que estaba y cuánto la deseaba. Emily asintió, mientras con su mano libre se acomodaba la tanga, sintiendo aún cómo su entrepierna seguía pegajosa por sus fluidos. Intentó ignorar ese hecho. En ese momento, lo único que importaba era complacer al desgraciado para que la dejara en paz. Con un movimiento decidido, apartó su mano del bulto en la entrepierna de Franklin y entrelazó sus dedos con los de él, buscando un respiro, un momento para recuperar el control. —Puede ser cansado para usted, señor Robinson —
Las manos de Emily se aferraban al cabello rizado y oscuro de ese hombre. Sus piernas permanecían abiertas, dejándolo ingresar libremente a su interior, mientras sus labios se encontraban en besos húmedos y ardientes. Algunos eran lentos, mientras otros estallaban con una pasión descontrolada, imposible de contener para ambos. ¿La fiesta? Al diablo con la fiesta. Ninguno de los dos sabía cómo habían terminado en esa situación, entrelazados, perdiéndose en el calor del momento. Quizás la madre de Emily se encargó de los invitados, inventando alguna excusa conveniente. Después de todo, todos sabían que el CEO Robinson era discapacitado. Pero en ese instante nada importaba. Ni los invitados ni las apariencias. ……………… Más tarde esa noche, en la habitación de invitados. Emily respiraba con dificultad. Su cuerpo, cubierto de sudor, era un reflejo de la intensidad del encuentro sexual que acababan de compartir. Sus fluidos y los de Franklin se mezclaban en su piel desnuda. Su pecho s
La mujer pelirroja leyó el nombre que aparecía en la pantalla: Scarlett Evans. Su corazón dio un pequeño salto. Era Scarlett, la exesposa de Franklin y madre de su hijo. Sin pensarlo demasiado, deslizó el dedo por la pantalla y… COLGÓ. El teléfono volvió a sonar poco después. Tililing~ Emily apretó los labios, molesta, y volvió a colgar. "¿Por qué lo estoy haciendo?" Se preguntó, pero no encontró respuesta. Solo sabía que no quería que Scarlett lo contactara. No ahora. No mientras ella estaba ahí. Cuando el teléfono sonó por tercera vez, Emily intentó agarrarlo nuevamente, pero el aparato resbaló de sus manos… —¡AAAH! —gritó la mujer pelirroja. Hizo un torpe esfuerzo por atrapar el aparato en el aire, golpeándose el brazo contra el borde del escritorio. PUM~ —¡¡AY, MALDICIENDO!! —gritó Emily. El impacto hizo que un cajón se deslizara un poco hacia afuera. Emily dejó el teléfono sobre la mesa y se frotó el brazo, pero algo en el cajón llamó su atención. Había un destell
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ Era un día soleado en la mansión Robinson, y el reloj marcaba las 8 de la mañana cuando Emily Sinclair bajó las escaleras. El sonido de sus tacones resonaba en el vestíbulo, y su cabello pelirrojo brillaba bajo la luz que se filtraba por las grandes ventanas. Pero a pesar de la belleza del día, su corazón latía inquieto, atrapado entre la ansiedad y el amargo recuerdo del día anterior, cuando fue echada de la oficina por su prometido. Al entrar al salón comedor, sus ojos se encontraron con la figura de Franklin. Estaba sentado a la mesa, su cabello negro rizado enmarcando un rostro que mostraba una frialdad que podría congelar a cualquiera que lo mirase. Sus fríos ojos grises estaban fijos en un punto lejano, y su expresión era tan distante que Emily se sintió como una intrusa en la mansión. A su lado, el pequeño Freddy, desayunaba con una sonrisa inocente sus frutas. —Buenos días, Franklin… —saludó Emily, esforzándose por sonar cálida mientras su
✧✧✧ Ese mismo día, en la tarde. ✧✧✧ El sol se escondía lentamente detrás de los rascacielos de Los Ángeles, pintando el cielo de un vibrante color naranja que se reflejaba en las paredes de cristal del Blue Wave Club. El CEO Franklin Robinson, llegó con la mente llena de inquietudes. Su mayordomo le había informado sobre una fuerte discusión entre su prometida, Emily, y la madre de esta, doña Ava, así como con su prima Abril. Al llegar al área de las piscinas, sus ojos se encontraron con la imagen de Emily flotando en el agua, vestida con un bikini naranja que resaltaba su cabello pelirrojo, que caía largo hasta su trasero extendiéndose en el agua, como si fuese una rosa al atardecer. Ella estaba ahí, con los ojos cerrados, disfrutando de un momento de paz. Franklin tomó una bocanada de aire, sintiendo cómo la tensión en su pecho se intensificaba. Con su voz grave, llamó a Emily. —Emily —dijo, tratando de mantener la calma en su tono. La mujer abrió los ojos de golpe,