Desde la distancia, los invitados no podían distinguir el rostro del novio de inmediato.

Incluso Alba, que estaba en el escenario, tenía su visión bloqueada por los pétalos que caían constantemente. Aunque no podía ver el rostro, la figura alta que se acercaba lentamente a ella capturó su atención.

Con cada paso que daba el novio, Alba se sentía más nerviosa. Al final, la ansiedad la hizo sentir que casi no podía respirar.

Dejando de lado la posición de poder que tenía en la Corporación Mendoza, solo su rostro atractivo era suficiente para hacerla caer rendida.

Y ese hombre tan destacado, ¡era su esposo! En ese momento, se detuvo a solo un paso de ella.

Los pétalos seguían cayendo, cada vez más densos. Pero con un solo movimiento, ese hombre podría tomar su mano.

Alba tragó saliva, impaciente y emocionada, deseando que la lluvia de pétalos se detuviera para que Santiago pudiera levantar su velo y admirar su belleza.

A medida que la música se ralentizaba, los pétalos finalmente d