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Capítulo 5 La negociación del “precio”
La sonrisa fría se congeló en el rostro de Santiago, quien no podía creer lo que había escuchado.

quien no podía creer lo que acababa de escuchar. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente logró articular palabras y preguntó con incredulidad:

—¿Qué… estás diciendo? Por favor, repítelo…

Valentina parpadeó y respondió con toda sinceridad:

—¡Quiero que nos casemos!

¡Incluso estaba dispuesta a pagar por el matrimonio!

Había pensado detenidamente en ello. Para evitar complicaciones innecesarias, la mejor solución era hacer un trato con la persona con la que quería casarse. Ella le daría dinero y él recibiría la suma. Y el hombre que tenía frente a ella, con su ocupación especial, era el candidato perfecto.

Después de unos segundos para asimilarlo, un destello de desprecio y desdén apareció en los fríos ojos de Santiago.

Entendió sus intenciones…

Aunque esta mujer no sabía quién era él, había descubierto que tenía un alto valor. Después de reflexionar, ella había vuelto a buscarlo para casarse con un hombre rico, o quizás para obtener una suma de dinero.

Al recordar la mancha de sangre en la sábana, el remordimiento que había sentido por la mañana desapareció de inmediato. Podría darle una suma considerable para deshacerse de ella. Después de todo, él había sido el primero en tomar la virginidad de la chica.

Decidido, Santiago le dijo con tono desdeñoso:

—He visto a muchas mujeres como tú. Dime el precio.

Valentina se sorprendió un poco.

¿El precio?

¿Él quería negociar sobre el precio?

No esperaba que él lo dijera de forma tan directa. Parecía tener mucha experiencia en este tipo de asuntos…

Valentina retrocedió un poco y lo examinó de arriba abajo, mientras pensaba cuidadosamente en el precio que debería establecer. Sin embargo, su mirada desagradó a Santiago. Desde su perspectiva, ella lo estaba evaluando como si fuera un producto en el supermercado…

Impaciente, Santiago no pudo evitar interrumpirla:

—¡Dímelo!

—¿Quinientos mil dólares? —propuso Valentina.

Lo miró fijamente, sin mucha confianza. Pensó que, con su rostro atractivo y su cuerpo perfecto, ¿serían insuficientes tres millones de pesos como pago por el matrimonio…?

Como era de esperar, Santiago frunció el ceño.

¿Quinientos mil dólares?

Pensó que ella aprovecharía la oportunidad para pedir una suma mayor, pero ella solo le pidió quinientos mil dólares... Sonrió levemente con desdén.

El corazón de Valentina dio un vuelco y rápidamente aumentó la oferta:

—¿Ocho… Ochocientos mil dólares? ¡Eso es lo máximo!

Después de graduarse, su padre no le permitió trabajar en Starlight Joyas, pero ella tampoco había usado más dinero de su familia. Los quinientos mil pesos eran todo lo que había ganado en algunos trabajos que había hecho con sus compañeros de clase. Eso era todo lo que tenía.

Sin embargo, el desprecio en el rostro de Santiago se hizo más evidente. Aparentemente, Valentina se había convertido en una mujer ingenua e inexperta. Pero él no planeaba tratarla injustamente, ya que le había quitado su virginidad.

Considerando la humillación que había sufrido por la moneda, Santiago decidió darle un millón de dólares para devolverle el golpe. No pudo evitar mostrar una vez más una sonrisa burlona. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de comunicar su decisión, la voz de la chica lo interrumpió nuevamente:

—¡Está bien! ¡Te daré un millón de dólares, precio acordado!

Valentina había arriesgado todo lo que tenía. Le dirigió una mirada suplicante, intentando a negociar con él:

—¿Podrías aceptar medio millón en transferencia inmediata y la otra mitad te la pagaré en un mes? O, ¿aceptas pagos mensuales…?

Ella estaba probando su aceptabilidad, pero temía que él la rechazara, por lo que se apresuró a agregar:

—No te preocupes, de verdad tengo dinero. Dame tu número de cuenta bancaria y te transferiré los quinientos mil dólares de inmediato para mostrarte mi sinceridad.

Dicho esto, sacó su celular.

Santiago se quedó estupefacto y la risa fría se congeló en su rostro una vez más …

¿Había algo más en su oído?

Esa chica significaba que, ¿ella quería darle un millón de dólares?

—¡Rápido! ¡Dame tu número de cuenta bancaria! —urgió Valentina con una mirada llena de expectativa, como si fuera un gran lobo tratando de atrapar a un conejito…

Santiago se quedó confundido y le dirigió una mirada expresiva. Unos segundos después, le dio el número de cuenta bancaria. Y en menos de un minuto, una notificación saltó en su móvil, indicando que se habían depositado quinientos mil dólares en su cuenta.

Al ver el mensaje, Valentina se sintió aliviada. Aunque había perdido una gran suma de dinero, lo cual le dolía en el corazón, finalmente había encontrado a su "esposo". El siguiente paso sería el registro. Sin querer perder ni un segundo más, le dijo a Santiago:

—Ahora, volvamos a casa a sacar nuestros documentos de identificación. Nos vemos en una hora en el Registro Civil.

Al terminar de hablar, Valentina se fue directamente, dejándolo atónito mientras miraba fijamente la notificación de depósito, sin poder creer que, ¡realmente le había dado el medio millón de dólares para que se casara con ella!

Era la primera vez que se encontraba con algo así, lo que le provocó el interés…

Como si quisiera descubrir qué estaba tramando la mujer, Santiago hizo una llamada y dijo:

—Manuel, ¿tienes mis documentos de identificación contigo? Sí, los necesito…

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