Ese «tampoco» hizo que Guillermo entendiera la verdad, pero decidió no decir nada.La conversación entre los dos se filtró por la puerta entreabierta.Valentina, apoyada contra la pared fuera de la habitación, no podía dejar de pensar en esas palabras: «acostarse», «pasar la noche juntos».Santiago y Alba…De repente, recordó lo que Alonso había dicho ayer sobre Santiago y Alba saliendo del mismo hotel. Todo empezaba a encajar.Sintió como si una mano le apretara el corazón, dejándola sin aliento. Apenas tuvo tiempo de procesar sus emociones cuando escuchó claramente otra voz desde el interior de la habitación:—¿Quién dijo que estaba interesado en Valentina?Guillermo encendió un cigarrillo, exhalando el humo con indiferencia.Alba estaba atónita.—Esa noche, en la sala de vigilancia del club, estabas observando a Valentina… —Comenzó Alba, pero de repente recordó algo.—¡Esa noche no estabas mirando a Valentina!Las imágenes de las cámaras de seguridad de esa noche pasaron rápidamente
La presión en su cuello aumentaba cada vez más.La mirada de Álvaro estaba llena de odio. Pero Valentina y él nunca habían tenido conflictos, ¿cómo podría haber odio entre ellos? La única explicación era que Álvaro la estaba confundiendo con alguien más.—¡Álvaro, mírame bien, soy Valentina! —exclamó, con gran esfuerzo, mientras el agarre en su garganta hacía que hablar fuera extremadamente difícil.Valentina…Álvaro pareció detenerse por un momento.Vio el rostro de Valentina, pero el dolor intenso en su cabeza lo hizo tambalearse. Cuando volvió a mirarla, su rostro se transformó en alguien que odiaba profundamente.—¡Devuélvemela! —gritó Álvaro.La presión en su cuello volvió a ser intensa, y la locura en sus ojos era evidente. Murmuraba continuamente:—Eres una mala mujer, ¡devuélvemela! ¡Devuélvemela!¿Mala mujer? ¿Devolver qué?Valentina tenía muchas preguntas en su mente.El aire que entraba en sus pulmones se hacía cada vez más escaso. Luchaba por mantenerse consciente, intentan
—¡El tercer piso!El acceso al tercer piso estaba bloqueado. Alonso había intentado obtener acceso, pero el personal le dijo que el tercer piso era donde Daniel guardaba objetos importantes y que estaba cerrado al público.Santiago no perdió tiempo y se dirigió rápidamente al tercer piso.Cada pasillo del tercer piso tenía cerraduras electrónicas avanzadas.El salón de exposiciones era propiedad privada de Daniel.Santiago miró a Rafael, y con una sola mirada, Rafael entendió lo que debía hacer.Rafael sacó su teléfono y marcó un número.Abajo, todos observaban, sorprendidos por la escena. De repente, el sonido de un teléfono rompió el silencio. Todos se volvieron y vieron a Daniel, cuyo rostro ya estaba tenso, fruncir el ceño al ver la llamada entrante.El sonido del teléfono resonó en el salón, creando una atmósfera aún más tensa.Finalmente, Daniel contestó el teléfono.Del otro lado, una voz fría dijo dos palabras:—¡La clave!¡La clave de las cerraduras del tercer piso!Padre e hi
¿Salvarlo? ¿Había alguien más en la habitación?Ambos hombres se concentraron en Valentina, evaluando su estado. Su ropa estaba desordenada y tenía una herida ensangrentada en la frente. El corazón de Santiago dio un vuelco.—¿Qué te hizo? —Alonso, también tenso, preguntó con voz contenida. ¿Qué le había hecho?Valentina recordó lo ocurrido. Pensó que iba a morir, pero de repente, Álvaro la había soltado. Luego…No podía perder más tiempo.—¡Rápido, sálvenlo! Álvaro, Álvaro está…La imagen de Álvaro la llenó de tristeza. Se volvió rápidamente hacia la figura que yacía en la esquina…Siguiendo su mirada, Santiago y Alonso también miraron. Bajo la luz roja, un hombre yacía inconsciente. Esa cara…¡Álvaro Soto!Era como si algo golpeara el corazón de Santiago. ¿Cómo podía ser Álvaro?No quería aceptar que Álvaro estuviera involucrado en esto. No quería que ni Valentina ni Álvaro salieran heridos.La situación de Álvaro parecía grave. Santiago vio una mancha de sangre en el suelo, apenas v
Tyler miró a Álvaro con un suspiro.—Hace años, todos sus indicadores mostraban una mejora. No ha mostrado signos de recaída en todo este tiempo, a menos que…—¿A menos que qué? —Santiago ya tenía una idea en mente.—A menos que haya sido sometido a un fuerte estímulo —respondió Tyler, confirmando las sospechas de Santiago.Estimulado… Santiago observó la mano de Álvaro, que sostenía algo con tanta fuerza que ni él ni los médicos habían podido abrirla.Tal vez esa era la clave del estímulo.—Entiendo. Una vez más, necesitaré que te encargues de esto. —Santiago sabía bien lo que significaba cuando Álvaro tenía un episodio.Juntos habían superado esto antes, y lo harían nuevamente.Tyler dio algunas instrucciones adicionales y salió de la habitación.Santiago, habiendo confirmado la condición de Álvaro, se dirigió rápidamente a buscar a Valentina. Siguiendo la información proporcionada por Rafael, encontró a Valentina justo cuando ella estaba entrando a la habitación de Álvaro.Alonso ha
—¡Hermano…! —dijo el pequeño, jadeando y feliz, mientras agarraba firmemente su mano.Esta vez, no iba a dejar que su hermano lo soltara.Caminando juntos en la oscuridad, notó que su hermano también estaba cansado; sus pasos eran visiblemente más lentos y él podía seguirle sin mucho esfuerzo.No sabía cuánto tiempo había pasado, pero pronto se encontraron con los hermanos Valenzuela.Desde entonces, siempre seguía a su hermano Santiago.Aunque su hermano seguía siendo frío con él, hablándole muy poco y casi nunca sonriendo, él podía sentir que lo protegía y lo amaba.Escuchaba las palabras de su hermano y evitaba a los Mendoza.Pero aquel día, cuando la señorita Díaz le dijo que lo llevaría a ver a su mamá, no pudo resistirse y fue con ella.Extrañaba demasiado a su mamá.También sabía que su hermano estaba preocupado por ella, porque varias veces lo había escuchado murmurar «mamá» en sueños. Supuso que su hermano soñaba con ella.Le contó a su hermano que su mamá, desde que dejó a la
Santiago hablaba con un tono lleno de sarcasmo.Valentina podía sentir su ira y desesperación, pero no sabía cómo consolarlo. Solo pudo tomar su mano.La suavidad y calidez de su toque parecían darle a Santiago un poco de consuelo.Santiago la miró y, casi instintivamente, apretó su mano. En silencio, se repitió el juramento que ya había decidido.Al hablar del pasado, Santiago desvió la mirada, pero esta vez, la calidez de la mano de Valentina suavizó su voz.—Después de que Álvaro se cortó con la cuchilla, descubrí que un sirviente de la Casa Vieja Mendoza se la había dado. Cuando le pregunté por qué lo había hecho, se quedó en silencio. Aún sospecho que fue Cristina…Cristina… Valentina recordó a aquella mujer que parecía tan amable y gentil.—¿Es la mujer de la que te hablaba antes, la que Daniel amaba mientras tu mamá tenía a Álvaro? —preguntó Valentina, notando que Santiago siempre se refería a su padre por su nombre, nunca como «papá».Para su sorpresa, Santiago respondió:—No.
La sonrisa en el rostro de Santiago se congeló un poco. Al bajar las escaleras, se encontraron con Alonso, quien estaba apoyado contra la pared, como si esperara a alguien. Con solo una mirada, Santiago supo que Alonso sabía que Valentina y él estaban en la azotea, y sorprendentemente, no los había interrumpido.—Hermano, voy a ir a la Casa Vieja Mendoza con Santiago —dijo Valentina, informándole sobre sus planes.Santiago pensó que Alonso los detendría, pero en lugar de eso, Alonso sacó una chaqueta femenina y se la entregó a Valentina.—Hace frío por la madrugada, ponte esto.—Gracias, hermano.Mientras subían al coche, Santiago no podía dejar de pensar en la escena anterior. Sentía que algo había cambiado entre ellos. ¿Hermano? Recordaba claramente que Alonso siempre había sentido una atracción hacia Valentina. Pero cuando ella lo llamó hermano, los ojos de Alonso parecían los de un verdadero hermano mayor.En la Casa Vieja MendozaHoy era el cumpleaños de Daniel, una fecha que no t