Después de haber entregado los documentos, David continuó respirando profundamente, temiendo que Lucas se viera abrumado por la emoción y sufriera algún daño físico nuevamente. No obstante, para su asombro, Lucas no perdió el control como él temía, sino que su semblante adquirió una extraña serenidad. Sin embargo, esta aparente tranquilidad desencadenó en David un escalofrío aún más intenso. Después de haber acompañado a Lucas durante tantos años, era la primera vez que lo contemplaba con una expresión tan imperturbable. Aunque sus emociones no se manifestaban en su rostro, se podía percibir una presión ineludible, imposible de ignorar.—Prepara el avión de inmediato, tengo que hacer un viaje.Lucas arrojó los documentos que tenía en sus manos y ordenó fríamente.—Señor Hernández, las cosas no se pueden cambiar, su salud es lo primero, no tiene por qué lastimarse por ella.David, aunque estaba algo intimidado, se armó de valor para aconsejarle. A su parecer, en el corazón de Ana no est
Lucas observaba con frialdad la escena increíblemente armoniosa en la habitación, maravillándose ante la escena que se desplegaba ante sus ojos. Aunque en el avión, había imaginado innumerables imágenes posibles, la que tenía ante sus ojos en este preciso instante le resultaba dolorosamente irritante, provocándole una incomodidad inesperada. Parecía una escena tan llena de alegría y unidad, como si ellos tres fueran la familia perfecta y en total armonía, y todos los demás fueran meros espectadores fascinados.Ana quedó atónita por un momento, apenas podía creer lo que sus ojos presenciaban. ¿Por qué estaba Lucas aquí, sorprendiéndola con su presencia? Cuando Ana finalmente reaccionó, retiró su mano rápidamente y se acercó apresuradamente hacia él, buscando respuestas en su mirada cansada.—Lucas, ¿cómo es que estás aquí? ¿Ya te has recuperado por completo de tu enfermedad?Al ver al hombre frente a ella, Ana sintió un nudo en la garganta, como si la emoción se entrelazara con la sorpr
La voz de Lucas apenas se había desvanecido cuando David llegó con unos exsoldados, portando sus armas con una imponente exuberancia, posicionándose detrás de él. Los oscuros cañones de las armas, apuntando amenazadoramente hacia Lucío, emanaban una sensación de temor insondable. Los demás en el hospital, al presenciar esta escalofriante postura, se dispersaron en medio de gritos de miedo. Era la primera vez que Lucío se encontraba ante una escena tan impactante, su semblante se tensó, no esperaba que arrebataran a alguien de esta manera tan abrupta.Lucas, sin pronunciar ni una palabra más, tomó a Ana consigo y se marchó con un aire de orgullo indomable. Lucío anhelaba perseguirlos, pero las armas apuntándolo le cohibían de cualquier movimiento imprudente. Solo podía contemplar impotente las siluetas de ambos, desvaneciéndose ante sus ojos como un suspiro en el viento.Ana fue llevada por Lucas, caminando todo el camino. Sintió que la mano del hombre era como una tenaza de acero, como
Al observar el miedo y el terror reflejados en los ojos de Ana, la sonrisa de Lucas se volvió aún más siniestra. Extendió su mano y acarició con suavidad las pálidas mejillas de Ana , que se encontraba atemorizada por el sobresalto.—¿Debo entender entonces que insinúas que estoy fuera de mis cabales? Pues bien, permíteme decirte que tú también me has vuelto loco. Si ese es el caso, volvámonos locos juntos, ninguno de nosotros debe mantener la cordura.Tras pronunciar esas palabras, Lucas apartó la mirada y el automóvil aceleró rápidamente. Ana tembló involuntariamente, fijando su mirada en el camino con una inquietud inmensurable que la embargaba....Después de que Ana fue llevada, David ordenó que también liberaran a Lucío. Su único propósito era llevarse a Ana, no causar demasiado alboroto. Después de ser liberado, Lucío agarró el cuello de la camisa de David. —¿Qué están planeando, dónde llevó a Ana?David se sentía impotente. Los pensamientos de Lucas nunca habían sido algo que
Sin embargo, Lucas actuó como si no percibiera nada de lo que ocurría a su alrededor. Descendió del automóvil, abrió la puerta del lado de Ana y la ayudó a salir. A pesar de sus esfuerzos por esquivarlo, Ana seguía evitándolo, renuente a adentrarse junto a él. Sentía que si cruzaba ese umbral, algo terrible le aguardaba.No obstante, su evasión solo pareció aumentar la irritación de Lucas. Sin mostrar emoción alguna, el hombre la arrastró hacia el interior del hospital. Ana fue conducida directamente hacia la puerta del quirófano, donde Lucas finalmente retiró el objeto que había mantenido en su boca.Ana sintió un dolor en la mandíbula, pero eso no importaba en ese momento. — ¿Qué... qué estás planeando hacer? ¿Por qué me trajiste aquí? ¡Déjame ir! Lucas extendió la mano para arreglar un mechón de pelo que caía en la frente de Ana. — ¿Por qué no intentas adivinar qué planeo hacer? La mirada del hombre se desplazó lentamente hacia abajo, cayendo sobre el vientre de Ana, y se detuvo
Lucas miró a los ojos de Ana, no pudo evitar soltar una risa. ¿Esta mujer realmente cree que en un momento como este, él se detendría por una amenaza suya? —No te preocupes, si no quiero que mueras, no podrías ni aunque lo intentaras. —dijo Lucas con una voz apagada, lo suficientemente helada para hacer temblar a Ana.—Si decides dejar de comer, puedo mantener tu vida con fluidos nutricionales de por vida. Si no te asusta, adelante, inténtalo.Lucas entrecerró los ojos, una crueldad se reflejó en su mirada. De repente, Ana sintió que el hombre frente a ella le resultaba extraño. Parecía que nunca había conocido realmente este lado de Lucas, despiadado, decisivo y demandante. Con solo una palabra suya, podía hacer que las personas desearan la muerte pero no pudieran alcanzarla.Después de soltar estas palabras, Lucas se dio la vuelta y se dispuso a marcharse. Ana observó su figura alejándose, y para su sorpresa, encontró una tranquilidad inesperada. Con sus manos y pies atados, era po
Lucas se encontraba de pie frente a la puerta del quirófano, los sonidos emergiendo de ahí eran una cacofonía que gradualmente se convertía en un murmullo sereno. Podía imaginar la meticulosa operación que debía estar ocurriendo en el interior. Sin embargo, esta imagen mental no le brindaba el alivio esperado. Por el contrario, sentía una opresión en el pecho, como si un gran peñasco descansara sobre él, de una manera inexplicadamente sofocante. Así, el tiempo fluía minuto a minuto, una eternidad en cada instante.Lucas no pudo resistir la tentación de sacar un paquete de cigarrillos de su bolsillo. Estaba a punto de encender uno cuando recordó que estaba en un lugar donde estaba prohibido fumar. Lenta y deliberadamente aplastó la caja de cigarrillos. Justo entonces, se escucharon apresurados pasos detrás de él.Volteó y vio a Lucío acercándose a toda prisa. Preocupado por la seguridad de Ana, Lucío no tuvo más opción que pedirle ayuda a Hugo. Hugo no quería involucrarse de nuevo, pero
Al escuchar las impactantes palabras del médico, ambos hombres cesaron de inmediato. Lucas, incrédulo y con el corazón agitado, se precipitó hacia adelante:— ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué hay tanta sangre? ¡Este era solo un procedimiento menor!Lucío se levantó, sus ojos, cargados de intensidad, parecían capaces de quemar un agujero en Lucas:— No hay ninguna cirugía que pueda garantizar un éxito absoluto. ¡Estás jugando con la vida de Ana!En ese momento angustiante, Lucas se sumió en un silencio ensordecedor, desesperado por regresar al quirófano. Al percatarse de su angustia, varios médicos y enfermeras se apresuraron a detenerlo:— Sr. Hernández, este es un entorno estéril, ¡no puedes ingresar!Temerosos de que Lucas irrumpiera imprudentemente y desencadenara consecuencias aún más graves, varios guardias de seguridad se apresuraron hacia él y lo contuvieron.Lucas fue arrastrado fuera del quirófano, despojado de su visión, pero aún podía percibir el olor a sangre, denso e impregn