Al observar el miedo y el terror reflejados en los ojos de Ana, la sonrisa de Lucas se volvió aún más siniestra. Extendió su mano y acarició con suavidad las pálidas mejillas de Ana , que se encontraba atemorizada por el sobresalto.—¿Debo entender entonces que insinúas que estoy fuera de mis cabales? Pues bien, permíteme decirte que tú también me has vuelto loco. Si ese es el caso, volvámonos locos juntos, ninguno de nosotros debe mantener la cordura.Tras pronunciar esas palabras, Lucas apartó la mirada y el automóvil aceleró rápidamente. Ana tembló involuntariamente, fijando su mirada en el camino con una inquietud inmensurable que la embargaba....Después de que Ana fue llevada, David ordenó que también liberaran a Lucío. Su único propósito era llevarse a Ana, no causar demasiado alboroto. Después de ser liberado, Lucío agarró el cuello de la camisa de David. —¿Qué están planeando, dónde llevó a Ana?David se sentía impotente. Los pensamientos de Lucas nunca habían sido algo que
Sin embargo, Lucas actuó como si no percibiera nada de lo que ocurría a su alrededor. Descendió del automóvil, abrió la puerta del lado de Ana y la ayudó a salir. A pesar de sus esfuerzos por esquivarlo, Ana seguía evitándolo, renuente a adentrarse junto a él. Sentía que si cruzaba ese umbral, algo terrible le aguardaba.No obstante, su evasión solo pareció aumentar la irritación de Lucas. Sin mostrar emoción alguna, el hombre la arrastró hacia el interior del hospital. Ana fue conducida directamente hacia la puerta del quirófano, donde Lucas finalmente retiró el objeto que había mantenido en su boca.Ana sintió un dolor en la mandíbula, pero eso no importaba en ese momento. — ¿Qué... qué estás planeando hacer? ¿Por qué me trajiste aquí? ¡Déjame ir! Lucas extendió la mano para arreglar un mechón de pelo que caía en la frente de Ana. — ¿Por qué no intentas adivinar qué planeo hacer? La mirada del hombre se desplazó lentamente hacia abajo, cayendo sobre el vientre de Ana, y se detuvo
Lucas miró a los ojos de Ana, no pudo evitar soltar una risa. ¿Esta mujer realmente cree que en un momento como este, él se detendría por una amenaza suya? —No te preocupes, si no quiero que mueras, no podrías ni aunque lo intentaras. —dijo Lucas con una voz apagada, lo suficientemente helada para hacer temblar a Ana.—Si decides dejar de comer, puedo mantener tu vida con fluidos nutricionales de por vida. Si no te asusta, adelante, inténtalo.Lucas entrecerró los ojos, una crueldad se reflejó en su mirada. De repente, Ana sintió que el hombre frente a ella le resultaba extraño. Parecía que nunca había conocido realmente este lado de Lucas, despiadado, decisivo y demandante. Con solo una palabra suya, podía hacer que las personas desearan la muerte pero no pudieran alcanzarla.Después de soltar estas palabras, Lucas se dio la vuelta y se dispuso a marcharse. Ana observó su figura alejándose, y para su sorpresa, encontró una tranquilidad inesperada. Con sus manos y pies atados, era po
Lucas se encontraba de pie frente a la puerta del quirófano, los sonidos emergiendo de ahí eran una cacofonía que gradualmente se convertía en un murmullo sereno. Podía imaginar la meticulosa operación que debía estar ocurriendo en el interior. Sin embargo, esta imagen mental no le brindaba el alivio esperado. Por el contrario, sentía una opresión en el pecho, como si un gran peñasco descansara sobre él, de una manera inexplicadamente sofocante. Así, el tiempo fluía minuto a minuto, una eternidad en cada instante.Lucas no pudo resistir la tentación de sacar un paquete de cigarrillos de su bolsillo. Estaba a punto de encender uno cuando recordó que estaba en un lugar donde estaba prohibido fumar. Lenta y deliberadamente aplastó la caja de cigarrillos. Justo entonces, se escucharon apresurados pasos detrás de él.Volteó y vio a Lucío acercándose a toda prisa. Preocupado por la seguridad de Ana, Lucío no tuvo más opción que pedirle ayuda a Hugo. Hugo no quería involucrarse de nuevo, pero
Al escuchar las impactantes palabras del médico, ambos hombres cesaron de inmediato. Lucas, incrédulo y con el corazón agitado, se precipitó hacia adelante:— ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué hay tanta sangre? ¡Este era solo un procedimiento menor!Lucío se levantó, sus ojos, cargados de intensidad, parecían capaces de quemar un agujero en Lucas:— No hay ninguna cirugía que pueda garantizar un éxito absoluto. ¡Estás jugando con la vida de Ana!En ese momento angustiante, Lucas se sumió en un silencio ensordecedor, desesperado por regresar al quirófano. Al percatarse de su angustia, varios médicos y enfermeras se apresuraron a detenerlo:— Sr. Hernández, este es un entorno estéril, ¡no puedes ingresar!Temerosos de que Lucas irrumpiera imprudentemente y desencadenara consecuencias aún más graves, varios guardias de seguridad se apresuraron hacia él y lo contuvieron.Lucas fue arrastrado fuera del quirófano, despojado de su visión, pero aún podía percibir el olor a sangre, denso e impregn
El doctor miró a Lucas, lamentándose mientras negaba con la cabeza:—Lo siento profundamente, Sr. Hernández. La Señorita López, ella ya ha...Lucas escuchaba absorto las palabras del doctor. Escuchaba claramente cada palabra, pero de alguna manera, no podía procesar el verdadero significado que encerraban.Después de un momento, Lucas reaccionó como un león enfurecido, agarrando con ímpetu el cuello de la bata del doctor: —¡No puede ser ella, cómo podría ser ella, ella no va a morir!El doctor, observando los ojos rojos de Lucas, explicó con un dolor profundo: —Sr. Hernández, le ruego que mantenga la calma. Nosotros tampoco deseábamos presenciar este desenlace, pero pusimos todo nuestro empeño.La mano de Lucas, sujetando firmemente el cuello de la bata del doctor, crujía bajo la fuerza aplicada. Al ver esto, el doctor temió que Lucas pudiera reaccionar violentamente, por lo que llamó a varias personas para separarlos.Sin embargo, antes de que las manos de aquellos individuos pudier
Ana se sentía como si hubiera caído en el profundo abismo del mar, siendo arrastrada y sacudida sin cesar. Alguien le suplicaba con voz entrecortada que no abandonara la vida, como si lágrimas desgarradas resbalasen por sus mejillas. Esos sonidos desordenados no le permitían reposar en paz.De repente, Ana abrió los ojos de manera abrupta, encontrándose recostada en una cama amplia y mullida. Sentía su cuerpo tan liviano como una pluma, como si careciera de todo peso terrenal.Ana se quedó perpleja por un instante y luego, su mente aturdida comenzó a funcionar de nuevo. Los sucesos previos a perder la conciencia inundaron su mente de manera implacable.Lucas la había obligado a ingresar en la sala de operaciones para someterse a un aborto. Recordaba las palabras del hombre, afiladas como una espada, mientras le decía que ella, una mujer como ella, no merecía tener a su propio hijo.Al rememorar las palabras punzantes del hombre y su figura indiferente alejándose, Ana sintió un dolor ag
En lo más profundo del corazón de aquel hombre, Ana, a sus ojos, no era más que una mujer intrigante y desvergonzada. Incluso el niño que llevaba en su vientre fue rechazado y desechado por él, quien había ordenado que le fuera arrebatado por la fuerza. ¿Por qué habría de esforzarse Ana en vano por alguien que nunca creyó en ella? Aquel lugar no le había regalado ningún recuerdo hermoso, solo una vida llena de sufrimiento. Lo mejor era escapar.—Por supuesto que deseo marcharme, pero necesito hablar primero con mi madre... ¿Puedo ir a verla?Ana no sabía si su madre estaría dispuesta a abandonar la tierra donde había vivido la mayor parte de su vida. Después de todo, su madre había sido testigo de cómo Lucas la arrastraba. Seguramente estaría muy preocupada, y Ana deseaba asegurarle que estaba bien. Al percibir esto, Lucío respondió: —No creo que tu madre tenga objeciones, pero ¿por qué no la contactas primero?Ana asintió enseguida. Lucío sacó su móvil y realizó una videollamada a Te