Capítulo 230
¿Un océano abierto, una isla solitaria?

Ana tuvo dificultades para asimilar estas dos palabras por un momento.

¿Cómo podría haber sido llevada a un lugar así?

Ana se levantó de la cama y tambaleándose, corrió hacia la ventana, donde pudo ver el mar que rodeaba la tierra, extendiéndose hasta perderse de vista.

En circunstancias normales, quizás encontraría belleza en ello, pero ahora, solo sentía terror.

—¿Por qué me trajeron a este lugar? ¡Ustedes no tienen derecho a encerrarme aquí! Ana, consciente de su situación, miró furiosa al mayordomo.

Estas personas, aprovechando su desmayo, la habían encerrado en este lugar.

—La razón debería ser clara para la señorita López.

El tono del mayordomo era frío; había perdido a sus padres cuando era niño y fue adoptado y criado por la familia Hernández, que también era su hogar.

Pero ahora, esta mujer había causado un gran alboroto en la familia Hernández, y él naturalmente no tenía una actitud favorable hacia Ana.

—Señorita López, desde el moment
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