(Anastasia Clark)
La semana se me pasó volando. Le veía por los pasillos, y recibía mensajes suyos todos los días. Aquello que teníamos seguía adelante, fuese lo que fuese, y me asustaba, claro que lo hacía, porque nunca había sentido algo así por nada, pero al mismo tiempo me gustaba.
El show del viernes y el del sábado fueron como la seda, y sé que él estuvo allí mirándome, pero como de costumbre, quería esperar a nuestra cita para vernos.
Seven.
¿No puedes esperar un par de horas?
Yo.
No, ¿qué puedo hacer? Estoy demasiado ansiosa por verte.
Seven.
Si te veo ahora te raptaré, y te llevaré lejos antes de nuestra cita.
Me reí, divertida al leer aquello, mientras Petra llegaba hasta mí
(Seven White)Habíamos llegado hacía ya media hora, le había preparado algo para comer, y ahora lo devoraba, mientras yo la miraba. Me encantaba verla feliz.¿por qué me miras así? – preguntó, justo cuando daba un bocado a la ensalada de canónigos que le había preparado – eres un acechador – me dijo. Reí a carcajadas.Tuve una cita el martes – le dije, cambiando de tema, porque si le decía la razón por la que la miraba de aquella forma, ella se asustaría, creedme, me asustaba hasta yo al pensar en ello – fue la primera cita, a parte de las nuestras, en la que no salí huyendo.¿Negocios o placer? – preguntó, dando un bocado al trozo de pan, bajando la mirada al hacerlo.Ambos – cont
(Anastasia Clark)Él estaba más bueno de lo que pensé en un principio, tenía abdominales, estaba fuerte. Bajé mis manos y acaricié su torso desnudo, haciéndole estremecer, sobre mi boca.Oye, había pensado que podríamos ver una película antes de dormir, ¿te apetece? – preguntó, algo nervioso, echándose hacia atrás, cuando empecé a acariciar su pelvis – vamos a cambiarnos, te espero abajo, ¿vale?Acepté y le vi marcharse sin más, entonces agarré el teléfono y me percaté de que Dante había estado llamándome. No iba a cogerlo, eso estaba claro.Cuando bajé él ya tenía preparadas las palomitas y la película de comedia romántica.Se que a las chicas os encantan estas ñoñerías &nd
(Seven White)Me desperté como un reloj, sobre las siete y media de la mañana, justo como cada domingo. Me puse algo cómodo, y bajé a desayunar. Observándola por la ventana, bañándose en el lago.Ella siempre me sorprendía, con ella siempre quería hacer cosas que salían de mi zona de confort.Caminé hacia el muelle, en zapatillas, olvidándome por completo del desayuno, y no me detuve hasta llegar allí. Ella me observó, molesta, y yo la observé aún más.¿Se puede saber qué haces? – pregunté, echo un basilisco, mirando hacia sus ropas en el borde del muelle - ¿estás… estás desnuda?La ropa me pesaba – se quejó, haciendo caso omiso de mi reprimenda – era incómodo nadar con ellas.<
(Anastasia Clark)Después de acostarnos por primera vez no dejamos de hacerlo, era como una droga adictiva, incluso más que nuestros besos. Mis piernas temblaban con sólo verle, y ya deseaba tenerle entre ellas, haciéndome aquello que me volvía loca.¿Qué es lo que tanto te preocupaba? – pregunté aquella tormentosa tarde, justo después de terminar de hacerlo, mientras acariciaba su torso desnudo, y él sonreía, apoyando su mano izquierda en mi cabeza, mientras con la otra se sujetaba la cabeza, para observarme mejor - ¿por qué no querías dar el siguiente paso conmigo?Porque sabía que sería incluso más adictivo que tus besos – aseguró, haciéndome reír - ¿cómo voy a sobrevivir sin esto toda la semana? – se quejó. Reí más fuer
(Seven White)Era una locura, lo que había entre ella y yo lo era, y lo que sentía también. Pero no quería dejar de cometer aquello, si debía ser encerrado en un manicomio, lo sería.Me estaba matando la espera hasta el próximo viernes, y mi familia notaba que algo raro me ocurría, incluso Brad lo notó cuando le dije que no podría ir el viernes al club El Bosque Verde, porque iría a bailar. ¿Bailar? ¿Yo? Nadie lo creería.Tenía demasiados mensajes aquel jueves cuando llegué a casa, tantos que era agotador leerlos, pero lo hice, sobre todo porque esperaba encontrar alguno de ella.Ana.¿Iremos a cenar primero? O … Si prefieres sólo bailar, no importa, puedo cenar unos fideos instantáneos antes de ir.Yo.Te invito a cenar a mi casa
(Anastasia Clark)Estaba guapísimo, llevaba una camiseta de algodón, blanca, lo que realzaba bien su tono tostado de la piel. Estaba bastante moreno, cabe destacar, aunque no era ni por asomo el tono de mi piel. Estaba guapo, muy guapo. Quizás lo que más me gustó de todo fue su sonrisa.Hola – le saludé, levantando una fuente enorme que traía conmigo – he hecho natillas. No quería venir con las manos vacías – le expliqué. Asintió y me invitó a pasar.Jimena – llamó a la mujer que había en la cocina, haciendo que esta mirase hacia mí, con una enorme sonrisa – ella es Ana. Ha traído natillas. – coloqué el bol sobre la mesa, admirando como ella la guardaba en el frigorífico – ven – me llamó, agarrando mi mano para tirar de m
(Seven White)Fue la mejor noche de toda mi vida, asistir con ella a la Rosa Negra y acabar haciendo el amor en su casa, pues estaba mucho más cerca que la mía. Mandé a Javier a casa, porque pensaba quedarme con ella, y a ella no le importó.Así que cuando amanecí aquella mañana en su cama, con ella abrazada a mí, no me disgustó en lo absoluto aquella escena. Estaba dispuesto a repetirla cuantas veces fueran posibles.Mi teléfono comenzó a sonar, haciendo que ella se moviese, pero sin despertase aún. Lo agarré y me levanté de la cama, desnudo, llegando hasta el salón.Hola, Seven – me llamó. Supe de quién se trataba en seguida, pues tan pronto como miré a la pantalla, supe que era Cristhine Winston. Aquello sólo me traería problemas, lo sabía bien – he hablado co
(Anastasia Clark)Me lo estaba pasando en grande aquel día, trajo magdalenas para desayunar, y luego pasamos el resto del día juntos, duchándonos, haciendo el amor, recogiendo la casa, haciendo el amor, cocinando, haciendo el amor, arreglándonos para irnos de fiesta… Ahí no hicimos el amor, pero faltó poco. Él quería hacerlo a todas horas, y yo también.Pablo salió personalmente a darnos el pase vip, y luego tuvimos bebida gratis hasta altas horas de la noche. Estaba muy borracha, y él también, ambos lo estábamos, ambos bailábamos, aquel reguetón lento, sin dejar de mirarnos, deseando besar al otro, pero sabiendo que en cuanto lo hiciésemos, no podríamos dejar de hacerlo.Todo iba de maravilla entre nosotros. Todo era perfecto entre él y yo. Pero de pronto algo ocurrió, pues su teléfono