Era de madrugada y el clima era un poco frio, cuando Antonio sintió como su amada empezaba a removerse entre sueños.

- Helena – le llamo – mi amor ¿qué tienes? - pregunto preocupado el castaño, pero como respuesta empezo a sentir un aroma a sangre, lo cual hizo que se asustara mucho a la vez que se ponía alerta.

- Tch.... ya viene... - fue lo único que dijo la pelinegra entre dientes, notando que esas palabras hacían eco en la cabeza de su amado; quien no tardó en reaccionar y busco pedir ayuda y apoyo médico y de sus guardias para proteger el lugar.

De forma veloz, llego Alfredo acompañado de una enfermera para ayudarlo en el parto.

- Majestad debe salir – le dijo la enfermera.

- No, me quedare a su lado – indico el castaño buscando estar al lado de su amada y tomarla de la mano.

- Tch… como quieras – hablo de forma altanera esa mujer; algo que no le agrado al castaño, pero cuando estaba por reaccionar sintió un ligero pinchazo y noto como poco a poco su visión se hacía borrosa y sus